2da. Parte CAPÍTULO 4

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Tras marcharse mis padres, pasé las dos horas siguientes tratando de encontrar la manera adecuada de pedir a Lena que fuera a su fiesta del 4 de Julio. Como es lógico, me quedé en blanco. Ir a una fiesta a la casa de mis padres definitivamente supondría dar un paso adelante en nuestra relación de amigas con derecho a roce para aproximarse peligrosamente a la de pareja.

Yo deseaba por encima de todo que entráramos en esta segunda categoría, pero no estaba segura de si era el momento oportuno de dar ese monumental paso adelante. Lena ya estaba estresada por los exámenes finales y llorando la muerte de su abuelo. Temía que algo así la sobrepasase. Y sin embargo mi mayor aspiración era entrar en casa de mis padres cogidas de la mano, demostrándole al mundo -o al menos a mi familia- que ella estaba conmigo y yo con ella.

Mi teléfono vibró.

¿Hay moros en la costa? : )

Respondí inmediatamente.

¡No, ven a casa!

Me di cuenta demasiado tarde de que acababa de escribir «casa» en vez de «mi casa»; confié en que no fuese demasiado para ella.

Estaré allí en diez minutos con cook ies y un beso para ti.

Este tiene que ser el mejor mensaje de texto que se haya escrito jamás.

El corazón me latía con fuerza por la emoción y prácticamente no pude sentarme quieta a esperar a que volviese junto a mí. Cuando oí que se abría la puerta, volví a experimentar un absurdo arrebato de felicidad.

Ella no llamó a la puerta ni al timbre, sino que entró sin más como si de hecho viviera conmigo.

Me incorporé de un brinco para ir a su encuentro al recibidor, donde estaba colgando la chaqueta. Solo le dio tiempo a dejar la cartera en el suelo, porque me abalancé sobre ella para besarla como si llevara días sin verla en vez de horas. Ella me echó los brazos al cuello y me correspondió con la misma pasión hasta que no tuvimos más remedio que despegarnos para respirar.

-Guau -resolló contra mi cuello-. Menuda bienvenida.

-Te he echado de menos -susurré.

-Yo también te he echado de menos. -Me llevó de la mano hasta la sala de estar para sentarnos en el sofá.

-Bueno -dijo, y sacó una bolsa de cookies para mí-. ¿Me odia tu madre por corromper a su hija?

-¡No! -contesté en el acto-. No, en absoluto. Enarcó las cejas.

-¿En serio?

-Jeremiah sintió cierto... orgullo, creo -respondí, mientras enredaba con la bolsa.

Soltó una carcajada y meneó la cabeza.

-Da la impresión de que es un hombre bastante guay. Es tu padrastro, ¿no?

Asentí.

-Espero que no te importe que me haya referido a ellos como tus padres.

-Bueno, lo son -dije-. En fin, Jeremiah lleva con nosotras desde que tengo uso de razón. Y Alex, claro.

-Me he dado cuenta del parecido. Los dos son bastante extrovertidos, ¿verdad?

-Y que lo digas.

-¿Y tu padre? -preguntó-. ¿Cómo era?

Reflexioné un momento. ¿Qué podía decirle? La mayoría de las cosas que sabía me las había contado mi madre. Mis recuerdos eran vagos, como en un sueño, y a esas alturas no estaba segura de sí la mayoría eran reales o imaginarios.

FOREVER ∞ Supercorp G!P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora