#6 Atracción y Miedo

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Las semanas siguientes fueron un torbellino de emociones. Mi mente y mi corazón estaban en una batalla constante, divididos entre la atracción intensa que sentía por Alejandro y el miedo profundo que me había sembrado su comportamiento violento.

Una mañana, mientras me preparaba para ir al trabajo, mi teléfono sonó. Era un mensaje de Alejandro:

—Buenos días, Valeria. ¿Podemos hablar esta noche? Necesito verte.

Me quedé mirando la pantalla, indecisa. Finalmente, respondí:

—Está bien. Podemos hablar después de mi turno.

El día pasó lentamente. Mis pensamientos estaban llenos de dudas y preguntas. ¿Podía realmente confiar en Alejandro después de lo que había sucedido? ¿Podía el amor que sentía por él superar mi miedo?

Después del trabajo, me dirigí a su apartamento con el corazón latiendo con fuerza. Cuando llegué, Alejandro ya estaba esperando en la puerta.

—Hola, Valeria —dijo suavemente, abriendo la puerta para que entrara.

—Hola, Alejandro — respondí, sintiéndome nerviosa.

Nos sentamos en el sofá, y el silencio entre nosotros era palpable. Finalmente, Alejandro rompió el silencio.

—Gracias por venir. Sé que te he causado mucho dolor y confusión — comenzó, su voz llena de remordimiento.

—Sí, ha sido difícil — respondí, mirando mis manos.

—Quiero que sepas que he comenzado a ir a terapia. Estoy decidido a cambiar y a controlar mi ira. No puedo cambiar lo que hice, pero puedo prometerte que estoy trabajando en ser una mejor persona — dijo, sus ojos reflejando sinceridad.

—Eso es un buen comienzo, Alejandro. Pero necesitas entender que esto no se soluciona de la noche a la mañana. Me asustaste mucho — dije, mi voz temblando un poco.

—Lo sé, y no espero que todo vuelva a la normalidad de inmediato. Solo quiero que sepas que estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario — respondió, su voz firme.

—Quiero creer en ti, Alejandro. Pero también tengo miedo. No puedo ignorar lo que pasó — dije, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos.

Alejandro se acercó y tomó mis manos con suavidad.

—Valeria, te amo. Haré todo lo posible para no volverte a lastimar. Quiero que confíes en mí, pero entiendo si necesitas tiempo.

Nos quedamos en silencio, nuestras manos entrelazadas. Sentía una mezcla de amor y miedo, una dualidad que me tenía atrapada en una encrucijada emocional.

—Eres muy importante para mí, Alejandro. No quiero perderte, pero necesito sentirme segura — dije finalmente, mirando sus ojos.

—Lo entiendo. Te prometo que trabajaré en mí mismo cada día. Por favor, no me abandones — dijo, su voz llena de una desesperación que me tocó el corazón.

—Estoy dispuesta a intentarlo. Pero necesito ver cambios reales — respondí, sintiendo una chispa de esperanza.

Esa noche nos despedimos con un abrazo largo y emotivo. Mientras caminaba de regreso a casa, me sentí más ligera, aunque las dudas seguían presentes.

Los días se convirtieron en semanas, y Alejandro me mostró que estaba comprometido con su cambio. Asistía a sus sesiones de terapia regularmente y me hablaba abiertamente de sus progresos y desafíos.

Una tarde, me invitó a pasear por el parque. Acepté con cierta reserva, pero también con un deseo de ver más allá de sus sombras.

—Es un hermoso día — dije, disfrutando del sol y del aire fresco.

—Sí, lo es. Me alegra que hayas aceptado venir — respondió, sonriendo.

Caminamos en silencio por un tiempo, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Finalmente, Alejandro habló.

—Valeria, quiero agradecerte por darme esta oportunidad. Sé que no es fácil para ti — dijo, su voz suave.

—Quiero creer en ti, Alejandro. Pero también necesito protegerme. Espero que entiendas eso — respondí, sintiendo una mezcla de emociones.

—Lo entiendo. Y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganarme tu confianza de nuevo — dijo, apretando mi mano suavemente.

—¿Cómo van tus sesiones de terapia? — pregunté, queriendo saber más sobre su progreso.

—Van bien. Estoy aprendiendo a controlar mi ira y a entender de dónde viene. No es un proceso fácil, pero estoy comprometido — respondió, con una determinación que me dio esperanza.

—Me alegra escuchar eso. Quiero verte feliz y en paz contigo mismo — dije, sonriendo.

—Y yo quiero lo mismo para ti, Valeria. Quiero ser alguien en quien puedas confiar y con quien puedas contar — dijo, su voz llena de sinceridad.

Nos detuvimos junto a un lago y nos sentamos en un banco. El silencio entre nosotros era cómodo, lleno de una comprensión mutua.

—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? — preguntó Alejandro, rompiendo el silencio.

—Sí, claro que sí. Fue en la cafetería. No podía dejar de mirarte — respondí, riendo.

—Yo también. Desde el primer momento, supe que había algo especial en ti — dijo, su voz llena de ternura.

—Me sentí atraída por ti de inmediato. Pero también sentí esa oscuridad — confesé, mirándolo a los ojos.

—Lo sé. Y me apena que esa oscuridad te haya asustado. Pero estoy decidido a cambiar eso — respondió, su mirada firme.

—Quiero creer en ti, Alejandro. Quiero que esto funcione — dije, sintiendo una mezcla de esperanza y temor.

—Lo hará, Valeria. Lo prometo. Haré todo lo posible para no volverte a fallar — dijo, apretando mi mano con fuerza.

Nos quedamos en silencio, simplemente disfrutando del momento y de la compañía del otro. Sentí una paz que no había sentido en mucho tiempo, una sensación de que, tal vez, podíamos superar esto juntos.

Mientras caminábamos de regreso, me di cuenta de que la batalla interna que libraba no se resolvería de inmediato. La atracción y el amor que sentía por Alejandro eran reales y profundos, pero también lo era el miedo que me había sembrado su comportamiento violento.

Sabía que el camino por delante sería largo y complicado, lleno de altibajos y desafíos. Pero también sabía que estaba dispuesta a intentarlo. Alejandro era un enigma, una mezcla de luz y oscuridad, y aunque sus sombras me asustaban, no podía ignorar la conexión profunda que sentía con él.

Esa noche, mientras me acostaba, pensé en las promesas y en las esperanzas que había compartido con Alejandro. Sabía que no sería fácil, pero también sabía que valía la pena intentarlo. El amor y el miedo seguirían siendo compañeros en mi viaje, pero estaba lista para enfrentar lo que viniera, con la esperanza de que, algún día, la luz prevalecería sobre la oscuridad.

The Toxic Boy | El Chico ToxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora