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Yamikumo

Estaba tan preocupado. Gogo había llegado a su casa justo después de colgar la llamada de Katsuki, preguntando si había visto a su hermano menor,  desapareció de su casa sin dar señales ni decir a donde iba.

Cayendo en sus brazos mojado, llorando y lleno de lodo. No fue tan difícil cargarlo para llevarlo adentro de su casa, el cenizo había despertado luego de ponerlo sobre el sofá, estaba desanimado. Negándose a verle los ojos a Yamikumo.

Él no pudo evitar preguntarle muchas cosas pero, nunca le dieron respuestas a sus interrogantes. En cambio, le dijo a Gogo que secara, busco ropa suya para él dejando que se recostara en su sofá. Encendió la calefacción, cubriendo al rubio con una manta hasta puso una almohada en su cabeza, apenas notó que se había dormido.

Estaba tan confundido, jamás había visto a Gogo tan decaído, ¿habrá sido por el rechazo?¿O por el beso? Sin embargo, no tendría sentido la llamada de Katsuki. Sobre todo del porque había llegado en medio de la lluvia, empapado y con frío.

Tenía el presentimiento de que había pasado algo más, pero era ajeno a Yamikumo. Eso a él le acusa un sentimiento incómodo, quería saber más de la vida desastrosa de Gogo. A pesar de que este se pasó de la raya.

Suspiró pesado, cruzando sus brazos en el sofá para apoyar sus mejillas en estos fijando sus ojos rubí en Gogo. Incluso durmiendo, era tan lindo.

Su ceño relajado, sus pestañas largas cenizas, sus cachetes, dedos, nariz rojizos, su rostro fino, su cabello suave rubio... Sus labios rosados, todo de él era perfecto.

Yamikumo se sonrojó, intentando ocultar el hecho de que estaba admirando demasiado a Gogo. Levantó su mano para quitar algunos mechones dorados y ponerlos detrás de la oreja ajena pintada de carmín.

Sonrió cuál tonto después de esto, enterrando su cara en sus brazos, más rojo que un tómate. ¿Por qué su corazón latía tan rápido por un chico?¿Por qué estaba tan nervioso y emocionado a la vez?

Supo que sería una noche larga. Sabiendo que Gogo y él, tarde o temprano tendrían una conversación bastante seria.

A pesar de la visita, un tanto desprevenida, no iba dejar tirados sus deberes académicos. Preparó chocolate caliente acompañado con algunas galletas que su madre compró, agarró su laptop, sus cuadernos, libros y, acomodo todo en la mesita de la sala.

Que quedaba enfrente del sofá, se sentó dándole la espalda a Gogo dispuesto a continuar con sus tareas.

Eran las once de la noche, cuando Yamikumo apagó las luces de su casa para que el cenizo pudiera dormir bien. Bajando el brillo de la pantalla, sacando de su mochila sus gafas protectoras y una goma para amarrarse el cabello.

Recordó de golpe a Katsuki, quien le había dicho que cualquier cosa de su hermano se lo haría saber. Saco su celular marcando el número del otro rubio.

En ese momento, no estuvo al tanto de que cierto chico rubio había despertado. Con la penumbra del ambiente apenas enfoco bien su visión, lo primero que vio fue la figura de Yamikumo por la iluminación de la laptop.

Al parecer estaba hablando por teléfono, suspiró profundo acomodándose en la sube almohada, escuchando atento a la conversación ajena.

—Si, no te preocupes. Él está bien —le dijo a Katsuki a través en la llamada —, hablaré con él apenas despierte.

Ese tonto. Mis padres y yo estuvimos muy preocupados por él, agradezco tú amabilidad.

Es lo menos que puedo hacer por él.

Gogo apretó la manta debajo de sus palmas al escuchar la forma en como le habla Yamikumo a su hermano. Suave, despacio, con cuidado y... Muy simpático. Katsuki debió caerle muy bien.

Demasiado bien.

Yamikumo no lo iba negar tampoco. Katsuki de por sí, es un hombre con un encanto que no lo tiene cualquiera. Es clara la diferencia entre él y Gogo.

Katsuki puede ser explosivo, agresivo, brusco pero, detrás de ese ceño fruncido había un chico admirable en todos los aspectos. Seguro de sí mismo, inteligente, responsable, honesto y, sin negarlo, muy lindo.

Yamikumo pudo verlo en las pocas horas que estuvo con él trabajando en su exposición incluso, Katsuki lo invito a tomar un café un día estos. Se habían hecho muy buenos amigos.

Gogo, era todo lo contrario, Yamikumo lo notó enseguida apenas conoció a Katsuki. Era una persona tímida, amable, inseguro de sí mismo, siempre queriendo agradarle a las personas así eso implique perderse a sí mismo.

Lo más importante, le tiene envidia a su hermano mayor.

No es que lo haya visto de frente, pero lo supone. La forma en como nunca habló de Katsuki, la manera en que lo mira, en como evita hablar de él, en como la universidad Katsuki es el estudiante ejemplar y Gogo su sombra.

Sobre todo, aquel beso, aún que a Yamikumo le doliera fue para intentar superar su crush. ¿Cómo lo supo? Pues, las dos respuestas estuvieron sentados enfrente a él.

Gogo estaba enamorado de mí. Fue muy incómodo —le dijo Izuku. Aún seguían en la biblioteca estudiando.

—¡Ja! Como olvidarlo. Creo que sigue teniendo sentimientos por tí, Izuku —dijo Katsuki dirigiéndose a Yamikumo—No quiero sonar mal, pero en caso de que mi hermanito se sobre pase contigo. Piensa que es porque te pareces a Izuku.

—¡Kacchan!¡No digas eso! —indicó Deku dándole un codazo moderado a su novio.

—¡¿Que tiene!? Conozco a mi hermanito como la palma de mi mano. Es impulsivo, seguramente meterá la pata.

Yamikumo en esos momentos se había quedado en shock. Entonces, esa fue la razón del beso. Se sintió  molesto, pero, luego de pensarlo con calma. No pudo evitar sentirse mal por Gogo.

Ha pasado por mucho, ser la sombra de alguien no es bonito. Lo sabe perfectamente.

Quizás, si Gogo le dice la verdad, lo perdonará por usarlo como capricho. Pasará la página, intentará borrar a Izuku de su mente hasta que solo quede él. Porque si, el hecho que el atractivo de su primo este involucrado le causa celos.

Gogo era muy diferente a Katsuki.

Nadie ha visto lo hermoso que es Gogo, Yamikumo diría que era más hermoso que Katsuki. Solamente había que verlo con los ojos correctos.

El pelinegro se echó para atrás exhausto, dejado su cabeza en uno de los cojines del sofá. Miro hacia Gogo que se supone que estaba dormido, Yami sonrió.

—¿Cuando vas a dejar de fingir ser algo que no eres?

Gogo quiso brincar del susto, pero, sabía que eso lo delataría.

—Eres perfecto así tal como eres —le decía Yami, al cenizo "dormido" — Eres lindo, inteligente, astuto, amable, risueño... Perfecto, para mí lo eres.

Aquello lo decía con bastante cariño, acariciando la mejilla rojiza del contrario. Se levantó en un suspiró, dejando un pequeño beso en la frente de Gogo.

—Buenas noches. Mañana hablaremos mejor.

Sin más, Yamikumo se levantó, apagó su laptop, recogió todo el desorden preparándose para irse a su cama a dormir. Sin embargo, Gogo no se espero que el pelinegro lo cargará con tanta facilidad quedando como princesa en los brazos ajenos.

Fue puesto en el suave colchón de una cama desconocida, una acaricia más en sus cabellos cenizos y, luego, la puerta se cerro dejando a Gogo solo en una habitación desocupada.

Avergonzado, emocionado y muy, muy feliz.

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ENVIDIA - [Dekubaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora