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Gogo

Nunca había visto su hermano mayor actuar tan raro, ocultando sus libretas de bocetos, saliendo a escondidas de su casa, llegando con una sonrisa boba en sus labios o simplemente se decía a sí mismo, que era imposible que su gemelo estuviera enamorado del chico del cuál tiene un crush.

Midoriya Izuku, en el poco tiempo Gogo lleva conociendo y observando al peliverde, le ha parecido el hombre perfecto, maldice el hecho de que su hermano le haya pegado el ojo primero.

Se sentía un poco mal seguirlo casi a todas partes, mayormente, Izuku siempre se la pasaba con Katsuki. Parecían pareja a pesar que llevan unos meses conociéndose. Bueno, más de unos meses. Tan unidos que Gogo se deprimía al no ver oportunidad de acercarse al chico de pecas.

Hasta que, un día en una librería comercial, Gogo estaba buscando un par libros para estudiar, sin querer uno se le cayó y justo cuando se agachó a agarrarlo, una mano cicatrizada llegó primero.

Al reconocer la familiar mano, retrocedió sorprendido, Izuku con una sonrisa hacia él, levantó el libro y se lo extendió. Gogo se había sonrojado al instante, tragando duro y aceptando el objeto.

— Hola, Gogo... ¿Cómo estás? — Preguntó Izuku levantándose, el cenizo lo imitó.

Quien se movió incómodo, mirando a Izuku de pie a cabeza, unos jeans rotos, un blusón overside, esas simpáticas botas rojas, su mochila amarilla y un cámara profesional que cuelga en el cuello del pecoso.

— B-bien... ¿Cómo estás tú, Izuku? — Dijo, un poco tímido.

Apretó el libro que tenía en su pecho con fuerza, su corazón latía a mil. Era la primera vez que hablaba a solas con Izuku, sin la intervención de su hermano — ¿Cómo sabías que era yo?

— ¿Eh? Ah, bueno. Acabo de dejar a Kacchan en su taller de escultura — Dijo el peliverde señalando hacia afuera, Gogo se quería pegar contra la pared por su estúpida pregunta.

— Y-ya veo...

El silencio que se instaló fue incómodo, Izuku dejo de prestarle atención para buscar libros del otro lado del estante. Gogo apretó sus labios, tenía que hablarle, decir algo, quería tener una conversación normal con Izuku. Algo que más que simple saludos.

— Sabes... — Murmuró con un poco de temor — Me sorprende un poco que mi hermano mayor haya tenido dinero para arrendar un local y hacer su taller de escultura...

Comentó asustado, Izuku se dió la vuelta y sonrió, aquella sonrisa era tan hermosa que vuelve loco a Gogo, no solo a él, sino a su hermano gemelo también.

— Ah, yo se lo regale — Aquella confesión de Izuku cayó como un roca sobre la cabeza de Gogo.

—¡¿Tú se lo regalaste!? — Gritó el rubio totalmente asombrado de lo que acaba de descubrir, Izuku se rasco la nuca nervioso.

— S-si, ese local era del papá de un amigo, así que, me dejó el arriendo bastante barato. Decidí darle ese regalo a Kacchan por su cumpleaños. Cómo Kacchan siempre me habló de que algún día soñaba con abrir su propio taller, decidí darle...

Ese "Kacchan" ya le estaba comenzando a fastidiar a Gogo, ese apodo cariñoso que le puso el peliverde a su hermano, era demasiado meloso e íntimo.

Además, por un momento sintió celos, Izuku le regaló a Katsuki un local y se seguro más cosas, muchas más. Y a él nada.

Aquello lo decayó un poco, bajo su mirada y solamente emitió un "que bueno" entre sus labios. Cuando Izuku dejo de hablar, la situación ya se había puesto incómoda, Gogo solo jugaba con sus pies mientras que Izuku buscaba algo en su mochila al recordar algo.

— ¡Oh!¡Casi se me olvida! También te tengo un regalo de cumpleaños, como tú y Kacchan cumplen el mismo día. No me dió tiempo de dártelo — Indicó, extendiendo una bolsa al otro cenizo que se arrinconó a sí mismo al ver el regalo.

Miro a Izuku con un sonrojo en sus mejillas, este tenia una adorable sonrisa en su rostro — Toma, feliz cumpleaños atrasado. Perdona.

Gogo parpadeó un par de veces aún sin poder creerlo, con sus manos temblorosas, dejando caer el libro que tenía para agarrar la bolsa. Izuku recogió el libro mientras el cenizo saca el contenido de dicha bolsa.

Era un suéter de lana, parecía artesanal, era de un color vinotinto bonito. Gogo estaba más rojo que un tómate, no sabía que decir, aprecio con mucho cariño aquella prenda con su corazón retumbando en su pecho.

— G-gracias... Es bonito — Agradeció con mucha vergüenza, debía verse como un tómate bien maduro de lo rojo que estaba. De repente se sintió arrinconado en esos pasillos con Izuku quien emitió una risita.

Eso estaba volviendo loco a Gogo.

— De nada, me alegra que te guste — Dijo Izuku alborotando la cabellera ceniza de Gogo. Aquella casi hace que se desmaye el pobre de lo que estaba pasando dentro de él — Disculpa, me tengo que ir. Solamente vine aquí a buscar unas cosas para Kacchan.

Gogo asintió con la cabeza sin decir ni una palabra, Izuku se despidió con la mano después de tomar dos libros de cerámica y escultura, aquella acción la imitó el cenizo antes de deslizarse hasta caer al suelo.

Metió su cabeza entre sus rodillas, rojo, ilusionado, con él corazón latiendo a mil y con miles de mariposas en su estómago. Se encontraba en las nubes, suspirando totalmente feliz. Abrazo con fuerza aquel suéter.

Pensando que era el único que tenía un suéter de Izuku, al parecer hecho a mano por él mismo o alguien más. Sabe que a su hermano le regaló un local, pero, aquel simple regalo era lo suficiente para hacer volar a Gogo de la tierra.

Sin saber, que en realidad, Izuku también le había regalado un suéter a Katsuki pero, de color verde. Hecho por las manos de la madre del peliverde, simplemente le dió un regalo a Gogo por lastima.

Pero, aquella información era totalmente irrelevante para Gogo quien estaba muy, muy feliz. Y prefería quedarse en ese éxtasis.

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ENVIDIA - [Dekubaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora