CAPÍTULO 14

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No puedo creer que esté haciendo esto.

Estaba sentada en el coche en la puerta de un agradable restaurante del centro de la ciudad, a punto de conocer a Diana en una cena. Estaba nerviosa, hecha un flan y sudando con el traje. Así no era como tenía previsto pasar el viernes por la noche.

Lena había estado algo apagada en clase ese día y no había participado en el debate. En todos los momentos en los que la había observado disimuladamente, la había pillado con la mirada perdida y, si no me equivoco, no había tomado ni un apunte, algo impropio de ella. Después de clase, al preguntarle si se encontraba bien, me había dedicado una leve sonrisa y me había dicho que tenía muchas cosas en la cabeza. No había dado más explicaciones y tampoco se las pedí; daba la impresión de que, fuera lo que fuera lo que la tenía distraída, deseaba guardárselo.

Volví a preguntarle si tenía algún inconveniente en que saliera a cenar con Diana. Una sola palabra de Lena habría bastado para que yo cancelase de buen grado mi cita y pasase la noche con ella. Pero no la pronunció. Repitió por segunda vez que no le importaba. Reparé en que caminaba hacia la salida del aula sin su característico brillo, pero fui incapaz de dilucidar por qué parecía tan desanimada. Si no le hubiera parecido bien que yo saliese con Diana sin duda habría dicho algo. Lena no era de las que se guardaban su opinión.

Tenía ganas de verla esa noche, de asegurarme de que estuviera bien, pero sabía que sería de muy mal gusto quedar con ella tras pasar las primeras horas de la noche con otra mujer. Haciendo acopio de algo de coraje, le envié un mensaje proponiéndole un encuentro, cosa que era una primicia para mí.

Lena, siempre y cuando no tengas planes, a lo mejor te apetece pasarte por mi casa mañana por la noche.

Atentamente, Kara.

Miré la pantalla y releí el mensaje una y otra vez con la esperanza de que sonase bien. Inspiré hondo y rápidamente pulsé «Enviar» antes de arrepentirme.

Automáticamente, sentí un aleteo en el estómago. ¿Y si decía que no?

¿Me encontraría repulsiva por desear verla justo la noche después de haber quedado con otra mujer para cenar?

Basta. Ya te dijo que únicamente declinaría una invitación si tuviera algún otro compromiso. Y le da igual que quedes con alguien, así te lo aseguró.

Aun siendo consciente de todo ello, seguía sintiéndome fatal por haber decidido ver a Diana esa noche. Sin embargo, deseaba casarme y formar una familia algún día, y la única manera de materializar ese deseo era saliendo con las mujeres que me convenían. No podía seguir demorándolo si aspiraba a que ese deseo se hiciese realidad. Al fin y al cabo, tenía treinta y tres años y quería tener hijos, y tenía previsto pasar un tiempo casada antes de serlo. Eso significaba que no tendría más remedio que conocer a alguien en un futuro a corto plazo, mientras aún fuera lo bastante joven como para hacer todas esas cosas. No quería acabar vieja y sola. Me aterrorizaba la idea.

Inspiré profundamente de nuevo y salí del coche con la firme determinación de conocer a Diana. Me encantaba pasar el tiempo en compañía de Lena, pero esa historia no tenía futuro. Ella era demasiado joven y alocada, y no le interesaba lo más mínimo tener una relación en serio. Era preciosa, pero una aventura pasajera. Teniendo eso presente, tenía que darle una oportunidad a Diana, por mucho que me disgustara la idea de ver a dos mujeres al mismo tiempo.

Al entrar al restaurante, vi a una mujer en la barra y deduje que era Diana, pues me había dicho que llevaría puesto un vestido verde. Me tomé unos segundos para examinarla. Era alta, de pelo castaño y buen cuerpo. Su vestido era discreto, pero realzaba sus piernas de una manera sutil y, como yo, llevaba gafas. En conjunto era una mujer atractiva que, atraía alguna que otra mirada de los hombres que había en la barra. Respiré hondo de nuevo para serenarme y fui a su encuentro.

FOREVER ∞ Supercorp G!P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora