De repente aparecí en un jardín lleno de todo tipo de flores y en ese instante supe que estaba en el paraíso, otra vez.
Levanté la mirada y vi una luz cálida, un semblante sonriente resaltando en la luz, estaba frente a Dios, mí creador.
-Maestro... ¿Tiene un encargo que deba cumplir?
-Quiero que comprendas los sentimientos humanos y puedas sentirlos, como en tu anterior vida- Su voz era igual de cálida y serena de siempre.
-Me basta con mí condición.
-No creo que ser sordo y escuchar por medio de audífonos te permita comprender al ser humano.
-Porque no quiero enfatizar con seres que lastiman a los más débiles por puro placer- Mí voz sonó firme y ligeramente áspera.
-Eso lo sé, los seres humanos nunca van a cambiar, tienen sus virtudes y sus defectos, son mí imagen y semejanza pero les permití libertad para que ellos mismos busquen de mí... No como un Dios narcisista, sino como un amigo en el que puedan confiar, el padre que no llegaron a tener o simplemente ese hombro en donde puedan llorar.
-Enviaste a tu único hijo y lo sacrificaste por pecadores, aún resucitado y teniendo la prueba de ser hijo de un Dios misericordioso, las personas no cambiaron, siguieron pecando... ¿Por qué sigues dando más oportunidades?
-Porque no los veo como seres débiles, Shiro... Los veo como si fueran mis hijos aunque ellos no puedan verlo.
-Pero aún así...
-No debes preocuparte, por eso quiero que vayas a la tierra y aprendas de los humanos.
-Está bien, maestro... -Acaté la orden, sabía que Dios nunca se equivocaba, pero aveces pensaba... ¿De qué serviría proteger a una raza que se consume así misma hasta extinguirse?
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¿Verdaderamente lograré sentirme humano?
De TodoEn está historia se narra la vida de un Arcángel que según el mandato de Dios, le encargó ir a la tierra y comprender las emociones y sentimientos humanos... ¿podrá verdaderamente sentir como los demás humanos? Quien sabe. Todo lo que se escriba en...