Cap.03. Pt.05

3 1 0
                                    

Con un gesto sutil indicando que se retirara, Jackson volvió a su asiento en la mesa, reorganizando meticulosamente los expedientes.
Mientras tanto, el nano-dron se acercó con elegancia a Argo, como si estuviera guiándolo hacia la salida de la sala. Argo, anticipándose, realizó una reverencia al estilo karateca hacia Jackson y Murray, expresando su gratitud por la invaluable oportunidad brindada.
—Craaak felicidades— decía Murray lleno de alegría, mientras se movía en su lugar dando pequeños brincos como si estuviera aleteando. Por otro lado, Jackson, con su expresión seria, levantó la mirada y guiñó un ojo en señal de aprobación, mientras una impresionante nube de humo emanaba de su nariz con cada exhalación de su cigarro.
Con una sonrisa radiante, Argo da media vuelta mientras su rostro irradia una felicidad encantadora. A su lado, el nano-dron, en el corto trayecto, le proporciona las indicaciones siguientes. Argo ya tiene claro su próximo paso, dirigirse al ascensor y esperar que el sintético lo envíe a las bodegas subterráneas. Allí, recogerá su indumentaria y otros útiles.

Sin perder ni un instante, Argo se lanza corriendo por el pasillo, inhalando el exquisito aire con determinación mientras visualiza mentalmente el uniforme de la academia sobre su cuerpo. Ajeno a los gritos de los otros niños que aún no han sido llamados a entrevista y a los recién llegados al pasillo, Argo responde con entusiasmo mientras casi alcanza el ascensor. Al borde de la euforia, grita y salta, girando en el aire con un puño alzado hacia el cielo: —¡Soy un alumno oficial, Buena suerte a todos!—, descendiendo lentamente en el aire, como si fuera coreografiado, el sintético ya ha ingresado las coordenadas, haciendo que Argo desaparezca justo antes de que sus pies toquen el suelo del ascensor, logrando un teletransporte con estilo.

En el décimo piso subterráneo, el amplio domo se extiende como un laberinto de bodegas, cada una destinada a un propósito específico. Las inmensas estanterías, que se alzan hacia el techo, están repletas hasta el límite con una asombrosa variedad de herramientas, utensilios, artículos electrónicos, insumos médicos, armas, semillas y un sinfín de otros objetos indispensables para la vida en la academia.
Desde las herramientas más simples hasta los dispositivos más sofisticados, todo está cuidadosamente organizado en este vasto espacio. Cada estante parece una historia en sí misma, con su carga de conocimiento y potencialidades. El aire está impregnado con el olor de la metalurgia, el plástico recién fabricado y el aroma fresco de las semillas. Es un espectáculo impresionante y cautivador, donde la utilidad y la innovación se entrelazan en un mar de posibilidades infinitas, enjambres de nano-drones, con sus zumbidos eléctricos que cortan el silencio, trabajan incansablemente distribuyendo y reponiendo los objetos con una precisión asombrosa.
Su labor es un baile de tecnología y habilidad, una sinfonía de movimiento sincronizado que asegura que cada objeto esté en su lugar y listo para ser utilizado en el momento preciso.

Argo se materializó en el piso subterráneo, ignorando al sintético ubicado a su lado, avanzó lentamente, cautivado por la grandiosidad del lugar. Cada rincón irradia una impresionante sensación de magnificencia, con filas interminables de estantes gigantes y enjambres de nano-drones trabajando sin descanso.
Con cada paso, su asombro se intensificaba, fascinado por la sinfonía de actividad tecnológica que lo rodeaba.
Sin apenas darse cuenta, Argo se encontró frente al mesón de distribución, donde varios sintéticos entregaban los suministros necesarios a los recién llegados.
Aunque no había una fila de niños esperando, la eficiencia de los droides a cargo de la inmensa bodega era impresionante. No solo atendían a los nuevos ingresados, sino que también a todo el personal y los nano-drones que trabajaban incansablemente en la academia.
Era un ballet de servicio y coordinación, donde la tecnología y la eficacia se fusionaban para satisfacer cada demanda con prontitud y precisión.

En el mesón, el sintético con una voz robótica femenina dice
—¡Hola, Argo! Estoy aquí para ayudarte. Felicidades por tu ingreso a la academia. ¿Qué necesitas?—
Argo responde con confianza: —Hola, ARIA gracias; Vengo por mis cosas—.

Agente ARGO    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora