2da. Parte CAPÍTULO 1

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Al despertarme, imágenes y sonidos de mis sueños se arremolinaban en mi cabeza: los ojos de Lena, sus labios, la curva de sus caderas, los dulces suspiros que emitía conforme yo dejaba una estela de besos sobre su cuerpo.

Despertarme excitada era algo habitual en mí; automáticamente bajé la mano y froté con pereza mi erección por encima de los pantalones del pijama. Gemí ligeramente y me aferré con más fuerza. Cuando estaba a punto de dejarla al descubierto para empezar a acariciarme, oí una tenue risita junto a mí.

¡Mierda!

Abrí los ojos súbitamente y el corazón me latió desbocado en el pecho. Recordé que, por primera vez desde que era adulta, no había amanecido sola.

Lena estaba a mi lado: Lena, mi alumna, una chica que no había hecho más que irritarme en clase durante los primeros meses del semestre de primavera. Pero todo cambió la noche que nos encontramos en la puerta del bar de mi hermana, cuando me invitó a su apartamento y luego a su cama.

Lo que empezó como un rollo esporádico había dejado de serlo para mí. A punto había estado de echarlo todo a perder tras ponerle por error mala nota a uno de sus trabajos, pero me había perdonado.

Ella había venido a mi casa la noche anterior, desconsolada por la muerte de su abuelo, y yo la había recibido con los brazos abiertos. No solo la convencería para que me diera otra oportunidad, sino que la conquistaría y le demostraría que nuestra relación podía aspirar a algo más que a mero sexo.

Como es obvio, no había empezado con buen pie.

No puedo creer que me haya pillado toqueteándome. ¡Menuda romántica estoy hecha!

Intenté que mi mano cooperase para despegarse de mi erección, pero me había quedado totalmente paralizada. En mi vida había pasado tanta vergüenza. Por fin logré apartar la mano de la entrepierna y la posé sobre mi estómago. Las mejillas me abrasaban y me tapé la cara con la almohada.

Oí a Lena reír por lo bajo y la miré de soslayo. Estaba tumbada de lado, con la cabeza apoyada en la mano, sonriéndome con dulzura. Mi pijama de rayas le daba un aire sumamente joven e inocente, que se acentuaba aún más con su cabello suelto y alborotado.

Parece un ángel y yo acabo de comportarme como un animal.

—Yo, eh... Lo siento mucho. No lo he hecho adrede. Estoy acostumbrada a estar sola y únicamente ha ocurrido porque es..., hum, por la mañana, y la verdad es que no puedo evitarlo. Perdona —farfullé, y acto seguido volví a taparme la cara.

—Kara—dijo entre risas—. Estoy al tanto de las erecciones mañaneras. No tienes por qué avergonzarte. Estaba disfrutando del numerito.

¿Qué?

Alcé la vista hacia ella.

—¿De verdad?

—Mmm. Verte tocándote me ha puesto de lo más cachonda. ¿Quieres que te ayude?

—No hace falta. O sea, no hay por qué hacer nada. Yo... No es ese el motivo por el que te invité a pasar la noche —me apresuré a aclarar. No deseaba que pensase que esperaba algo de ella a cambio. Pedirle que se quedara a dormir en mi casa había sido la mejor decisión de mi vida. Bueno, en realidad, la mejor había sido ofrecerme a llevar a Lena a su casa en la puerta del bar de Alex aquella primera noche, pero esta ocupaba la segunda posición.

—Ya lo sé —dijo en voz baja—. Quiero hacerlo.

Me coloqué de costado frente a ella y se acercó a mí.

FOREVER ∞ Supercorp G!P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora