El magnífico y brillante sol apareció veloz, encontrando a Argo rebosante de emoción, apenas habiendo disfrutado de dos horas de sueño, si acaso.
Sin embargo, desafiando sus costumbres, se aventuró incluso a preparar el desayuno.
Los huevos y la exquisita tocineta instantánea no presentaban gran dificultad; bastaba con añadir un par de gotas de agua limpia para deleitar el paladar con su eficiencia culinaria.
La transformación y duración óptima a temperatura agradable era un misterio que solo los dueños de OZYRIS Corporación podrían revelar.
Sin embargo, el sabio consejo dictaba mantenerse al margen de sus asuntos, pues suelen hacer desaparecer a quienes se entrometen demasiado.En la estancia principal, la luz tenue que se filtraba era una joya escasa, a menudo desafiada por el bullicioso ballet de los pequeños nano-drones o nano-maquinas danzando en un frenesí de reparaciones y construcciones durante los días más activos.
Mientras tanto, el delicado aroma del vapor que se alzaba de las alcantarillas, impregnado con el perfume terroso de la ciudad, luchaba por imponerse sobre los deliciosos olores del desayuno recién preparado.
Era una danza constante entre los sentidos, donde mantener cerrado el ventanal se había convertido en un ritual cotidiano, protegiendo así la serenidad y la esencia hogareña de las incursiones externas.
Alex fue el segundo en despertar, algo inusual ya que normalmente era el primero en hacerlo. Sin embargo, esta vez el irresistible aroma del desayuno lo acompañó desde el momento en que abrió los ojos, llenándolo de motivación y alegría.
Ya bien vestido, seguido de un tierno beso en la frente a su mujer y el corazón ligero acompañado de una melodía familiar en los labios, comenzó a cantar mientras se dirigía hacia la mesa con paso animado.
—Campeón, campeón, campeón hay uno solo...se llama Argo...—. Desafinadamente pero rebosante de entusiasmo, la tonada resonaba en la habitación, recordando los días de gloria en el estadio, donde Alex alentaba apasionadamente a su equipo favorito. Su voz, aunque no era la más afinada, irradiaba un fervor contagioso que sacaba sonrisas a Argo y despertaba incluso a Canela, de su plácido sueño.
Mientras se acercaba a la mesa, Alex se movía con la confianza de quien lleva años desempeñando las mismas tareas, cada movimiento era preciso y eficiente.
El crujir de su overol y botas desgastadas más el deterioro de sus lentes antiradiactivos siempre sobre la cabeza recordaba los innumerables desafíos a los que se había enfrentado en el puerto, mientras que el tintineo de sus herramientas atadas a su cinturón añadía una nota extra al canto musical a su paso.
—Puta que extraño ir al estadio..—, expresó Alex incorporándose al desayuno, con un dejo de frustración en su voz, recordando las "copas del mundo", mientras se servía una generosa porción de tocineta.
—La pelota nunca muere, eso sí—, continuó Alex con la boca llena, enfocado ahora en sus huevos.
—Tenemos dos balones de fútbol del antiguo mundo impecables y somos campeones invictos de la liga gremial—, proclamó con orgullo entre bocados.
—Tu humilde servidor se lleva el título de goleador total de liga—, añadió con un tono de agrandado, aunque era bien sabido que también se destacaba como el
"sin pase" del equipo.
Argo sonreía, estaba completamente concentrado en su desayuno, mientras escuchaba atentamente las ocurrencias del novio de su hermana.
De repente, la interrupción de Canela lo sacó de su ensimismamiento. —¡Son más malos para el fútbol, puros viejos gordos!—, dijo Canela incorporándose a la mesa entre carcajadas, mientras Alex, casi atorándose con la comida y visiblemente avergonzado, canela remataba: —Si los buenos murieron con las bombas en la gran guerra—.La escena dejó a Argo envuelto en risas, incapaz de contener la diversión ante la situación.
—¡No tienes corazón, mujer!— exclamó Alex, terminando al fin de tragar con una expresión medio ofendida, lo que le quitó el ánimo circense que llevaba consigo.
—Pero tú eres buenísimo, amor—, dijo Canela con un toque sarcástico, pero al mismo tiempo amoroso, mientras le guiñaba un ojo a Argo, añadiendo un matiz de ternura a la situación.
Alex miró a Argo con complicidad, consciente del estilo de humor sarcástico de Canela. —¿Cómo te sientes para la entrevista?— preguntó Alex a Argo, cambiando de tema abruptamente y marcando un cambio rotundo en el ambiente. —Preparado,— respondió Argo con firmeza, dejando claro su estado de ánimo y su disposición para enfrentar la entrevista.
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Agente ARGO
Science FictionEn un mundo arrasado por la guerra, Argo entrena para convertirse en un agente de élite, la última línea de defensa de la humanidad. Con el futuro de su gente en juego y sombras acechando en cada esquina, deberá superar pruebas letales y enemigos im...