Las calles del pequeño pueblo parecían más oscuras y peligrosas mientras María y yo corríamos hacia la seguridad de su casa. Podía sentir la tensión en el aire, el miedo constante de que Alejandro apareciera de nuevo. Pero la determinación en mi corazón era más fuerte que nunca. Esta vez, tenía que liberarme de él para siempre.
Cuando llegamos a la casa de María, cerramos la puerta con llave y nos aseguramos de que todas las ventanas estuvieran bien cerradas. Nos sentamos en el salón, tratando de recuperar el aliento y calmar nuestros nervios.
—Valeria, no podemos seguir viviendo así. Tenemos que hacer algo definitivo para detener a Alejandro —dijo María, su voz temblando ligeramente.
Asentí, sabiendo que tenía razón.
—Lo sé, María. Pero ¿cómo? Parece que siempre encuentra una manera de seguirnos, de controlar cada aspecto de mi vida —respondí, sintiendo la desesperación en mi voz.
María me miró con determinación.
—Hay una última opción, Valeria. Debemos enfrentarlo directamente, hacerle entender que no puede seguir controlándote. Si no lo detenemos ahora, nunca lo haremos —dijo, su voz firme.
Sabía que enfrentar a Alejandro era la única manera de liberarme de él, pero el miedo a lo que podría pasar era abrumador. Sin embargo, no podía permitir que el miedo me paralizara. Tenía que ser valiente, por mí misma y por las personas que me importaban.
Tomé una profunda respiración y asentí.
—Tienes razón, María. Es hora de terminar con esto de una vez por todas. ¿Cómo propones que lo hagamos? —pregunté, lista para escuchar su plan.
María me miró con seriedad.
—Alejandro está acostumbrado a que huyas de él, a que le temas. Esta vez, debemos enfrentarlo en su propio terreno, hacerle ver que no tiene poder sobre ti. Debemos atraerlo a un lugar donde podamos hablar y hacerle entender que se acabó —dijo, su voz llena de determinación.
La idea de enfrentar a Alejandro directamente me llenó de pavor, pero también de una renovada fuerza interior. Sabía que era la única manera de liberarme de él de una vez por todas.
—Hagámoslo —dije, con firmeza.
Pasamos las siguientes horas planeando cada detalle de nuestra confrontación. Sabíamos que no sería fácil, que habría riesgos, pero también sabíamos que era la única manera de recuperar mi libertad. María contactó a Javier, nuestro amigo experto, para que estuviera al tanto de la situación y pudiera intervenir si algo salía mal.
Finalmente, todo estaba listo. Decidimos citar a Alejandro en un lugar apartado y seguro, un viejo almacén abandonado en las afueras del pueblo. Sabíamos que sería difícil convencerlo de que fuera, pero María y yo estábamos decididas a hacerlo funcionar.
María envió un mensaje a Alejandro desde su teléfono, pretendiendo ser yo. Le dijo que estaba lista para hablar y resolver las cosas de una vez por todas. Como era de esperar, Alejandro respondió de inmediato, ansioso por encontrarse conmigo.
—Nos vemos en el almacén abandonado a las 8 p.m. No lleves a nadie —escribió María, su voz temblando ligeramente mientras enviaba el mensaje.
Esperamos con el corazón en la garganta, sabiendo que el momento decisivo estaba a punto de llegar. Cuando llegó la hora, nos dirigimos al almacén, cada paso llenándome de una mezcla de miedo y determinación.
Al llegar al almacén, nos escondimos en las sombras, esperando la llegada de Alejandro. Sabíamos que no tardaría en aparecer, y cuando lo hizo, mi corazón comenzó a latir con fuerza.
—Valeria, sé que estás aquí. Sal y hablemos —dijo Alejandro, su voz resonando en el espacio vacío.
Con el corazón en la garganta, salí de las sombras y lo enfrenté directamente.
—Estoy aquí, Alejandro. Pero esta vez, no voy a dejar que me controles —dije, mi voz firme.
Alejandro me miró con una mezcla de sorpresa y furia.
—¿De verdad crees que puedes desafiarme, Valeria? Eres mía, y siempre lo serás —dijo, su voz llena de arrogancia.
Sentí una ola de determinación inundar mi ser.
—No, Alejandro. Ya no soy tuya. Nunca lo fui. Esta vez, estoy aquí para terminar con esto de una vez por todas —dije, mirándolo directamente a los ojos.
Alejandro se acercó lentamente, su expresión cambiando de furia a algo más oscuro.
—¿Y cómo piensas hacer eso, Valeria? No puedes escapar de mí. Siempre te encontraré —dijo, su voz llena de amenaza.
Antes de que pudiera responder, María salió de las sombras, enfrentándolo con valentía.
—No estás solo, Alejandro. Esta vez, no te dejaremos seguir controlando a Valeria —dijo, su voz llena de determinación.
Alejandro se rió con desprecio, su mirada fija en María.
—¿Y crees que puedes detenerme? No sabes con quién estás tratando —dijo, su voz llena de malicia.
—Lo sabemos muy bien, Alejandro. Y esta vez, vamos a hacer todo lo posible para detenerte —dijo María, su voz firme.
Alejandro avanzó hacia nosotras, su rostro contorsionado por la furia.
—¡No puedes escapar de mí, Valeria! ¡Eres mía! —gritó, su voz llena de rabia.
Con el corazón latiendo con fuerza, me enfrenté a él con todo el coraje que pude reunir.
—No, Alejandro. Ya no soy tuya. Nunca lo fui. Esta vez, se acabó —dije, mi voz firme y decidida.
Alejandro se lanzó hacia mí, pero antes de que pudiera alcanzarme, Javier apareció de las sombras, interviniendo justo a tiempo.
—Eso es suficiente, Alejandro. Esta vez, no vas a lastimar a nadie más —dijo, su voz llena de autoridad.
La confrontación que siguió fue intensa y caótica. Alejandro intentó luchar, pero Javier y María lo enfrentaron con valentía y determinación. En medio de la confusión, sentí una mezcla de miedo y alivio, sabiendo que este era el momento decisivo.
Finalmente, con la ayuda de Javier, logramos someter a Alejandro. Respiré hondo, sintiendo una oleada de alivio y liberación.
—Se acabó, Alejandro. Esta vez, se acabó de verdad —dije, mi voz llena de determinación.
Alejandro nos miró con furia y desprecio, pero su resistencia se había agotado. Sabía que había perdido, y que no podría seguir controlándonos.
—Esto no ha terminado, Valeria. Siempre te encontraré —dijo, su voz llena de amenaza.
—Tal vez, Alejandro. Pero esta vez, estoy lista para enfrentar cualquier cosa que venga. No voy a dejar que me controles nunca más —respondí, mi voz firme.
Con la ayuda de Javier, llevamos a Alejandro a las autoridades, asegurándonos de que no pudiera seguir lastimando a nadie más. Mientras lo veía ser llevado, sentí una mezcla de alivio y tristeza, sabiendo que había perdido una parte de mí misma en el proceso.
Pero también sabía que había ganado algo mucho más valioso: mi libertad. Estaba lista para comenzar de nuevo, para reconstruir mi vida lejos de la oscuridad y el peligro que Alejandro representaba. Y aunque el camino hacia la recuperación sería largo y difícil, sabía que no estaría sola.
Con el corazón lleno de esperanza y determinación, me despedí de María y Javier, agradecida por su ayuda y apoyo incondicional. Estaba lista para enfrentar el futuro con coraje y fuerza, sabiendo que había superado el mayor desafío de mi vida.
Y mientras caminaba hacia mi nueva vida, sentí una paz interior que nunca antes había conocido. Estaba libre, finalmente libre, y nada ni nadie podría quitarme eso.
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The Toxic Boy | El Chico Toxico
Teen FictionValeria, una joven atrapada en la rutina, encuentra una pasión arrebatadora en Alejandro, un hombre carismático pero peligroso. A medida que su relación se profundiza, Valeria descubre el oscuro y violento lado de Alejandro, quien empieza a controla...