2da. Parte CAPÍTULO 3

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Estaba en la gloria. Despertarme con Lena aquella mañana fue algo más que maravilloso. Tras unos cuantos besos sin despegar los labios, nos levantamos e hizo una rápida incursión a su apartamento para coger los libros y la ropa que necesitaba para quedarse en mi casa.

Cuando regresó hizo lo que pudo por ayudarme a preparar el desayuno, y se las apañó para chamuscar solo ligeramente el tocino. En parte fue culpa mía, todo sea dicho, porque no paraba de distraerla con besos y tocarle «sin querer» los pechos. Y puede que me diera un restregón contra ella por detrás... alguna que otra vez. Al final me dijo con sus peculiares maneras que la dejara en paz o que hiciera algo al respecto. Como parecía estar muerta de hambre, opté por estarme quieta.

Sin embargo, no me importó. Pasar toda la mañana con Lena era como abrir la puerta de un mundo totalmente nuevo que me había estado vetado hasta entonces. Nos comportamos como una auténtica pareja: conversamos, comimos, nos besamos. Incluso leímos el periódico juntas- después de que se burlara de mí por el hecho de que todavía me lo entregase el repartidor en vez de leerlo online-. En dos palabras: fue perfecto.

Tras recoger todo, me retiré a la sala de estar a leer mientras Lena hacía un trabajo para el semestre en mi despacho. Habíamos acordado comer juntas al cabo de unas cuantas horas y yo esperaba el momento impaciente. La idea de que se encontrara un par de puertas más allá me daba vértigo.

¡Se iba a quedar en mi casa de verdad!

Me puse a leer y me sobresalté cuando la puerta se abrió y Lena entró despacio. Se había cambiado de ropa; llevaba puesta una minifalda de cuadros que me sonaba de habérsela visto en clase.

Siempre he odiado esta falda. Ahora resulta que me encanta.

La diferencia era que ahora tenía permiso para mirar e incluso tocar sus esculturales piernas. Llegué a la firme conclusión de que la animadversión que había sentido hacia ella en un principio no era más que frustración por mi parte.

Caramba. Siempre me ha gustado. Lo que pasa es que entonces no era consciente.

Era el momento oportuno para anunciar mi revelación a Lena, siempre y cuando tuviese la certeza de que el sentimiento fuera recíproco. Luego nos reiríamos de lo tonta que había sido y me besaría antes de decirme que también me había querido desde el inicio.

Sin embargo, esa no era la realidad de nuestra situación. No tenía ni idea de si ella albergaba sentimientos más profundos hacia mí, o si simplemente estaba triste por la pérdida de su abuelo. No obstante, no estaba dispuesta a permitir que eso me desanimara. Lena estaba conmigo; no era un sueño ni una fantasía. Me constaba que ella sentía algo por mí, pues la tenía delante de mí, vestida con un conjunto sexi, provocándome.

Actúa con naturalidad. O al menos inténtalo.

-¿No deberías estar estudiando? -pregunté, bajando el libro. Me sonrió con aire inocente mientras caminaba sin rumbo fijo por la habitación, cogiendo objetos al azar y volviéndolos a dejar en su sitio.

-Sí -dijo con un suspiro-. Es que estoy un poco... tensa.

-Oh. -Fruncí el ceño. Quizá la había malinterpretado y no me estaba provocando-. Puedo darte un masaje -sugerí-. No sé qué tal se me dará, pero puedo probar.

-¿Sí? Gracias -contestó en voz baja. Se me aceleró el pulso cuando se quitó la camiseta y el sujetador.

Contrólate. Ni que fuera la primera vez que le ves los pechos. Aunque no tanto en mi sala de estar. ¡Definitivamente, debería desnudarse aquí más a menudo!

FOREVER ∞ Supercorp G!P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora