𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑐𝑎𝑡𝑜𝑟𝑐𝑒

78 5 0
                                    

-No creo que al príncipe le agrade la idea -dijo la reina, con una mirada de preocupación.

-¿Qué importa lo que piense ese pequeño? -replicó Daemond con una leve sonrisa, una chispa de desafío en sus ojos.

-A mí me parece una buena idea -intervino el rey, con una sonrisa que reflejaba su aprobación-. El matrimonio de Aegon y Haelena servirá para unir a la familia, seguir con este hermoso linaje.

-Claro, su majestad -asintió la Mano, inclinando la cabeza en señal de acuerdo.

-¿Qué opinas, princesa? -preguntó el rey, dirigiendo su mirada hacia ella.

-Creo que es una buena idea, fortalecer la casa -dijo ella, tratando de ocultar sus verdaderos sentimientos. Sabía que Aegon no reaccionaría bien a la noticia, pero en ese momento, no podía hacer mucho al respecto.

-Genial, se lo informaré esta tarde -anunció el rey, con una determinación inquebrantable.

-Su majestad, creo que ahora tenemos otro asunto más importante que atender -interrumpió Otto, con un tono grave.

-Cierto, la guerra -dijo el rey, cambiando de tema sin perder su compostura-. Daemond, ya la has ganado una vez, ¿puedes hacerlo otra vez?

El rey no parecía captar la gravedad del asunto, lo que preocupó a la princesa y a la Mano.

-Por supuesto que puedo -respondió Daemond, con una seguridad que no dejaba espacio para la duda-. Prepararé al ejército y todo lo necesario.

-Me parece bien -dijo el rey, confiando plenamente en su hermano-. Mientras, la princesa podría...

El rey fue interrumpido abruptamente.

-La princesa vendrá conmigo a combatir -declaró Daemond, con una firmeza que no admitía discusión.

Daenerys se tensó al oír esas palabras. La última vez había salido muy herida, y aún no se había recuperado del todo.

-Daemond, hermano, sé que solían ir a combatir juntos, lado a lado, pero creo que la princesa no se encuentra en condiciones. Ella ya está herida y el maestre dijo que debía descansar -dijo el rey, con un tono de preocupación en su voz.

-Las heridas no son más que cicatrices en proceso de sanación, hermano. Daenerys es fuerte, lo ha demostrado una y otra vez -replicó Daemond, con una mirada desafiante.

-Pero esta vez es diferente -insistió el rey, su voz temblando ligeramente-. No podemos arriesgar su vida. No cuando ya está debilitada.

Daenerys observaba el intercambio en silencio, su corazón latiendo con fuerza. Sentía la tensión en el aire, el conflicto entre el deber y la preocupación.

-Ella decidirá -dijo finalmente Daemond, volviéndose hacia su hija-. ¿Qué dices, Daenerys? ¿Lucharás conmigo una vez más?

Daenerys sintió todas las miradas sobre ella, esperando su respuesta. Sabía lo que debía decir, pero también conocía el precio que podría pagar.

-Lucharé -dijo con firmeza, a pesar de la tensión en su voz.ella sabia que podia desafiar a su padre.

El rey suspiró, derrotado por la determinación en los ojos de su hija. Sabía que no podía detenerla, pero la preocupación seguía pesando en su corazón.

-Entonces, que así sea -dijo finalmente, con un tono resignado-. Que los dioses nos protejan a todos. saldran en unos dias, al amanecer.

El consejo terminó y cada uno se dirigió a sus tareas.

La princesa fue a sus aposentos a preparar todo lo necesario para partir, otra vez. Aunque ella no lo admitiera, el miedo la estaba carcomiendo por dentro.

Así estuvo un par de horas, hasta que escuchó un golpe en la puerta.

-Pase -dijo ella.

-Nieta mía, ¿cómo te encuentras? -El rey entró con una sonrisa.

-Bien, majestad. Preparo todo lo necesario para marchar -dijo ella con un intento de voz firme y una sonrisa.

-Me alegro, princesa. No era mi intención interrumpirla, pero necesito que me acompañe -dijo el rey, ya no tan feliz.

-¿Todo bien, majestad? -preguntó ella, sin entender.

-Ya lo verás.

Ambos se fueron, pero esta vez sin escoltas.

llegaron al gran salón bajo el castillo, donde se encontraba la cabeza del gran dragón Balerion.

-Balerion, junto con tu dragón Meraxes... fue la última criatura viva que vio a la antigua Valyria antes de la Perdición -dijo el rey Viserys, mirando al dragón frente a él.

Daenerys lo observaba desde más atrás, ambos iluminados por la tenue luz de las velas.

-Su grandeza y sus defectos. Cuando ves a los dragones, ¿qué es lo que ves? -continuó el rey.

-¿Qué? -respondió ella, sin entender.

-Contéstame, es importante. ¿Qué es lo que ves?

Ella dejó de mirar al rey y fijó su vista en Balerion.

-Supongo que a nosotros -dijo.

-Dime -la miraba con dolor y preocupación.

-Se dice que los Targaryen son más cercanos a los dioses que a los hombres. Pero dicen eso por los dragones; sin ellos somos iguales a los demás -ella volvió su vista al rey, quien asintió al oír lo último.

-La idea de que controlamos a los dragones es una ilusión. Son un poder con el que el hombre nunca debió interferir, uno que llevó a Valyria a la Perdición -Viserys empezó a caminar a paso lento mientras hablaba-. Si no recordamos nuestras historias, haremos lo mismo con nosotros. Un Targaryen debe entender eso para poder ser rey... o reina -dijo viéndola.

Ella lo miró, sin saber cómo reaccionar o qué decir.

-Lo siento, Daenerys. Me acaban de informar que tu madre se encuentra en mal estado de salud, por su labor de parto. Los maestres no saben si... podrá hacerlo -dijo él con dolor por su hija, evitando quebrar su voz.

-¿Qué? -dijo la princesa, tratando de procesar la información.

-Debo prepararte, debes estar lista. Si algo le pasa a tu madre, tú serás la heredera directa del Trono de Hierro. Si algo me pasa... serás la reina de los Siete Reinos -los ojos de ella estaban cristalizados, pero no derramó ni una lágrima.

-Has sacado lo mejor de tu madre, creo en ti. De verdad creo que tú puedes ser una gran reina, ella también lo cree -continuó el rey.

-Mi madre es... tu heredera. Si algo le pasa, Daemond es tu heredero -dijo ella, viéndolo, tensa.

-Daemond, tu padre, no está hecho para usar una corona, pero creo que tú sí lo estás. Esto no es un gesto trivial, Daenerys. La montura de un dragón es una cosa, pero el Trono de Hierro es el lugar más peligroso de todo el reino. Hay... hay algo más que necesito decirte.

Ella asintió muy leve, viéndolo atenta, guardando cada palabra en su cabeza.

-Puede que sea difícil que lo entiendas, pero debes oírlo. Nuestras historias nos dicen que Aegon observó sobre Blackwater desde Dragonstone y vio una rica tierra para la captura. Pero la ambición sola no lo llevó a la conquista, fue un sueño. Así como Daenys predijo el final de Valyria, Aegon predijo el fin del mundo de los hombres. Dará inicio con un terrible invierno que soplará desde el norte lejano. Aegon vio la oscuridad absoluta cabalgando esos vientos y lo que sea que venga, destruirá el mundo de los vivos. Cuando ese gran invierno llegue, Daenerys, todo Westeros deberá hacerle frente, y para que los hombres sobrevivan, un Targaryen deberá sentarse en el Trono de Hierro, un rey o una reina, con fuerza suficiente para unir al reino contra el frío y la oscuridad. Aegon llamó a ese sueño 'La Canción de Hielo y Fuego' -el rey dijo esta última frase mientras ponía su mano izquierda en su daga.

-Este secreto ha sido pasado de rey a heredero desde el tiempo de Aegon. Ahora debes prometerme que lo llevarás contigo y lo protegerás.

Ella lo miraba con la mente colapsada.

-Prométeme esto, Daenerys. Debes prometerlo -repitió el rey.

-Lo prometo -dijo, seria, en un tono firme.

𝐿𝑒𝑡 𝑇ℎ𝑒 𝑊𝑜𝑟𝑙𝑑 𝐵𝑢𝑟𝑛 (𝐴𝑒𝑚𝑜𝑛𝑑 𝑇𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑦𝑒𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora