Cap.13 Pt.02

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Aproximadamente tres mil niños y niñas estaban formados en filas perfectamente alineadas, ocupando casi media hectárea en el inmenso campo de entrenamiento, que se extendía por unas impresionantes 50 hectáreas de terreno salvaje y cuidadosamente diseñado para futuros desafíos. La organización era impecable, y la magnitud del lugar hacía que incluso esa multitud pareciera pequeña ante el vasto paisaje.

Cada diez metros, sintéticos de soporte se mantenían inmóviles, amplificando las voces de los tres instructores mediante los micrófonos de sus nano-visores, asegurando que cada palabra resonara claramente, incluso para quienes estaban al final de la formación.

El aire estaba cargado de expectativa, mientras el bioma silvestre que rodeaba a los niños parecía observar en silencio. La tensión crecía con cada segundo, hasta que uno de los instructores dio un paso al frente. Su postura firme y su presencia dominante capturaron la atención de todos.

De pronto, uno de los instructores, de pie en el centro, dio un paso al frente. Con una estatura de 1.80 metros, musculatura definida, corte militar y el uniforme distintivo de la Doble A, su aspecto era intimidante. Justo cuando parecía que comenzaría a hablar, su mirada se detuvo en dos niños entre las filas. Su expresión se tensó.

—¡Oye tú, quítate esos lentes de sol!— señaló con firmeza, luego giró hacia otro.
—¡Y tú, sácate esa bandana de la frente y ponla en el suelo! ¿Dónde creen que están?—

El instructor movió la cabeza en negativa, claramente desilusionado y molesto. Dio unos pasos hacia el frente, pasando la mirada por toda la formación. Su voz se alzó nuevamente, potente y cargada de autoridad:

—¡A ver, alto un momento!— Su tono era duro, y su expresión dejaba claro que no toleraría más.
—¡Firmes! Acá, quieren ser agentes, ¿o no?!— gritó, paseándose de un extremo al otro, observando cada rostro con una mirada que parecía atravesar a los niños.

—¡Tomen esta oportunidad, porque no hay otra chance en la vida!— continuó, deteniéndose un momento para enfatizar sus palabras.

El silencio fue total mientras la tensión crecía. Luego, el instructor extendió un brazo hacia los otros dos que estaban a su lado, igualmente intimidantes, y declaró con voz potente:
—¡Durante todo el curso, seré su instructor principal! Este es mi equipo.

Hizo una pausa para asegurarse de que todos lo miraran directamente antes de continuar:
—¡Se dirigirán a nosotros como "Instructor" en todo momento, ¿entendido?!—

Un rugido sincronizado surgió de la multitud:
—¡Sí, instructor!—

El hombre asintió, satisfecho, aunque su mirada seguía siendo seria.
—¡No somos simples instructores, somos agentes activos, y créanme, hemos pasado por todo!.—

El instructor principal continuó su recorrido por la formación, su voz resonando con una intensidad que se sentía en cada rincón del vasto campo:

—¡Si en cualquier momento del día quieren renunciar, porque no tienen la capacidad física, mental o simplemente sienten que no están preparados o ambas—, levanten la mano, acérquense a un instructor o a un sintético y avisen su retiro!.—

Hizo una pausa breve, dejando que sus palabras calaran hondo entre los tres mil niños y niñas que lo miraban con atención.

—¡Y no les dé vergüenza! Simplemente váyanse. No es una vergüenza rendirse.—

Sus pasos se detuvieron un momento, y su expresión adquirió un tono más severo mientras recorría con la mirada a los rostros de los niños, muchos de ellos emocionados, pero otros comenzando a mostrar un atisbo de duda.

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