—Leí en una nota curiosa que, si te miras en el espejo por más de diez minutos, tu mente crea imágenes diferentes de tu rostro, en el mayor de los casos, de otra persona, tal vez de una muy importante para ti —dijo al aire con un leve tono, pero hablándole a ella mientras pasaba el lápiz labial por su boca.
No olvidó ni un solo detalle, pues siempre la veía hacerlo y memorizó cada paso solo por gusto. Esta vez lo aplicaba en sí mismo, y al finalizar completamente, solo se vio al espejo como un feo hombre con la barba un poco crecida y con algo de sombras, delineador y brillo labial. Hasta cierto punto se dio asco al ver hasta lo que había llegado, pero no iba a rendirse solo por su ego. Necesitaba concentrarse, así que silenció hasta su mente y fijó su mirada al espejo directamente hacia sus ojos. Pudieron haber pasado unos quince minutos, y se concentró tanto en sus ojos que no se percató de que hacía unos pocos minutos Chloe estaba frente a él a través de ese espejo. Entonces él sonrió y ella sonrió también, él abrió la boca y en ese momento la señora Slora con su dulce voz le habló.
—¡Jay! Jay, cariño, ¿dónde has estado? Te extraño mucho cielo —expresó ella, con gran tristeza en sus palabras.
—He estado en casa... esperándote mi amor, te he esperado todo este tiempo y simplemente no puedo encontrarte —respondió Jay sofocado.
—Pero yo he estado siempre en casa y tampoco te he visto, no puedo olerte siquiera, tu existencia no yace aquí. ¿Dónde estás, Jay? Déjame tenerte aquí conmigo —suplicó Queenie.
De pronto, numerosas lágrimas corrieron el maquillaje de Jay y el nudo en su garganta no lo dejaba hablar, se quebrantó como un niño.
Su cabeza se movía de un lado a otro negando una idea o sentimiento.
—Te ves hermosa. Amo, amo ese labial, sabes que lo amo, y lo siento, no quiero ser yo quien me diga que me extraña, quiero que seas tú quien lo haga —se dijo, ahogándose en lágrimas—. Temo llegar a olvidarte mi amor, no quiero que salgas de mis recuerdos, ¡quédate! ¡Quédate en mi mente Chloe! ¡No dejes que te olvide, no dejes que te olvide! —exclamaba desesperado con un profundo y sincero temor al olvido, luego arrastró sus manos por su rostro y el maquillaje se arruinó, pero no le importó.
Para su desgracia, tal sentimiento y opresión lo desconcentraron de su viaje, y al ver de nuevo al espejo, ella ya no estaba allí.
—¡Noo! ¡No! ¡No! Vuelve mi amor, vuelve, me pondré bien, me voy a recuperar, ¡Chloe! ¡Chloe Armstrong no me hagas esto! —le imploró ahogado en lágrimas a su imagen en el espejo, luego arrastró sus manos sobre el mismo y lo ensució, marcándolo literalmente como estaba su corazón en ese momento.
Algunos días después, Gill había salido a trabajar y por su puesto Chloe en casa se veía vestida de completa pena; estaba incomoda al sentir que abusaba de la hospitalidad del hombre con el que apenas llevaba un par de días de conocer, por lo que sintió una severa necesidad por pagarle de alguna manera. Claro que no quería pasar el día completo en esa casa sin hacer nada y parecer una huésped inútil, por lo que apeló a su iniciativa y remodeló la casa; no es que estuviera desordenada o sucia, es que quería darle una segunda mano porque bueno, pensaba que no le haría daño alguno. La señora Slora siempre se había vanagloriado con su habilidad para remodelar interiores; por más oscura que fuera la habitación, ella siempre lograba darle algo de vida. Entonces no perdió más el tiempo y puso manos a la obra, solo amarró un pañuelo tomando su cabello y comenzó a trabajar. Los sillones de la sala de estar los colocó de una manera diferente, al igual que la pantalla de televisión. Fue al cuarto que tenían como bodega y tomó algunos jarrones, los llenó de agua para luego colocar flores del jardín en ellos, al tenerlos listos los puso en diferentes muebles de la casa que estaban desocupados. También tomó un plumero y sacudió cada mueble, esquina y cuarto, luego cambió el cilindro del aromatizante y lo encendió, entonces la casa olía mucho mejor.
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La Balada de la Iniquidad Escarlata ©
Romance¡Próximamente publicada por Editorial Planeta! En el corazón de Irlanda, hace siete años, la vida de Jay Slora y Chloe Armstrong, un matrimonio aparentemente perfecto, cambia drásticamente tras un accidente que deja a Jay con necrosis cerebral. Las...