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En las semanas que había pasado en el cuartel había notado dos cosas: la primera es que era raro que hubiese más de dos parejas al mismo tiempo en el edificio. Las misiones que les asignaban estaban medidas para que no tuvieran que encontrarse entre ellos y, por lo tanto, hubiese menos problemas entre miembros.

Tener a personas tan volátiles y acostumbradas a luchar por probar que eran mejores que los demás era peligroso. Especialmente si tenían personalidades tan específicas como Akatsuki.

Por ejemplo, había notado que Hidan no podía verse ni en pintura con Kisame, que era alguien bastante lógico y práctico. Cada vez que se juntaban el tema de Jashin no podía evitarse y Hidan no tomaba muy bien opiniones contrarias a las suyas en cuestiones de fe (o en general realmente). Kisame siempre estaba feliz de luchar contra gente que aguantase el desgaste de Samehada.

La segunda era que la gente de Amegakure era muy particular.

Había estado saliendo para aclimatarse a su nuevo entorno, fascinada al ver lo diferente que era la aldea de Konoha. Además de lo obvio –los edificios, el clima y el ambiente en general–, entender las costumbres de las personas era su nuevo pasatiempo favorito.

A comparación de Konoha, donde podías saludar a quien sea en la calle, aquí debías mantener baja la cabeza a menos que tuvieras un estatus social alto (¿Al parecer era un privilegio reservado para los nobles?). Como sea, luego de que ayudara a una mujer que se había herido con una tubería salida, las cosas se habían complicado.

No era por razones que se le hubiesen pasado por la cabeza.

La mujer, Izumi, había corrido la voz. Al principio la gente era reacia y desconfiada, cada que salía la miraban con duda. Eso solo cambió cuando empezó a tratar a más personas.

Sabía que Nagato lo sabía y por tanto Konan también, pero como no había tenido la oportunidad de hablar con ellos más allá de darles reportes, no sabía que pensaban de ella. Probablemente nada malo, si no le habían llamado la atención todavía.

¿Cuando le llegó una invitación al cuartel? Ahí fue cuando el caos se desató. El rectángulo de papel, adornado simplemente con los kanji del apellido "Kaminagayoshi" fueron suficientes para que Pain la llamara a su oficina.

–Nishimura Kei.

Ella sonrió viendo directamente al rinnegan de Nagato. Konan estaba detrás de Pain, como siempre.

–Lo preguntaré una sola vez, ¿Por qué la familia Kaminagayoshi te ha invitado a su territorio?

Kei de verdad quería saberlo también– No tengo idea, líder. Ni siquiera sé quienes son más allá de que es una de las familias nobles más importantes de Ame.

Konan entrecerró los ojos– ¿Te has involucrado con ellos en tus salidas?

Ella negó– Nunca he sanado a un noble, precisamente por no interferir con lo que sea que hagan en la política.

Ambos se quedaron en silencio. Kei empezaba a ver el patrón: mientras más tiempo pasaba la gente (los que tenían el valor) frente a ellos, enfrentando el dojutsu de Nagato y la mirada de escrutinio de Konan, era inevitable que se pusieran nerviosos y soltaran toda la información que tenían de lo que sea que hubiesen preguntado.

No era su caso, obviamente.

Pain cerró los ojos– Irás.

La Nishimura se alzó de hombros– Si lo quiere así, Líder, no puedo negarme.

Konan ladeó la cabeza– ¿Tienes la ropa adecuada?

Los dos Akatsuki se miraron entre ellos al verla genuinamente descolocada. ¿Todo lo que había visto hasta la fecha y eso era lo que la rompía? Hilarante.

¿¡Reencarné en Naruto?! [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora