CAPÍTULO 11

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Salí dando traspiés del apartamento de Lena a las tres de la mañana, con una sensación de agotamiento y euforia a la vez. Tenía el cuerpo exhausto y plenamente satisfecho, y la cabeza me daba vueltas por todo lo que había sucedido en las dos últimas horas. Yo me había presentado allí para decirle que no podíamos seguir viéndonos, y se habían vuelto las tornas.

Al final de la noche, Lena había vuelto a invitarme a que me quedase a dormir, pero yo había declinado amablemente su ofrecimiento. De no establecer algunos límites, me temía que resultaría demasiado difícil marcar la diferencia entre Lena, la chica con la que me acostaba, y la señorita Luthor, la estudiante a la que le daba clase. Se había tomado muy bien el hecho de que me marchase y hasta me había dado un beso de despedida en la puerta. Habíamos acordado que habría una próxima vez y por nada del mundo sería capaz de echarme atrás. Acostarme con Lena había sido, sin lugar a duda, la experiencia física más maravillosa de mi vida, y sabía que deseaba volver a hacerlo, y pronto.

A la mañana siguiente me desperté bruscamente cuando me llamaron por teléfono; salí difícilmente de la cama en busca del desagradable objeto que había interrumpido mi sueño, en el que Lena me estrechaba entre sus brazos. Deseé sumergirme de nuevo en el sueño en vez de afrontar la realidad. Refunfuñé cuando volvió a sonar desde algún rincón de la sala de estar.

-¿Qué? -solté furiosa, tras localizar el teléfono y responder.

-¿Conque todavía no has averiguado cómo desactivar ese alucinante tono de llamada que activé, eh? -dijo Alex riendo-. Sex-ualll heal-ing!

Me constaba que había elegido esa canción para molestarme por mi supuesto celibato. Si supiera... Alex siguió cantándome al oído el estribillo en un tono bajo y suave.

-Te voy a matar -bramé, y me dejé caer pesadamente sobre el sofá.

-Tranqui, solo te llamo para avisarte de que voy a llegar un poco tarde al gimnasio.

-¿Qué hora es? -pregunté, y busqué con la mirada mi reloj.

-Son casi las once. Un momento, ¿todavía no has llegado?

-No, por lo visto me quedé dormida -farfullé mientras volvía al dormitorio a tomar mi bolsa de deporte.

-¿Otra vez? -preguntó extrañada-. No estarás enferma, ¿verdad?

-Estoy estupendamente. Oye, saldré en unos minutos. ¿Nos vemos allí?

-Vale.

Preparé la bolsa enseguida, me vestí a toda prisa y agarré una botella de agua de la nevera. Como luego iríamos a comer, no me molesté en desayunar. Cuando llegué al gimnasio Alex ya estaba esperándome en la puerta.

-¿Qué te pasó? -preguntó, mirándome de arriba abajo.

-¿A qué te refieres? Sonrió maliciosamente.

-Bueno, para no andarme con rodeos, hermanita, tienes pinta de estar recién follada.

¿Recién...? Un momento, ¿cómo? ¿Acaso con un simple vistazo sabe que he tenido sexo? No, qué tonta soy. Solo está bromeando..., espero.

-No digas tonterías -repuse, con la esperanza de que mi tono reflejase sorpresa.

-En mi vida había visto un pelo tan enloquecido después de un polvo - señaló, con los ojos clavados en mi revuelto pelo.

-Es que, hum, ya va necesitando un corte -aduje, y me apresuré a recogerlo.

-No, está bien así, es solo que no es tu estilo. Y ni siquiera pusiste los lentes.

FOREVER ∞ Supercorp G!P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora