- -

4.1K 583 166
                                    

Con las invocaciones listas, los pendientes de su lista se habían reducido un poco. Al menos uno de los puntos más importantes ya estaba subrayado. Ya tenía un respaldo en el que dejarse caer en casos de emergencia, pero aún necesitaba un par de cosas más y para conseguirlas no le quedaba de otra más que ir a la boca del lobo de nuevo.

Como siempre no había nadie visible en la entrada pero podía sentir claramente los ojos que había sobre ella. Ninguno de sus esbirros había salido por ella, así que evidentemente había cumplido la promesa que le había hecho de que su guarida siempre estaría abierta para ella si decidía investigar más a fondo su sangre y su composición en general.

No es que no quisiera quedarse, pero tenía cosas más importantes que hacer, por lo que su prioridad nunca había estado en descifrar lo que sea que Hagoromo le había hecho a su organismo.

Caminó por los pasillos laberínticos, manteniendo su mente concentrada en dispersar el genjutsu que la serpiente ponía mientras más te acercabas a su habitación personal. Estaba diseñado para desorientar a la persona, hacer que se olvidara del objetivo que tenía. Era fascinante a su modo.

Tocó dos veces aunque sabía que las personas adentro ya estaban al tanto de que sería ella. Entró sin que le dieran permiso, y no se sorprendió al esquivar la senbon envenenada que Kabuto había lanzado en su dirección.

–Qué manera de recibir a los invitados, ¿No, Kabuto?

El chico lanzó otra con una sonrisa molesta en su rostro– ¿No tienes una organización a la qué correr? ¿Qué haces aquí?

–Eso debería preguntarlo yo, Kabuto-kun.

La voz cansada de Orochimaru hizo que el albino retrocediera, guardando sus armas. Kei sonrió.

–Tiempo sin vernos, Orochimaru-sama. Veo que no ha mejorado en lo absoluto.

El hombre la miró a través de su cortina de cabello. Hizo una seña con su mano, y el Yakushi abandonó la habitación.

–Puedes dejar las muestras donde siempre. Las revisaré cuando tenga la oportunidad, o en su caso puedes hacerlo tú si quieres. Siempre hay sujetos de prueba disponibles.

Kei ladeó la cabeza– No vengo por eso.

Eso consiguió que la atención de la serpiente se centrara, incluso en constante agonía su alma de científico investigador no podía extinguirse.

–Necesito la ayuda de Karin-chan.

El sannin sonrió a pesar del dolor por el que debía estar pasando. Kei se acercó a él con sus palmas brillando con ninjutsu médico. Se acomodó para aliviar su sufrimiento aunque fuera momentáneo.

–¿Por fin tu querido líder te ha aflojado la correa?

Ella lo pensó por un momento, ¿Qué tipo de relación tenía Orochimaru con Nagato? Estaba segura de que jamás había visto el cuerpo real del Uzumaki, así que solo lo conocía como Pain, el dios de Amegakure. Un dictador frío y sin emociones, que solamente interactuaba con sus miembros para darles misiones.

Interesante. Desde que había empezado a interactuar con él, siempre había tenido más información de la que el Sannin estaba consciente, pero esta vez era algo que había conseguido en esta vida y no en la anterior, por lo que tenía la opción de decirlo sin sonar sospechosa.

–Mhm– Respondió con un sonido afirmativo– Después de todo lo que he hecho por la organización era inevitable.

–¿Y aprovecharás tu nueva libertad para aprender ninjutsu? Cualquiera diría que eres mi estudiante.

Ella sonrió con burla– ¿Quién en su sano juicio pensaría que si quiera estoy en contacto contigo, Orochimaru-sama?

Lo dijo claramente, sabiendo que Kabuto estaría detrás de la puerta. ¿Cuánto tardaría en informarle a Sasori? Mmm...

¿¡Reencarné en Naruto?! [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora