FINAL - Te quiero absolutamente

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Quieres casarte conmigo?

Al escuchar las palabras de Lena, el corazón se me puso a cien por hora.

Escudriñé su rostro, especialmente sus hermosos ojos verdes, tratando de percibir el pánico, el mismo que se había apoderado de ella cuando se le escapó que me amaba aquel día en la ducha. Pero no lo reflejaban. Únicamente percibí certeza y amor.

Lo decía en serio. Lo deseaba. Me deseaba. Oh, Dios mío. ¿Será una alucinación?

La chica a la que hacía tiempo le daba pavor intimar conmigo, dejarse llevar por sus sentimientos, comprometerse, me acababa de ofrecer el mayor regalo posible sobre la faz de la tierra: ella.

Amarte y respetarte, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe... ¡Deja de recitar votos para tus adentros y respóndele, idiota!

—¡Sí!

Asomó su sonrisa ladeada. Dios, cuánto la había extrañado.

—¿En serio? -susurró.

—¡Sí! ¡Sí, quiero casarme contigo! -dije casi a voces, estrujando su cara entre mis manos-. Sí, por supuesto.

—Entonces, bésame.

No fue necesario que me lo dijera dos veces. Apreté mis labios contra los suyos, primero con delicadeza, pero a Lena le supo a poco y me besó con más ahínco mientras se aferraba a mí. Gemí y le posé las manos en la cintura para pegarla contra mí mientras pensaba que ojalá no llevase puesto el recio abrigo, que ocultaba sus bonitas curvas.

—Subamos a tu apartamento -jadeé contra sus labios.

Asintió, cogimos las maletas deprisa y subimos a duras penas por las escaleras.

—Me encanta tu casa -comenté con franqueza al entrar.

Era más grande que su apartamento, aunque su originalidad y desorden me recordaron mucho al otro. Llevaba la impronta de Lena Me encontraba como en casa.

Por fin había llegado a casa.

—Ahora es nuestra casa, profesora Danvers -señaló, y dejó en el suelo la bolsa que me había ayudado a cargar-. ¿O debería llamarte profesora Danvers-Luthor a partir de ahora?

—¿Quieres que unamos nuestros apellidos con un guión?

Lena se zafó del abrigo y, como era de esperar, ignoró el perchero que había junto a la puerta y lo lanzó encima de una silla. El corazón me rebosó al comprobar que no había cambiado desde la última vez que la vi.

Yo, cómo no, colgué el mío.

—Bueno, soy la última Luthor y no queda nadie más para conservar el apellido de mi familia -comentó con vacilación-. Ya sé que normalmente uno no suele cambiar su apellido, pero...

—No, claro que deberíamos hacerlo -la interrumpí enseguida-. Lo he dicho sin pensar. No quiero que pierdas tu apellido al casarnos.

Al casarnos. Va a haber una boda. Nuestra boda. ¡Lena será mi esposa! ¡Tendré una esposa!

Observé a Lena, ahí de pie con sus botas militares, los vaqueros deshilachados, una camiseta de manga larga de un grupo musical, el cabello recogido y su característico maquillaje emborronado. Parecía una cría.

—Oh, Dios mío -dije, con una leve sensación de mareo-. No puedo creer que me hayas pedido que me case contigo.

—Efectivamente. -Se acercó para rodearme por la cintura-. ¿Estás bien?

FOREVER ∞ Supercorp G!P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora