6

1.1K 199 30
                                    

Yamikumo

—Me llamo Yamikumo Midoriya. ¿Y tú? —preguntó el pelinegro intentando ocultarse en su mechón. Gogo seguía en shock.

—Gogo Bakugou...

"¿¡Izuku tiene un primo o algo así!?" Pensó el rubio mientras observa como Yami sigue recogiendo libros. Estaba en shock, de verdad se parecía mucho a Izuku, en especial las pecas, ojos y el cabello rizado. Quizás sea genética familiar.

Gogo respiró profundo cuando Yami volvió a buscar su mirada —¿Estás bien? — preguntó, parecía preocupado. Gogo por asombroso que parezca, aquella pregunta, casi lo hace llorar.

Nadie le había preguntado como estaba o que se sentía, excepto ese extraño chico. Y lo agradecía.

—S-si... Gracias, Yamikumo —dijo Gogo, jugando con la manga de su suéter y dedicándole una sonrisa a Yami mientras inclina su cabeza aun lado.

El pelinegro no iba admitirlo en voz alta porque le daba vergüenza, pero, aquel chico Gogo, le pareció demasiado hermoso. Nunca había visto un hombre tan lindo como él, y eso que no es costumbre que le atraigan los hombres.

—Bueno, ya me voy —dijo Gogo, caminando de largo dejando a Yamikumo embobado.

—Adiós... —indicó alzando su mano débilmente para despedir al otro. No espero que Gogo lo mirará de reojo, y sonriera.

Esa sonrisa, provocó que el pecoso abriera sus ojos hasta donde pudo y un sonrojo en sus mejillas apareció cuando Gogo le devolvió el saludo de mano. Lo único que paso por la mente de Yamikumo fue una explosión de ternura.

Esa linda sonrisa, más los cachetes de un color carmesí y gesto de mano del rubio, fue demasiada ternura para Yami.

No sabe cuánto tiempo se quedó con la mano alzada y mirando el lugar por donde se fue Gogo, sino fuera porque alguien empujó su hombro, quizás estaría allí hasta tarde.

Avergonzado de sus pensamientos por el chico rubio, agarró sus cosas y salió de la biblioteca.

Y por primera vez en su vida, Yami sintió ganas de volver a tomar su libro de bocetos, queriendo plasma la hermosura del rubio en las hojas. Pero, tenía que volver a sus clases extra curriculares.

Los días para él siempre fueron aburridos, hasta  que apareció Gogo. Lo mantuvo distraído el pensamiento, el disco rayado de esa linda sonrisa en su mente. Sigue sin entender porque le pareció bonito ese chico.

Durante toda su vida, había sido invisible para las personas de su alrededor, incluso para su familia. Pero, Gogo lo había notado, por primera vez, alguien lo miró de una manera que nadie más lo había hecho.

El día paso rápido para Yamikumo, tanto que cayó la noche, cuando estuvo regresando a su casa mientras leía un libro, de reojo vio algo que lo dejo paralizado.

—¿Gogo? —dijo, al ver cierta cabellera ceniza en los columpios del parque.

Curioso, cruzo la calle para acercarse a él quien estaba en posición fetal, abrazando sus piernas y su cabeza escondida entre estás. Yami trago duro, dudando de hablarle.

—Gogo.

Apenas dijo esto, el mencionado brinco en su puesto. Se sonó la nariz y levantó su cabeza hacia Yami, este mismo expandió sus ojos al ver a Gogo.

Tuvo que dejar su lado extrovertido aun lado y dejarse consumir por la preocupación pura.

—¿¡Que te paso!? —gritó, provocando que el rubio retrocediera y bajara sus piernas —Gogo, ¿Por qué estás llorando?¿Y... Eso es una marca de una mano?¿Quien te pego...?

ENVIDIA - [Dekubaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora