𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑒

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Daenerys estaba entrenando con Ser Harwin cuando sus tíos llegaron, listos para unirse a la práctica. Aunque la princesa no se encontraba en las mejores condiciones. apenas había dormido y se había levantado con un dolor de cabeza insoportable, algo que se reflejaba en su rostro.

se preparó para el entrenamiento. Al parecer, su tío mayor estaba en las mismas condiciones.

—Agh, no quiero entrenar, solo quiero dormir —se quejaba Aegon.

—¿Tuviste una buena noche, hermanito? —dijo su hermano con una sonrisa irónica.

—Sí, la tuve. Cada vez hay más bellezas en la calle de la seda. Deberías acompañarme otra vez —respondió Aegon con una sonrisa maliciosa.

—No lo creo. Parece que ya tienes una nueva compañera —replicó su hermano con seriedad mientras se dirigía a tomar su espada.

Aegon se quedó pensativo, preguntándose cómo lo sabía. Daenerys, que no estaba lejos, tomó su espada nuevamente y se posicionó.

—Princesa —dijo Ser Cole a modo de saludo al verla

— Príncipe Aegon, comience-

Aegon bufó y se colocó frente a su sobrina. Ambos comenzaron a entrenar, pero en pocos minutos, él ya estaba en el suelo. Era evidente que su destreza no era luchar, y menos contra ella.

La princesa movió su cuello de un lado a otro, tratando de estirarse y aliviar un poco el dolor de cabeza. Al abrir los ojos nuevamente, Aemond estaba delante de ella. Lo primero que le vino a la mente fue la imagen de la noche anterior, viéndolo dormir. Eso la distrajo por unos segundos, hasta que un golpe en el abdomen la trajo de vuelta a la cruel realidad.

—Parece que hoy no es tu día, sobrina —dijo él, defendiéndose.

—Cállate —respondió ella, atacando sin paciencia.

—¿Noche larga? ¿No te gustó la noche en la calle de la seda? —insistió él.

Aemond no sabía por qué eso le molestaba tanto; solo sabía que quería mantenerla lejos de esa calle.

—¿Qué sabes tú? —replicó ella, sin dejar de pelear.

Ambos detuvieron el golpe de espada del otro muy cerca de sus rostros, a solo centímetros, mirándose fijamente a los ojos.

—O quizás te gustó más entrar a mi alcoba a altas horas de la noche —le susurró él.

Ella se quedó callada, ¿cómo lo sabía? ¿Estaba dormido, no? O quizás él no estaba tan dormido, y ella no estaba en las mejores condiciones para notarlo.

—¿Por qué te importa tanto? ¿Celoso, tío? —lo miró fijamente por unos segundos y luego se soltó de su agarre.

Siguieron peleando unos minutos más hasta que terminaron en un empate, con las espadas de ambos en el cuello del otro, mientras se lanzaban miradas asesinas.

Aegon observaba desde un costado, comprendiendo perfectamente la escena y el enojo de ambos; más bien, la tensión y el deseo.

Ella se separó y volteó para dejar su espada, con la mente colapsada, agitada y muy tensa. Después de dejar su espada, volteó y lo miró.

—Mi príncipe —dijo, haciendo una pequeña reverencia antes de irse, seria. Aemond tuvo un deja vú viéndola.

𝐹𝑙𝑎𝑠ℎ𝑏𝑎𝑐𝑘

Ambos se encontraban exhaustos después de entrenar juntos.

—No quiero molestar, 𝐷𝑎𝑛𝑦 —dijo el pequeño Aemond de diez años.

𝐿𝑒𝑡 𝑇ℎ𝑒 𝑊𝑜𝑟𝑙𝑑 𝐵𝑢𝑟𝑛 (𝐴𝑒𝑚𝑜𝑛𝑑 𝑇𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑦𝑒𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora