𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑛𝑐𝑒

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Esa mañana, la princesa se levantó mucho más temprano de lo normal. A pedido del rey, ella estaba a cargo de preparar al ejército para la guerra. Después de un buen desayuno, se vistió con su traje de cuero y se dirigió a la zona de entrenamiento.

El aire fresco de la mañana le dio la bienvenida mientras se acercaba al campo. Observó a sus soldados, ya alineados y listos, esperando sus instrucciones. Los separó en parejas y los puso a entrenar, observando cada movimiento con atención. 

La princesa caminaba entre los soldados, corrigiendo posturas, dando consejos y asegurándose de que cada uno estuviera preparado para enfrentar el combate.

Ella se detuvo frente a una pareja de soldados que parecían no ser muy habilidosos.

—¡Alto!—dijo ella a la pareja que entrenaba, y el resto, por miedo, se detuvo también.

—Lo siento, princesa—dijo uno de los soldados viéndola con ojos llenos de preocupación.

Daenerys los observó unos segundos y notó que eran muy jóvenes, no parecían estar a gusto en el ejército, algo que la hizo verse reflejada en ellos. Se acercó y quito al caballero rubio del medio y quedó frente al caballero morocho.

—Ponte en posición de ataque—ordenó con firmeza.

—Sí, majestad—respondió el caballero instantáneamente.

—Planta bien los pies, tienen que estar firmes—dijo ella, observando con atención su postura.

El caballero morocho plantó los pies y se quedó firme en su posición.

—Bien, ahora atácame—dijo ella con la espada en la mano.

—¿Disculpa?—preguntó él, con un miedo y nerviosismo evidente.

—Atácame, finge que soy tu enemigo—insistió ella.

Él comenzó a atacarla nervioso y torpemente mientras el resto miraba atentos.

—¿Eso es todo lo que tienes? Sin miedo, ataca, con fuerza—dijo ella, esquivando un par de ataques muy tranquila.

𝐴emond's pov

El príncipe tenía que entrenar como de costumbre, pero la noche anterior su padre, el rey, le había informado sobre la guerra y el papel de Daenerys en ella. El rey le dijo que fuera a la zona de entrenamiento y entrenara bajo su mando, pues Viserys sabía el vínculo que ellos tenían.

Aemond se quedó parado detrás del caballero morocho que entrenaba con su sobrina, mientras el resto de soldados también los observaban.

El príncipe la observaba con atención, sintiendo un fuego que empezaba a crecer en su interior. Verla con el traje de cuero que resaltaba sus curvas, su cabello atado de forma desprolija con mechones largos y ondulados cayendo de forma delicada por su rostro y cuello, su forma de agarrar la espada, de moverse, y su sonrisa siniestra mientras entrenaba a los soldados, lo estaba excitando mucho.

Daenerys tiró al suelo de un movimiento al caballero.

—Te dije que plantaras los pies. ¿Así piensas ir a luchar? Ataca, pero esta vez con fuerza—dijo ella tranquila y con una leve sonrisa, algo perversa.

El caballero se levantó y empezó a atacarla con mucha más fuerza, y ella se defendía sin herirlo.

Luego de unos minutos, ella venció al caballero, pero él había mejorado mucho su técnica.

—bien hecho, Sigan entrenando—les ordenó, y todos le hicieron caso al instante.

Cuando los demás se dispersaron, Aemond quedó frente a ella.

—Tío, ¿viniste a entrenar?—preguntó ella con los ojos entrecerrados y una leve sonrisa.

—Vine a ganar, sobrina—respondió él con una mirada desafiante.

—Eso ya lo veremos—replicó Daenerys.

Ambos comenzaron a luchar con mucha fuerza y brutalidad. Las espadas chocaban con un estruendo metálico mientras se movían con agilidad y precisión, cada uno tratando de superar al otro. Sus movimientos eran rápidos y calculados, con una mezcla de técnica y pura determinación.

La tensión entre ellos era palpable. Sus miradas, lejos de ser malas, expresaban deseo y lujuria, excitándose mutuamente con sus movimientos, su brutalidad, su habilidad para el combate. Aemond intentaba controlar su fuego interior, ya que estaban en público, pero no le estaba siendo fácil. 

Sentía cómo un calor empezaba a formarse dentro de su traje de cuero, alimentado por la proximidad de Daenerys y la intensidad de su enfrentamiento.

Cada golpe y esquive parecía cargado de un doble significado, una mezcla de agresión y atracción. La respiración de ambos se aceleraba, no solo por el esfuerzo físico, sino también por la creciente tensión que los envolvía.

Daenerys, por su parte, sentía una energía similar. La cercanía de Aemond, su fuerza y su destreza, la provocaban y la desafiaban de una manera que pocos podían lograr. Aunque su rostro mantenía una expresión de concentración y ferocidad, en el fondo de sus ojos brillaba una chispa de deseo.

Finalmente, tras una serie de ataques rápidos y precisos, ambos se separaron un poco, respirando con fuerza, sin romper el contacto visual. La atmósfera estaba cargada de electricidad.

—Buen combate, tío—dijo Daenerys con una sonrisa perversa, sus ojos brillando.

—Lo mismo digo, sobrina—respondió Aemond, intentando controlar su respiración y el fuego que ardía en su interior.

Ambos sabían que el combate había sido más que un simple entrenamiento, y aunque estaban en público, el intercambio había despertado emociones intensas que ninguno de los dos podía ignorar.

—Mi príncipe, su madre, la reina, lo espera en su alcoba—dijo sir Criston, de espaldas a Aemond.

Aemond miró a Daenerys unos segundos más, aún excitado, antes de irse con Criston. Ella lo observó marcharse, sintiendo una mezcla de satisfacción y deseo, pero sin perder la compostura.

Daenerys continuó entrenando con los soldados durante varias horas más.

(...)

La princesa pasó el resto del día de reunión en reunión. Las largas horas con su padre, planeando meticulosamente el ataque, habían agotado sus energías. No hubo descanso para ella, ya que luego fue el turno del rey, quien la preparaba incansablemente para ser reina con lecciones interminables.

El cansancio se apoderaba de su cuerpo, y cada movimiento le recordaba la herida reciente que aún no terminaba de sanar. A medida que el día avanzaba, el dolor se volvía más intenso.

𝐿𝑒𝑡 𝑇ℎ𝑒 𝑊𝑜𝑟𝑙𝑑 𝐵𝑢𝑟𝑛 (𝐴𝑒𝑚𝑜𝑛𝑑 𝑇𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑦𝑒𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora