𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑢𝑛𝑜

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-Es un buen día para volar, Eg -dijo Daenerys mientras caminaba hacia la fosa de dragones, seguida por Aegon y Aemond.

-Como digas -respondió Aegon.

Aemond se limitó a asentir, pues era un joven de pocas palabras.

En la fosa se encontraron con los dos menores, Jacaerys y Luke, quienes volarían con ellos.

El primer dragón en salir fue Meraxes, uno de los dragones más antiguos del reino. La princesa había logrado domarlo con gran habilidad hace solo una semana. Este rugía con fuerza, asustando a todos menos a Aemond, quien admiraba la escena.

-Kalitis Meraxes -(detente, Meraxes) dijo Daenerys en Alto Valyrio con una sonrisa, acariciando a su dragón.

Ella lo soltó, dejando que volara libre por el cielo. Pronto salieron los dragones de los demás, quienes trataban de domarlos torpemente.

Aegon se acercó a su hermano menor, tomándolo por los hombros.

-Tenemos una sorpresa para ti -dijo el mayor.

-¿Qué es? -preguntó Aemond con inocencia.

-Es algo muy especial -respondió Luke antes de correr lejos.

-Eres el único que no tiene dragón. Nos sentimos mal por eso, así que encontramos uno para ti -continuó Aegon.

Daenerys miraba la escena seria, pues ella no sabía lo que iba a pasar.

-¿Un dragón? -preguntó Aemond, acercándose a la fosa con su hermano-. Como los dioses -añadió.

Luke salió de la fosa con una correa atada a un cerdo, el cual era para Aemond. Todos empezaron a reírse de él.

Daenerys se acercó furiosa a ellos.

-Les recomiendo que se larguen si no quieren que los mate -dijo ella. Aunque solía ser buena, también poseía un carácter extremadamente fuerte, lo que hizo que todos le temieran a lo largo de los años.

Los tres salieron a pasos apresurados, dejando a Daenerys y Aemond solos.

-Deberías sentir lástima por ellos, no furia -dijo ella de espaldas, mientras acomodaba su capa.

-Son idiotas -dijo él, viéndola.

-Lo son, por eso debes sentir lástima. No son lo suficientemente listos como tú.

ellos siempre fueron muy unidos, pero su relación no era como la que tenia con Aegon, era mas cercana. ambos se visitaban seguido en sus alcobas usando los pasadizos, para pasar las noches hablando frente a la chimenea.

De pequeño a Aemond le asustaban mucho las tormentas, pues Aegon lo había traumado con ese tema. Así que ella iba al cuarto de el para que no estuviera solo, pero ella se iba muy temprano ya que si se sabia podían poner en duda la virtud de la princesa, pensando cualquier cosa.

Ella era la única que no lo miraba con lástima, sino que lo veía como lo que era, un niño más que inteligente, como ella. Por eso él la admiraba, o ambos y tal vez... sentían algo más.

-Ven -dijo ella caminando al exterior.

-¿Dónde vamos? -él la siguió.

-Al cielo -contestó ella con una sonrisa.

Ambos pasaron el resto de la tarde volando. Daenerys se encargó de enseñarle todo lo que debía saber sobre los dragones.

Ya de noche, regresaron al palacio.

-Descansa, 𝑀𝑜𝑛𝑑. Mañana tenemos entrenamiento temprano -dijo ella en un tono suave.

-De acuerdo, descansa, 𝐷𝑎𝑛𝑦.

-Descanse, mi príncipe -dijo ella haciendo una reverencia hacia él con una sonrisa.

Aemond sonrió y se fue a sus aposentos. Esa noche fue difícil conciliar el sueño, pues en su cabeza reinaba la princesa. Era la única que parecía estar realmente preocupada por él, la única que lo defendía y le enseñaba cosas útiles, la única que no lo veía como un pobre niño indefenso, la única a la que amaba.

Luego de un rato logró dormirse.

A diferencia de Aemond, Daenerys se levantó de un salto, asustada y agitada. Últimamente tenía pesadillas que la atormentaban sin piedad. Se quedó sentada en la cama tratando de regular su respiración. Para su mala suerte, no pudo volver a dormir. Pasó la noche despierta, caminando de un lado a otro en su cuarto, de muy mal humor por la pesadilla y las malas pasadas que le jugaba su mente.

Al amanecer, llegaron las sirvientas para vestirla para su entrenamiento. Se vistió de negro y recogió su cabello platino en una coleta algo desprolija, dejando dos mechones ondulados a los lados de su rostro, que le daban un toque hermoso a su apariencia.

Al bajar, vio que el resto ya estaba allí practicando.

- Buenos días, princesa - dijo ser Harwin al verla.

- Buen día, ser Harwin - respondió ella tratando de sonar amable mientras tomaba una espada.

- Me conmueve tu felicidad el día de hoy, sobrina - dijo Aegon con sarcasmo.

- No estoy de humor, Aegon. No me jodas - dijo ella hostil.

Aemond la miró con curiosidad. No hacía falta indagar mucho para notar su mal humor; solo era necesario observar con atención, cosa que nadie hizo, excepto el. Daenerys comenzó a entrenar con Ser Criston Cole de forma muy hábil, mientras el resto entrenaba con espadas de madera entre sí.

Un buen rato ya había pasado cuando los niños estaban más que cansados. Todos estaban parados tratando de regular su respiración, pero Dany parecía no cansarse.

- Enfócate - le decía Cole. A él no le agradaba mucho la princesa, pues era un recuerdo constante de su madre, Rhaenyra. Por eso, era muy rudo con ella en los entrenamientos.

- ¿Eso es todo lo que tienes, princesa?- dijo el con resentimiento.

La princesa apretó la mandíbula y siguió peleando de forma hábil, logrando desestabilizarlo varias veces. Para este punto, las miradas de todos recaían en ella.

- Parece que no es tu mejor día, ¿verdad? -dijo él, tratando de no sonar tan hostil, pero no lo logró.

Ella, ya muy irritada, lo atacó con ganas, logrando desestabilizarlo y haciendo que su espada cayera por ahí, y Ser Cole cayera boca abajo con fuerza. el levanto la cabeza para verla.

Ella lo miró con ira, su mirada era tan oscura que asustaba. Si las miradas mataran, en ese momento Ser Cole no sería más que cenizas. Él se levantó rápidamente y se acercó a ella, tomándola del brazo, cegado por su enojo.

- Quítame las manos de encima o te las quito yo -dijo ella enfrentándolo.

- Creo que será mejor que espere con la princesa Haelena -respondió él, enojado.

- Sácame las manos de encima o te las corto -respondió ella.

Todos miraban con asombro y temor, hasta que Harwin intervino y sacó a Cole. El era como un segundo padre para ella, había estado presente siempre y cuando ella cumplió la edad suficiente para tener a un caballero que la cuide, lo eligió a el sin dudarlo.

Ella se retiró sin decir nada.

𝐿𝑒𝑡 𝑇ℎ𝑒 𝑊𝑜𝑟𝑙𝑑 𝐵𝑢𝑟𝑛 (𝐎𝑒𝑚𝑜𝑛𝑑 𝑇𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑊𝑒𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora