Las semanas siguientes fueron una mezcla de descubrimientos y emociones para mí. Alejandro y yo pasamos cada vez más tiempo juntos, y aunque su oscuridad seguía presente, también comenzó a mostrarme un lado encantador que me atraía aún más.
Una tarde, mientras estaba trabajando en la cafetería, recibí un mensaje de Alejandro.
—¿Tienes planes esta noche? Me gustaría llevarte a un lugar especial.
Mi corazón dio un brinco. Respondí rápidamente:
—No tengo planes. ¿Dónde nos vemos?"
—Pasa por mi apartamento a las 7. Tengo una sorpresa para ti —fue su respuesta.
El resto del día se sintió como una eternidad. No podía concentrarme en nada más que en la expectativa de la noche. A las 7 en punto, estaba frente a la puerta de su apartamento, con los nervios a flor de piel.
—Hola, Valeria —dijo Alejandro al abrir la puerta. Estaba vestido de manera casual, pero con un toque de elegancia que siempre parecía acompañarlo —Estás hermosa.
—Gracias —respondí, sonriendo. "¿Cuál es la sorpresa?"
—Paciencia —dijo con una sonrisa enigmática —Primero, ven y siéntate. Tengo algo que quiero darte.
Me llevó al salón y me indicó que me sentara en el sofá. Luego, desapareció en una habitación y regresó con una pequeña caja envuelta en papel brillante.
—¿Qué es esto? —pregunté, tomando la caja con curiosidad.
—Ábrelo y verás, —respondió, observándome con una mezcla de anticipación y diversión.
Desenvolví la caja con cuidado y, al abrirla, encontré un collar delicado con un colgante en forma de luna. Era hermoso y sencillo, y me dejó sin palabras.
—Alejandro, es precioso. No tenías que hacer esto —dije, mirándolo con gratitud.
—Quería hacerlo. La luna siempre me ha parecido mágica, y me recuerda a ti —dijo, su voz suave y sincera.
—Gracias, realmente significa mucho para mí —respondí, sintiendo una calidez en el pecho.
—Ahora, ¿estás lista para la verdadera sorpresa? —preguntó, su tono lleno de misterio.
—Sí, estoy lista —respondí, emocionada.
Salimos de su apartamento y caminamos hasta su coche. La noche era fresca y clara, con una brisa ligera que hacía que el aire se sintiera vibrante. Alejandro condujo por la ciudad hasta que llegamos a un parque que no conocía. Estacionó y me llevó de la mano por un sendero iluminado por faroles.
—¿A dónde vamos? —pregunté, intrigada.
—Ya casi llegamos. Solo un poco más de paciencia —respondió, con una sonrisa juguetona.
Finalmente, llegamos a un pequeño claro. En el centro había una manta extendida en el suelo, rodeada de luces de hadas y velas. Sobre la manta, había una cesta de picnic.
—¡Wow! Alejandro, esto es increíble, exclamé, sorprendida y encantada.
—Quería hacer algo especial para ti. Me pareció que un picnic bajo las estrellas sería perfecto —dijo, su voz llena de ternura.
Nos sentamos en la manta y comenzamos a desempacar la cesta. Había una variedad de quesos, frutas, pan fresco y una botella de vino.
—Todo esto es perfecto. No puedo creer que hayas hecho todo esto por mí —dije, sintiéndome abrumada por su gesto.
—Valeria, te mereces esto y más. Quiero que sepas cuánto significas para mí —respondió, mirándome con una intensidad que me hizo sentir un calor en las mejillas.
Pasamos la noche hablando, riendo y disfrutando de la comida y el vino. Alejandro estaba en su mejor momento, mostrándome un lado de él que era encantador y carismático. Sus historias eran fascinantes, y su risa, contagiosa. Me di cuenta de que, a pesar de sus sombras, había una luz en él que era irresistiblemente atractiva.
—Cuéntame más sobre ti, Valeria. Quiero saberlo todo —dijo en un momento, su voz suave y curiosa.
—Bueno, ¿qué quieres saber? —respondí, sintiéndome cómoda en su presencia.
—Todo. Desde tu infancia hasta tus sueños más locos —dijo, sonriendo.
—De acuerdo, pero es una historia larga —advertí, riendo.
—Tenemos toda la noche —dijo, mirándome con una ternura que me hizo sentir especial.
Comencé a hablarle de mi infancia, de mis padres y de cómo siempre me apoyaron en mis intereses literarios. Le conté sobre mis primeros escritos, mis miedos y mis aspiraciones.
—Me gusta escribir porque siento que puedo expresar cosas que no siempre puedo decir en voz alta. Es una forma de liberar mis pensamientos y sentimientos —le expliqué.
—Eso es hermoso, Valeria. La escritura puede ser una forma poderosa de conectar con uno mismo y con los demás —dijo, asintiendo con comprensión.
—¿Y tú, Alejandro? ¿Cuáles son tus sueños más locos? —pregunté, queriendo saber más sobre él.
—Bueno, uno de mis sueños es viajar por el mundo, conocer diferentes culturas y entender las distintas formas en que las personas piensan y viven. Me fascina la idea de explorar y aprender continuamente —respondió, su voz llena de pasión.
—Eso suena increíble. Viajar siempre ha sido uno de mis sueños también —dije, sintiendo una conexión profunda con él.
—Tal vez podamos hacerlo juntos algún día —sugirió, mirándome con una sonrisa que hizo que mi corazón latiera más rápido.
—Me encantaría —respondí, imaginando las posibilidades.
Mientras la noche avanzaba, nos tumbamos en la manta, mirando las estrellas y hablando de nuestros sueños y deseos. Sentí que podía abrirme completamente a Alejandro, y él parecía genuinamente interesado en cada palabra que decía.
—Valeria, quiero que sepas algo —dijo de repente, girándose para mirarme directamente a los ojos.
—¿Qué es? —pregunté, sintiendo una mezcla de curiosidad y anticipación.
—Te admiro. Tu pasión, tu inteligencia, tu bondad. Todo en ti me atrae de una manera que no puedo explicar —confesó, su voz llena de sinceridad.
—Yo también te admiro, Alejandro. Eres una persona increíblemente compleja y fascinante. Y me siento afortunada de poder conocerte —respondí, sintiendo una conexión profunda con él.
Nos quedamos en silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro. La noche era perfecta, y por un momento, todo parecía posible.
—Valeria, quiero que esta noche sea solo el comienzo de algo hermoso entre nosotros —dijo, tomando mi mano y entrelazando sus dedos con los míos.
—Yo también lo quiero, Alejandro —respondí, sintiendo una mezcla de emoción y esperanza.
Esa noche, mientras caminábamos de regreso a su coche, no pude evitar sentir que algo había cambiado entre nosotros. Alejandro me había mostrado un lado de él que era encantador y profundamente humano, y eso me hizo sentir más conectada con él que nunca.
Al llegar a mi apartamento, me despedí de él con un abrazo cálido y un beso en la mejilla. "Gracias por esta noche. Fue increíble," dije, sonriendo.
—Gracias a ti, Valeria. Esta noche significó mucho para mí —respondió, mirándome con una calidez que me hizo sentir segura y querida.
Entré en mi apartamento con una sensación de felicidad y paz. Alejandro me había mostrado un lado de él que me hacía querer estar más cerca, conocer más y descubrir todo lo que tenía para ofrecer. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba dispuesta a recorrerlo junto a él.
Esa noche, me acosté con una sonrisa en el rostro, soñando con las posibilidades que el futuro podía traer. Alejandro era un misterio encantador, y estaba lista para descubrir cada parte de él, sin importar las sombras que pudiera encontrar.
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The Toxic Boy | El Chico Toxico
Teen FictionValeria, una joven atrapada en la rutina, encuentra una pasión arrebatadora en Alejandro, un hombre carismático pero peligroso. A medida que su relación se profundiza, Valeria descubre el oscuro y violento lado de Alejandro, quien empieza a controla...