Capitulo 3

526 52 0
                                    


No era como si, por naturaleza, fuera una mala persona. Pero lo que aprendió en su vida anterior fue que si alguien te quiere hacer daño, más te vale que devuelvas el golpe, si no quieres ser pisoteada por todos. Y eso era lo que pensaba hacer con la familia Li.


La trataban como poco más que una molestia, ¿verdad? Entonces tendría que mostrarles qué era en verdad ser una molestia.


Ante sus palabras, después de haber podido oír lo que la madre Li quiso decir a través del teléfono, Baimei observó con interés a su amiga, contenta al ver la determinación que parecía brillar en esa cara.


-En realidad, tengo un amigo que posee una tienda de ropa. Si quieres llamar la atención en una fiesta, creo que él es nuestro hombre- le indicó.


A lo que la sonrisa de Li Shui se hizo aún más grande.


-Entonces, ¿a qué estamos esperando para visitarle?


Ambas mujeres se pusieron en marcha en el coche de Baimei, dándole el tiempo a ella de pensar a fondo sobre sus dos vidas.


Era curioso que en la vida que acababa de recordar, murió de golpe a sus 23 años y, en esta vida, debido a un golpe, hubiera recordado todo justo cuando tenía 23 años. ¿Acaso alguien había querido darle la oportunidad de seguir con la vida que había estado llevando antes, pero que se vio cortada sin previo aviso?


No sabía decirlo, pero lo que tenía claro era que iba a aprovechar la oportunidad y que no iba a tener el mismo final que su personaje tuvo en la novela.


Iba a brillar más que nadie, por encima de todos, lejos de aquellos que trataron de aplastarla con todas sus fuerzas.


Iba a demostrar que su experiencia y las largas horas de ensayos de Li Shui iban a dar sus frutos y, a pesar de lo competitivo que era el mundillo del espectáculo, se iba a alzar como la Reina de la actuación, eclipsando a quién hiciera falta.


Contemplándose en el espejo retrovisor del coche que estaba en su lado, pudo contemplar bien su rostro, a pesar de haberlo visto ya muchas veces. Incluso cuando miraba a su hermana.


Con un largo y oscuro cabello liso, poseía unos grandes ojos que, gracias a su nueva determinación, brillaban con fuerza, plagando su mirada de estrellas. Su piel blanca y sin imperfecciones, hubiera sido idéntica a la de su hermana si no fuera por el pequeño lunar redondo bajo su ojo derecho, como si la vida hubiera querido darle algo por lo que se pudieran diferenciar.


En definitiva, era una belleza algo bajita, ya que no superaba ni de lejos el metro setenta, teniendo en cuenta que los hombres solían ser mucho más altos, pero tenía un cuerpo delgado, de piernas largas, con buena resistencia y era fuerte. Y, para ser alguien asiática, tenía una delantera bastante sorprendente. Por lo que recordaba, tenía ahora más pecho de lo que tuvo en su vida anterior, lo que la ayudaba a tener muchas más curvas.


Tenía todo lo que se necesitaba para ser una estrella. Y por sus ovarios que eso era en lo que se iba a convertir.


Tras llegar a la tienda del amigo de Baimei, un señor que no dudo en saludarla con dos besos, siendo tan cliché ver su pluma exagerada, recordándose una vez más que estaba dentro de una novela, este las recibió y, poco después, se centró en ella.


-¿Y a qué debo el gusto?- preguntó tras contemplarla de arriba a bajo, con ojo crítico.


-Mi amiga tiene una fiesta- le indicó Baimei, colgándose de su brazo con familiaridad mientras ahora ambos la contemplaban.


-¿Tienes algo que podría escandalizar a unos padres?- le preguntó Li Shui a su vez.


Quería dejarle claro a los Li lo lejos que su hija se iba a ir de su lado, escapando de su yugo. Y no había mejor ocasión que la fiesta que estaba por llegar.

Me convertí en la gemela villana de la novelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora