CAPÍTULO 7

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Pero no fue el caso. El viernes a primera hora de la tarde estaba hecha un manojo de nervios ante la perspectiva de ver a la señorita Luthor en clase. Estaba sentada en mi despacho procurando hacer trizas mi corazón cuando mi compañera y amiga Nia entró. Tomó asiento al otro lado de la mesa y me miró con extrañeza.

-¿Estás bien? -preguntó.

-¿A qué te refieres?

-Pareces... distinta.

-Oh -dije.

-¿Te has cortado el pelo?

-No, es que se me queda así cuando no me lo peino después de secármelo con la toalla -expliqué, mientras me preguntaba por qué la conversación giraba en torno a mi cabello. Hasta la fecha nunca habíamos comentado mi aspecto.

-Te queda bien -señaló, sonriendo-. ¿Tienes planes este fin de semana? ¿Alguna cita?

-No. Esta noche ceno en casa de mis padres y creo que el domingo Alex y yo iremos al gimnasio y luego a comer. Lo mismo de siempre.

-¿Y tú? -pregunté.

- Brainy y las niñas quieren ir al zoo, así que vamos a ir al zoo - respondió, sonriendo -. A veces echo de menos tener todo el tiempo del mundo para mí.

Me encogí de hombros. Me constaba lo mucho que Nia quería a su esposo y a sus hijas gemelas y casi con toda seguridad no lo decía de corazón.

-Está sobrevalorado -le dije-. Lo de estar solo. Ella asintió.

-Pronto haremos algo. Solas tú y yo, ¿vale?

-Claro. -Sonreí a sabiendas de que probablemente no ocurriría.

Nia tenía familia y pasaba las noches en casa. Tal y como debía ser. Yo no envidiaba a mi amiga, pero sí deseaba mi propia versión de su vida. Deseaba tener a una mujer con la que pasar las noches y los fines de semana, alguien a quien le importase y que me llamase por teléfono. Alguien de quien poder ocuparme y con quien compartir mi vida. Ya no deseaba estar sola.

Tal vez debía probar suerte y dejar que Alex por fin me concertara una cita a ciegas. La facultad parecía contar con una oferta insuficiente en cuanto a mujeres disponibles de más o menos mi edad, y no tenía ni la más remota idea de en qué otro lugar podía encontrar a una posible candidata dado que no me atraían ni los bares ni los pubs. Además, dudaba que la mujer adecuada para mí frecuentase ese tipo de lugares. Yo necesitaba a alguien agradable y -quizá según el criterio de Alex- aburrida, aunque a mí no me lo parecería, ya que por lo visto yo mismo era aburrida.

Absorta en mis pensamientos, casi olvidé mi nerviosismo, pero volvió multiplicado por diez cuando Nia se levantó anunció que había llegado la hora de su clase de la tarde. Por mi parte, de camino al aula, noté las manos pegajosas de sudor y el corazón me latía con tanta fuerza que me preocupaba que alguien a mi alrededor lo escuchara. Necesitaba recuperar el control. Aquí era la profesora Danvers, no la novata que había sido en el dormitorio de la señorita Luthor. Me encontraba en mi territorio, donde se me respetaba. Teniendo eso en mente, la clase seguiría su curso habitual. A fin y al cabo, era fundamental que ninguno de los alumnos tuviera el menor indicio de que habíamos mantenido un encuentro íntimo.

Cuando llegué al aula, había unos cuantos alumnos al fondo y ni rastro de la señorita Luthor. Me puse a sacar mis notas y el libro que íbamos a tratar ese día: En el camino, de Jack Kerouac.

Entraron más estudiantes y prácticamente no despegué los ojos de la puerta, expectante. Justo cuando empezaba a sospechar que no haría acto de presencia, la puerta se abrió y entró al aula, con un aspecto completamente distinto a la última vez que la había visto, con la cara resplandeciente y en ropa de deporte.

FOREVER ∞ Supercorp G!P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora