Los días después de mi decisión de aceptar la oscuridad de Alejandro fueron una mezcla de tensión y fragilidad. Sentía que caminaba sobre una cuerda floja, tratando de mantener el equilibrio entre mi amor por él y el miedo constante que lo acompañaba. Cada día parecía un juego peligroso de emociones encontradas.
Una noche, mientras estábamos en el salón, Alejandro se veía más agitado de lo normal. Su comportamiento errático siempre había sido una señal de que algo malo estaba por venir. Traté de no darle importancia, centrándome en el libro que estaba leyendo, pero su presencia inquietante era imposible de ignorar.
—Valeria, ven aquí —dijo de repente, su voz cortante.
—¿Qué pasa, Alejandro? —pregunté, levantando la vista de mi libro.
—Necesito hablar contigo. Ahora —dijo, señalando el sofá a su lado.
Me levanté y caminé hacia él, sintiendo un nudo en el estómago. Algo en su tono me decía que esto no iba a ser una conversación agradable.
—Siéntate —ordenó, su mirada fija en mí.
Me senté a su lado, tratando de mantener la calma.
—¿De qué quieres hablar? —pregunté, mi voz temblando ligeramente.
—He estado pensando mucho en nuestra relación. En lo que hemos pasado y en lo que nos espera —comenzó, su voz baja y peligrosa.
—¿Y qué has concluido? —pregunté, tratando de no mostrar mi miedo.
—Que aún no me has demostrado tu compromiso total —dijo, sus ojos brillando con una intensidad inquietante.
—¿Qué quieres decir con eso? Estoy aquí, ¿no? Te he dado otra oportunidad —respondí, sintiendo la tensión crecer.
—Eso no es suficiente, Valeria. Necesito más que palabras. Necesito que me demuestres que realmente me amas, que estás dispuesta a hacer cualquier cosa por mí —dijo, acercándose peligrosamente.
—¿Cómo se supone que haga eso? —pregunté, sintiendo el pánico comenzar a apoderarse de mí.
—Hay una cosa que necesito que hagas. Algo que probará tu lealtad y amor por mí —dijo, su voz apenas un susurro.
—¿Qué cosa? —pregunté, mi corazón latiendo a mil por hora.
Alejandro se levantó y se dirigió a una pequeña caja que tenía guardada en un rincón. La abrió y sacó un cuchillo, cuya hoja brillaba bajo la luz tenue de la habitación.
—Quiero que te hagas una marca. Una marca que simbolice tu compromiso conmigo —dijo, extendiendo el cuchillo hacia mí.
—¿Qué? ¿Estás loco? No puedo hacer eso —dije, retrocediendo instintivamente.
—Si me amas, lo harás. Es solo un pequeño sacrificio comparado con lo que yo he hecho por ti —dijo, acercándose con el cuchillo en la mano.
—No puedo, Alejandro. Esto es una locura —dije, tratando de razonar con él.
—¡Hazlo, Valeria! Demuéstrame que me amas —gritó, su rostro una máscara de furia.
La intensidad de su mirada me aterrorizaba. Sentí que no tenía elección. Tomé el cuchillo con manos temblorosas y lo miré, tratando de encontrar el valor para hacer lo que me pedía.
—Rápido. No tenemos toda la noche —dijo, su tono impaciente.
Con el corazón roto y las lágrimas corriendo por mis mejillas, hice un pequeño corte en mi brazo. El dolor físico era nada comparado con el dolor emocional que sentía.
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The Toxic Boy | El Chico Toxico
Teen FictionValeria, una joven atrapada en la rutina, encuentra una pasión arrebatadora en Alejandro, un hombre carismático pero peligroso. A medida que su relación se profundiza, Valeria descubre el oscuro y violento lado de Alejandro, quien empieza a controla...