𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑣𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑠𝑒𝑖𝑠

68 3 0
                                    

Dos días habían pasado desde la coronación, durante los cuales se llevaron a cabo los funerales correspondientes. Aunque el ambiente había estado cargado de tensión, Daenerys ya no se sentía mal, ni triste, ni tensa. La solemnidad de los últimos días se desvanecía lentamente, dejando en su lugar una calma extraña, casi inquietante.

Por supuesto, la pérdida la había afectado profundamente. Se trataba de su madre y de su abuelo, personas que habían marcado su vida de manera irrevocable. El dolor era real, agudo, pero Daenerys había hecho todo lo posible por aprovechar el tiempo que le quedaba con ambos, por llenar esos últimos momentos de todo el amor y la dedicación que había podido ofrecerles. Ahora, con las emociones más serenas, sentía que, aunque la tristeza seguía presente, había cumplido con su deber, como hija y nieta.

Cuando las puertas del salón se abrieron, los consejeros se pusieron de pie al unísono para recibir a la Reina. Daenerys ingresó con porte regio, seguida de Ser Harwin y el Comandante de la Guardia Real. Con un gesto imperceptible, tomó asiento en el trono que le correspondía, seguido de los demás que ocuparon sus lugares alrededor de la mesa.

-Majestad, lamento abordar este tema en una hora tan oscura, pero considero que es de la mayor urgencia -comenzó Otto Hightower, su voz cargada de gravedad.

-¿De qué asunto hablas, Lord Otto? -respondió Daenerys, clavando en él una mirada impenetrable.

-El de su sucesión, Majestad. Las recientes tragedias han dejado sin heredero al reino... -continuó la Mano, su tono solemne.

Los ojos de la Reina se afilaron, estudiando a cada miembro del consejo con una serenidad que apenas contenía la tormenta en su interior.

-La Reina ya tiene un heredero, Lord Mano -intervino la Serpiente Marina, Corlys Velaryon, mientras se servía una copa de vino con la calma de quien ya ha tomado una decisión. Caminó hacia el extremo opuesto de la mesa, antes de sentarse con estudiada indiferencia.

-Majestad, aunque este sea un momento de duelo, la estabilidad del reino requiere que la sucesión quede firmemente establecida -insistió Otto.

-La sucesión está asegurada, tanto por precedentes como por ley -replicó Corlys con firmeza.

-¿Debemos pronunciar su nombre? -intervino el Maestro de Moneda, con una mezcla de cautela y audacia.

-Jacaerys Velaryon -respondió Corlys.

-No creo que sea prudente proclamar al joven Velaryon como heredero -interrumpió un anciano Maestre, su voz temblorosa, pero llena de convicción-. Ha pasado la mayor parte de su vida en Dragonstone; no conoce las intrigas y desafíos que se viven en la corte.

-Se le puede educar, tal como el Rey Viserys lo hizo con nuestra Reina, Daenerys -argumentó un consejero, en un intento de mediar.

-¿Y qué hay de Daemon Targaryen? Podría ser el heredero adecuado -sugirió el viejo Maestre, su propuesta desafiando el silencio que había caído sobre la sala.

-Nadie puede prever lo que haría Daemon si ascendiera al trono -replicó Otto, su voz teñida de desdén.

-Esta discusión ya la tuvimos años atrás, cuando el Rey Viserys perdió a su heredero -recordó el Maestre, sus palabras resonando con la pesadez de la historia repetida.

-La Reina aún tiene tiempo para decidir sobre su sucesión. Recientemente se ha unido en matrimonio con el Rey Consorte, Aemond; todavía pueden engendrar herederos -señaló el padre de Harwin, tratando de calmar las aguas-. Este debate no es pertinente ahora.

Daenerys no podía creer lo que escuchaba. Apenas habían transcurrido días desde su coronación, desde su boda. El reino no le había dado siquiera un respiro antes de comenzar a cuestionar su capacidad de procrear un heredero.

𝐿𝑒𝑡 𝑇ℎ𝑒 𝑊𝑜𝑟𝑙𝑑 𝐵𝑢𝑟𝑛 (𝐴𝑒𝑚𝑜𝑛𝑑 𝑇𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑦𝑒𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora