Los días siguientes a mi regreso con Alejandro fueron una mezcla confusa de emociones intensas y contradictorias. Me sentía atrapada entre el amor y el miedo, entre la esperanza y la desesperación. Alejandro parecía genuinamente arrepentido y, por momentos, mostraba una dulzura que casi me hacía olvidar el horror que había vivido.
Sin embargo, debajo de esa fachada, la oscuridad siempre estaba presente. A medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de que, en algún retorcido sentido, estaba empezando a aceptar esa oscuridad. No podía negar el poder que Alejandro tenía sobre mí, ni el hecho de que, a pesar de todo, una parte de mí seguía deseándolo.
Una noche, mientras cenábamos, Alejandro parecía más relajado que de costumbre. Había preparado una cena elaborada y me miraba con una intensidad que me hacía sentirme desnuda ante él.
—Valeria, ¿te gusta la cena? —preguntó, sonriendo de manera encantadora.
—Sí, está deliciosa —respondí, tratando de mantener la compostura.
—Me alegra. Quiero que te sientas bien, que sepas cuánto te amo —dijo, alcanzando mi mano sobre la mesa.
—Yo también te amo, Alejandro —dije, mi voz apenas un susurro.
—¿De verdad? A veces siento que no confías en mí, que aún tienes miedo —dijo, su tono volviéndose más serio.
—Es difícil olvidar lo que pasó. Pero estoy tratando, de verdad —respondí, sintiendo un nudo en el estómago.
—Quiero que confíes en mí, Valeria. Quiero que sepas que nunca volveré a lastimarte —dijo, apretando mi mano con fuerza.
—Lo sé, Alejandro. Estoy trabajando en eso —dije, tratando de calmarlo.
—Bien. Porque si estamos juntos, tenemos que estar completamente comprometidos el uno con el otro —dijo, sus ojos clavados en los míos.
Después de la cena, Alejandro sugirió que fuéramos a dar un paseo. Caminamos por el parque cercano, bajo la luz de la luna, y por un momento, todo parecía normal. Pero esa normalidad era solo una ilusión.
Mientras caminábamos, Alejandro me rodeó con su brazo y me atrajo hacia él. Sentí su respiración en mi oído y me estremecí.
—Valeria, ¿sabes lo que más me gusta de ti? —preguntó, su voz baja y seductora.
—¿Qué es? —respondí, sintiendo mi corazón latir más rápido.
—Tu fuerza. Aunque a veces intentas ocultarla, sé que eres fuerte. Eso es lo que me atrae tanto de ti —dijo, besando mi cuello.
—No siempre me siento fuerte —dije, cerrando los ojos y dejándome llevar por la sensación.
—Pero lo eres. Y juntos, somos imparables —dijo, girándome para mirarme a los ojos.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté, sintiendo una mezcla de curiosidad y aprensión.
—Quiero que aceptes todo de mí, incluso mi lado más oscuro. Solo así podremos ser verdaderamente felices —dijo, su mirada intensa y penetrante.
—¿Cómo puedo aceptar eso, Alejandro? Lo que pasó... fue horrible —dije, sintiendo las lágrimas amenazar con brotar.
—Lo sé. Pero también sé que hay una parte de ti que entiende mi oscuridad, que incluso la comparte —dijo, acariciando mi rostro.
—¿Cómo puedes decir eso? —pregunté, mi voz temblando.
—Porque lo veo en tus ojos. Lo siento en la forma en que respondes a mí. No podemos negar quiénes somos —dijo, besándome apasionadamente.
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The Toxic Boy | El Chico Toxico
Novela JuvenilValeria, una joven atrapada en la rutina, encuentra una pasión arrebatadora en Alejandro, un hombre carismático pero peligroso. A medida que su relación se profundiza, Valeria descubre el oscuro y violento lado de Alejandro, quien empieza a controla...