Capítulo 27

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Aprecié la bella luna llena de la noche, pude notar a Haru jugando videojuegos hasta terminar, para después guardar sus cosas y prepararse para dormir, mientras tanto, Akane ya estaba dormida, ella era la del horario de bebé en este caso.

Esperé a que fuera media noche, para ir a mi trabajo de siempre, eliminar demonios y llevar a nuevas almas al cielo...

Me pregunto, ¿como estará Dios?, hoy debe ser otro día más de trabajo sin descanso, donde siempre está al tanto de las oraciones y peticiones...

De repente sentí algo abrazarme por atrás, volteé a ver y era Haru, quedé justo frente a él, al cual me miró con ligera vergüenza.

-No puedo dormir... -Murmuró él joven de ojos ámbar con la mirada baja.

Peiné sus mechones desordenados y lo atraje en un abrazo cariñoso, donde dí leves palmadas en su espalda.

-Está bien, te ayudaré a dormir, pequeño Haru.

-No soy pequeño...

-Lo sé, no lo digo por tu altura, en cierto punto... Akane y tú son mis niños, mis protegidos, supongo que ofrezco apodos de cariño, aunque no soy tan bueno en eso.

-Bueno, no importa, me gusta que me llames así de todas formas -Murmuró abrazandome fuerte y enterrando su rostro en mi pecho, justo ahora me recordaba a un koala, algo que me pareció algo adorable.

Lo cargué con cuidado y caminé hasta la cama de Haru, donde lo senté e hice lo mismo quedando a su lado, donde él apoyó su cabeza en mi hombro, aún abrazado a mí.

-¿Cuál es la razón del que no puedas dormir? -Pregunté.

-Tengo pesadillas -Susurró en respuesta.

-¿Qué es eso lo que te atormenta, pequeño Haru?

-No quiero perderte a tí ni a Akane, son mí familia, pero sé lo que conlleva que seas un ángel que tienes que estar siempre arriesgándote para proteger y que ella sea una demonio traidora, que ahora es una fugitiva y busquen capturarla... No quiero que nada malo les pase, yo soy solo un humano, no tengo poderes para protegerlos...

Podía escuchar como su voz amenazaba con quebrarse, sentí una punzada en mí pecho y suavicé mí expresión.

-No debes preocuparte, si algo llega a pasar yo siempre volveré, porque ustedes también hacen parte de mí, y por Akane... Ella sabe defenderse, ella puede cuidarse así misma como la gran mujer que es, es fuerte pero siempre que necesite ayuda estaremos nosotros para darle una mano.

-Shiro... Tengo miedo, ¿y si llega ese monstruo o ese demonio que quiera arrebatarmelos...?-Haru levantó la mirada con pequeñas lágrimas amenazando en caer.

Formulé una sutil sonrisa y lo abracé con un poco más de fuerza.

-No tengas miedo... Ese monstruo o demonio no vendrá, y si lo hace... Me encargaré de darle su merecido, yo estoy aquí... No hay que temer, nunca dudes de lo que soy capaz, antes de dormir, haz una pequeña oración, todos los días y en todos los sentidos, Dios te escuchará y obrará grandes bendiciones para tí, solo debes tener fé.

Haru no pudo contener sus lágrimas y estás empezaron a caer una tras otra, formuló un leve puchero con sus labios y tomó sus peluches y los abrazó con fuerza antes de esconderse en mi pecho, lo rodeé suavemente con mis brazos y apoyé mi barbilla sobre su cabeza, dejándolo desahogarse.

-Te quiero Shiro, no quiero que ni tú ni Akane se vayan de mi vida... -Susurró débilmente, aferrándose como si tuviera miedo de que desaparezca.

-Mi niño querido, yo no me iré, ni Akane tampoco, parece que ustedes me ataron a querer cuidarlos, ¿eh?, mis niños -Besé su frente y lo pude ver sonreír, me alegró saber que pude hacerlo sentir mejor- Nunca me sueltes, no pienses que estarás solo, Dios también está presente en todo momento, él te cuida desde arriba, donde tu vayas, él estará ahí, no sólo nos tienes a nosotros, también a él.

-Si... Como podría olvidarlo, él me dio la oportunidad de conocerte y a Akane, me siento agradecido por eso, me dió lo que necesitaba -Se alejó lentamente del abrazo y se recostó en su cama, me levanté y lo abrigué con las sabanas, donde acaricié su cabello y susurré lo siguiente:

-Descansa, Haru, mañana habrá clases, duerme que yo me encargaré de que tengas buenos sueños -Le sonreí dulcemente.

-Está bien -Él correspondió a mi sonrisa y cerró sus ojos lentamente abrazando a sus peluches, antes de caer finalmente dormido.

Suspiré observandolo quedarse dormido, levanté la vista y observé a Akane dormir, donde acomodé su manta y la cubrí del frío antes de alejarme de la litera en silencio.

-Descansen, mis niños -Susurré antes de alejarme por completo, miré el peluche que me había regalado Akane en mi cama y lo tomé, lo acerqué en un leve abrazo antes de dejarlo en la cama con cuidado.

Al llegar la media noche, mis alas aparecieron y mi aureola empezó a iluminarse, dí un leve salto desde el balcón y me dejé caer antes de que mis alas se desplieguen y volara entre las casas, monitoreando la ciudad, podía sentir la brisa fría rozar mi corta cabellera plateada, mis ojos dorados analizando el ambiente, me mantuve ciertamente pensativo desde la conversación con Haru.

<<No dejaré que nadie les haga daño... >>

Pensé antes de seguir con mi supervisión nocturna, aterricé en medio de unas casas, antes de transitar y analizar el lugar, éste siendo silencioso y tranquilo, podía sentir los distintos ruidos y aromas cercanos, ninguno era de un demonio cercano, eso me daba una buena señal, estaba despejado de posibles amenzas.

Escuché un sonido cercano, donde me acerqué a aquel ruido, llegando a un callejón, mi aureola iluminó el lugar, habían botes de basura cercanos y bolsas, pude ver una de las bolsas moverse y en eso hice aparecer una espada celestial e hice un leve corte, donde en la bolsa salió un gatito, una cría para ser exactos, un gatito albino de ojitos grises. Me agaché y extendí mi mano hacía el pequeño animalito, donde hice aparecer algo de comida en la palma de mi mano, donde el gatito al verlo corrió hacía mí y empezó a comer, extendí mi otra mano y acaricié detrás de sus orejitas, apartando la suciedad de su pelaje, éste al terminar de comer dió un salto hacía mi regazo y se acurrucó contra mí a lo que no pude evitar reír suavemente y cargarlo cuidadosamente, me levanté con el gatito en brazos y salí del callejón, paseando entre las calles, apreciando incluso la belleza de la noche.

La brisa fría provocaba que el pequeño animalito se aferrara buscando calor a lo que lo cubrí con mis alas del frío y seguí caminando, sintiéndome en paz.

¿Verdaderamente lograré sentirme humano? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora