XIII

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Cuando regresó a su hogar, reemplazo al clon de agua que solía dejar cada que salía. Al mismo tiempo, recuperando los recuerdos del clon que envió en ayuda de Hayate.

Había llegado al lado de Hayate momentos después de que se había separado de la original, viendo cómo Baki y él chocaban espadas en el aire.

Se transformó en Hayate con ayuda de un henge sencillo, y saltó hacia el jōnin una vez éste se separó de Baki por un momento.

La había atacado nada más la vio, agitado por todo lo que estaba sucediendo– ¿¡Quién eres!? ¡Muestra tu verdadera cara!

Ella se había puesto el dedo en los labios, para que hiciera silencio, mientras sostenía el kunai con el que había interceptado la espada de Hayate con una mano– El Hokage me ha enviado– Mintió– Llega a la torre, y cuéntale lo que sea que hayas visto.

No se veía muy convencido, pero por la prisa del momento, y al escuchar a Baki cerca, había asentido, desapareciendo entre las sombras de los edificios de Konoha.

Con el Hayate original fuera de la pelea, ella podía atacar más eficiente de lo que solía hacer. Esa era la ventaja de momentos como este, cuando no había absolutamente nadie observando. Era el primer respiro que tenía desde que Saru había empezado a vigilarla.

Baki atacó de nuevo, aún creyendo que era Hayate. Ella sonrió burlona, chocando un kunai contra la espada del jōnin extranjero.

Él frunció el ceño, notando la falta de espada. Ambos aterrizaron en el techo de un edificio y Kei deshizo el henge en una bola de humo.

–¿Quién mierda eres tú, mocosa?

Baki intentó volver a saltar para ir a buscar a Hayate de nuevo, pero Kei lo evitó lanzando un cable de metal hacia sus pies. El jōnin esquivó cortándolo con su espada y saltó hacia ella.

La Nishimura sonrió y se movió en el último segundo, girando sobre su cuerpo para impulsar la patada cargada de chakra que conectó con el brazo derecho, rompiendo el hueso sin problema. Baki gruñó, retrocediendo.

Hizo varias posiciones de manos y un ataque de viento le hizo varias cortadas al cuerpo del clon, que volvió a saltar hacia él sin desperdiciar el tiempo. Hizo el sello y expulsó bolas de fuego por la boca. El shinobi de Suna esquivó algunas, pero al haber lanzado el jutsu tan pronto no pudo volver a hacerlo.

Cuando estaba lleno de quemaduras y con el brazo derecho roto, Kei finalmente lo tuvo de frente, respirando con fuerza mientras intentaba mantenerse de pie.

–Ojo por ojo– Sonrió, sacando un kunai y cortándole el tendón de los tobillos. No escaparía, y probablemente no llegaría con vida al amanecer.

Sonrió, desapareciendo en un charco de agua.

Kei se recostó en su cama, satisfecha por cómo había ido su noche.

A la mañana siguiente, Saru tocó la puerta principal de su casa. Cuando sus madre abrió, ella frunció el ceño. Pero el gesto no le duró mucho en el rostro pues, al momento en el que Takeru volteó a verla, ella estaba sonriendo de nuevo.

Al menos tenía la satisfacción de que Saru lo hubiese visto.

–Se solicita la presencia inmediata de la genin Nishimura Kei en la Torre Hokage.

Amai la miró con preocupación, pero ella ya estaba poniéndose de pie– No se preocupen– Dijo, entendiendo que de todos modos lo iban a hacer. No pudo evitar pensar en que tenía que poner más arriba de su lista de pendientes crear una buena excusa para todo lo que haría en un futuro próximo.

Cuando estuvo al lado de Saru, se despidió con la mano y una sonrisa antes de desaparecer en una bola de humo.

–¿Por qué rayos no lo dijiste por una ventana, o con una invocación? Estoy segura que algún mono debe estar contento de ser invocado a nuestro mundo.

¿¡Reencarné en Naruto?! [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora