#29 Reconstruyendo mi vida

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Después de que Alejandro fue llevado por las autoridades, me encontré en un lugar de transición emocional y mental. La casa de María se convirtió en un refugio temporal, un lugar donde podía empezar a reconstruir mi vida lejos de la sombra oscura que Alejandro había proyectado sobre mí.

Los primeros días fueron difíciles. Me despertaba en medio de la noche con pesadillas, sintiendo todavía el control de Alejandro sobre mí, incluso en sus ausencias. Pero poco a poco, con el apoyo inquebrantable de María y Javier, empecé a encontrar pequeños destellos de esperanza y sanación.

Javier, en particular, se convirtió en un pilar importante en mi vida. Desde el primer día que nos conocimos, su presencia había sido reconfortante y segura. Había arriesgado mucho para ayudarme a liberarme de Alejandro, y su valentía y bondad me impresionaron profundamente.

Una tarde, mientras estábamos sentados en el porche de la casa de María, Javier rompió el silencio con una pregunta suave.

—¿Cómo te sientes, Valeria? ¿Realmente cómo te sientes? —preguntó, sus ojos llenos de genuina preocupación.

Suspiré, mirando el horizonte.

—Es complicado, Javier. A veces siento alivio, como si un peso enorme hubiera sido levantado de mis hombros. Pero otras veces, me siento perdida, confundida. Alejandro tuvo tanto control sobre mi vida que ahora no sé bien quién soy sin él —respondí, tratando de ser honesta con mis sentimientos.

Javier asintió, su expresión comprensiva.

—Es normal sentirse así, Valeria. Has pasado por mucho, y tomará tiempo sanar completamente. Pero lo importante es que has dado el primer paso hacia tu libertad —dijo, su voz llena de apoyo.

Me sentí reconfortada por sus palabras, y por primera vez en mucho tiempo, me permití sonreír.

—Gracias, Javier. No sé qué habría hecho sin ti y María —dije, mi voz llena de gratitud.

Él sonrió de vuelta, su mirada cálida y protectora.

—Siempre estaremos aquí para ti, Valeria. Nunca estarás sola —dijo, y su promesa resonó profundamente en mi corazón.

Con el tiempo, Javier y yo pasamos más tiempo juntos. Empezamos a conocernos mejor, compartiendo nuestras historias y sueños. Descubrí que era un hombre increíblemente inteligente y apasionado por ayudar a los demás, cualidades que solo aumentaron mi admiración por él.

Una noche, mientras caminábamos por el parque cercano, nuestras manos se rozaron accidentalmente. Sentí una chispa de electricidad recorrer mi cuerpo, y cuando miré a Javier, vi una mezcla de sorpresa y afecto en sus ojos.

—Valeria, hay algo que necesito decirte —dijo, deteniéndose y girándose para mirarme directamente.

Mi corazón comenzó a latir más rápido mientras esperaba sus palabras.

—¿Qué es, Javier? —pregunté, sintiendo una mezcla de anticipación y nerviosismo.

Él tomó una profunda respiración antes de hablar.

—Desde el momento en que te conocí, supe que había algo especial en ti. Eres fuerte, valiente y compasiva, incluso después de todo lo que has pasado. Y... me he dado cuenta de que mis sentimientos por ti son más que solo amistad —dijo, su voz sincera y vulnerable.

Me quedé sin palabras por un momento, sintiendo una mezcla de sorpresa y emoción.

—Javier, yo... también he estado sintiendo algo por ti. Pero he estado tan enfocada en recuperarme que no estaba segura de cómo manejar estos nuevos sentimientos —respondí, tratando de ser honesta.

Él sonrió, una expresión de alivio y felicidad en su rostro.

—No tienes que apresurarte, Valeria. Lo importante es que nos tenemos el uno al otro, y podemos tomar esto a nuestro propio ritmo —dijo, su voz suave y comprensiva.

Sentí una oleada de alivio y esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, estaba empezando a sentir algo nuevo, algo positivo. Y sabía que, con Javier a mi lado, podía enfrentar cualquier desafío que el futuro me deparara.

A medida que nuestra relación florecía, también empecé a reflexionar más sobre mi relación con Alejandro. Había sido una experiencia oscura y traumática, pero también me había enseñado mucho sobre mí misma. Aprendí la importancia de la valentía, la resiliencia y el amor propio.

Una tarde, mientras estábamos sentados en el porche, compartí mis reflexiones con Javier.

—He estado pensando mucho en Alejandro y en todo lo que pasó. Fue una experiencia horrible, pero también me enseñó mucho sobre mi fuerza y mi capacidad para sobrevivir —dije, mi voz pensativa.

Javier asintió, escuchando atentamente.

—Es normal reflexionar sobre lo que has pasado, Valeria. Y es importante reconocer tu propio crecimiento y fortaleza —dijo, su voz llena de apoyo.

—Sí, es cierto. Pero también he aprendido que merezco algo mejor, alguien que me ame y me respete por quien soy —respondí, mirando a Javier con gratitud.

Él sonrió, tomando mi mano entre las suyas.

—Y eso es exactamente lo que te mereces, Valeria. Alguien que te valore y te apoye en cada paso del camino —dijo, su voz llena de ternura.

Con el tiempo, encontré una nueva perspectiva sobre mi pasado. Alejandro había sido una parte oscura de mi vida, pero no tenía que definir mi futuro. Con Javier y María a mi lado, estaba lista para construir una vida llena de amor, esperanza y felicidad.

Mientras el sol se ponía en el horizonte, me sentí llena de una nueva sensación de paz y propósito.

The Toxic Boy | El Chico ToxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora