#27 La Persecución

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Mientras me adentraba en mi nueva vida en el pequeño pueblo, no podía evitar sentirme nerviosa y ansiosa por lo que el futuro me depararía. Aunque había logrado escapar de Alejandro, sabía que no podía bajar la guardia. Él no se rendiría tan fácilmente, y estaba determinado a hacer lo que fuera necesario para recuperarme.

Cada paso que daba estaba lleno de tensión y anticipación, consciente de que en cualquier momento podía sentir su presencia acechándome. Pero estaba decidida a no dejar que el miedo me dominara. Había tomado una decisión valiente al escapar de Alejandro, y no permitiría que nada ni nadie me detuviera.

Sin embargo, mis temores pronto se hicieron realidad cuando, una tarde mientras caminaba por las tranquilas calles del pueblo, sentí una presencia familiar detrás de mí. Mi corazón se aceleró mientras me daba la vuelta lentamente, esperando ver el rostro de Alejandro mirándome con furia y determinación.

Y allí estaba él, parado frente a mí con una sonrisa siniestra en el rostro.

—Hola, Valeria. Te he estado buscando —dijo, su voz llena de malicia.

Mi corazón se hundió en mi pecho mientras lo miraba con horror. Sabía que no podía permitir que me atrapara de nuevo. Tenía que encontrar una manera de escapar antes de que fuera demasiado tarde.

—¿Qué quieres, Alejandro? —pregunté, tratando de mantener la calma a pesar de mi creciente pánico.

Él se acercó lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y determinación.

—Quiero que vuelvas conmigo, Valeria. Te necesito a mi lado. Eres mía y siempre lo serás —dijo, su voz llena de arrogancia.

—No volveré contigo, Alejandro. Te lo he dicho una y otra vez. Necesito estar lejos de ti para poder encontrar la paz y la felicidad que tanto anhelo —respondí, mi voz temblando ligeramente.

Él sonrió con desdén, como si estuviera disfrutando de mi angustia.

—No puedes escapar de mí, Valeria. Siempre te encontraré. Siempre te reclamaré como mía —dijo, su voz llena de promesas ominosas.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda mientras me daba cuenta de la verdad en sus palabras. No importaba cuánto intentara alejarme de él, Alejandro siempre me perseguiría. Estaba atrapada en su juego retorcido, y no había escapatoria.

Pero no iba a rendirme tan fácilmente. Sabía que tenía que encontrar una manera de escapar de él, de una vez por todas. Tenía que ser más astuta que él, más rápida, más inteligente.

Con una determinación renovada, comencé a trazar un plan de escape. Busqué en las calles del pueblo en busca de una ruta de escape, buscando cualquier señal de ayuda o refugio. Pero cada calle que tomaba parecía llevarme más cerca de Alejandro, más cerca de su dominio oscuro y peligroso.

Finalmente, me di cuenta de que no había otra opción. Tenía que enfrentarlo directamente y luchar por mi libertad. Reuniendo todo mi coraje y determinación, me volví hacia él y lo desafié.

—Ya es suficiente, Alejandro. No voy a dejarte que me controles más. Estoy harta de tus juegos retorcidos y tu crueldad. Esta vez, vas a dejar que me vaya y no vas a volver a buscarme nunca más —dije, mi voz llena de determinación.

Él se rió con desprecio, como si estuviera disfrutando de mi desesperación.

—No puedes escapar de mí, Valeria. Siempre te encontraré. Siempre te reclamaré como mía —repitió, su voz llena de malicia.

Pero esta vez, no iba a dejarme intimidar. Había encontrado mi voz y estaba lista para usarla.

—Ya no soy tuya, Alejandro. Nunca lo fui. Y nunca volveré a permitir que me lastimes de nuevo. Esta vez, me voy a escapar de ti y no vas a poder detenerme —dije, cada palabra resonando con determinación.

Con eso, di la vuelta y comencé a correr lo más rápido que pude, mi corazón latía con fuerza mientras mis pies golpeaban el suelo, cada paso llevándome más lejos de Alejandro y su influencia tóxica. Podía escuchar sus pasos pesados detrás de mí, cada vez más cerca, pero me negué a dejar que me alcanzara.

Mientras corría por las calles del pueblo, buscaba desesperadamente una salida, un lugar donde pudiera esconderme y escapar de Alejandro de una vez por todas. Mis pulmones ardían y mis piernas temblaban de agotamiento, pero sabía que no podía detenerme. Tenía que seguir adelante, tenía que encontrar una manera de liberarme de su control.

Finalmente, llegué a un callejón oscuro y estrecho, y sin pensarlo dos veces, me adentré en él, esperando encontrar algún tipo de refugio. Mis oídos estaban alerta, escuchando cada sonido que me rodeaba, cada paso que se acercaba más y más.

De repente, sentí una mano agarrar mi brazo con fuerza, deteniéndome en seco. Grité de sorpresa y terror, girándome para enfrentar a mi captor, solo para encontrarme con los ojos fríos y sin piedad de Alejandro mirándome fijamente.

—¿Crees que puedes escapar de mí tan fácilmente, Valeria? —preguntó, su voz llena de satisfacción por haberme atrapado.

Respiré con dificultad, tratando de encontrar las palabras para responder, pero sabía que no había nada que pudiera decir que lo detuviera. Estaba atrapada, a merced de su voluntad retorcida una vez más.

Pero entonces, una voz resonó desde lo alto del callejón, rompiendo el silencio y haciendo que Alejandro se volviera hacia ella con sorpresa. Era María, mi amiga y aliada, quien había seguido mis pasos y había llegado justo a tiempo para ayudarme.

—¡Déjala en paz, Alejandro! ¡Ella no te pertenece! —gritó María, su voz llena de determinación y coraje.

Alejandro frunció el ceño, su expresión cambiando de triunfo a furia en un instante.

—¿Crees que puedes interponerte entre nosotros, María? Ella es mía, y no voy a dejar que nadie se interponga en nuestro camino —dijo, su voz llena de ira.

Pero María no se amilanó ante su amenaza, enfrentándolo con valentía y determinación.

—Ella no te pertenece, Alejandro. Nunca lo hizo. Y esta vez, vamos a asegurarnos de que no puedas lastimarla nunca más —dijo, su voz resonando con fuerza y convicción.

Mientras los dos se enfrentaban, aproveché la oportunidad para escapar de su agarre y correr hacia la seguridad de María. Juntas, nos alejamos del callejón oscuro y peligroso, dejando a Alejandro atrás, derrotado y enfurecido.

A medida que nos alejábamos, sentí un sentido de alivio y gratitud por haber escapado de su influencia una vez más. Sabía que el peligro aún no había pasado, pero también sabía que teníamos el coraje y la determinación para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en nuestro camino.

Con el corazón lleno de esperanza y determinación, continuamos nuestro viaje hacia la libertad, sabiendo que juntas podríamos superar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino. Y aunque el camino hacia la sanación y la recuperación sería largo y difícil, sabíamos que no estaríamos solas. Teníamos el amor y el apoyo mutuo para guiarnos, y juntas, podríamos enfrentar cualquier desafío que el futuro nos deparara.

The Toxic Boy | El Chico ToxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora