Ambos finalmente llegamos a casa... Abrí la puerta con cuidado y me dirigí a la cocina, buscando ingredientes.
Akane me miraba con una pequeña sonrisa mientras cerraba la puerta detrás de ella, caminó detrás de mi para observarme cocinar.
-Deberías dejar que yo también cocine, quiero que pruebes mi comida y la disfrutes como yo disfruto tu comida.
-Claro, puedes pedirme un día para que puedas cocinar, estaré dispuesto a probarla.
-Bien... -Ella me sonreía mientras permanecía a mi lado, podía verme dejar al peluche a un ladito mientras le daba palmaditas en la cabeza y lo mantenía alejado de los ingredientes para que no se ensuciara a lo que su sonrisa se hizo más amplia - De verdad que te gustan los peluches, ¿eh?
-Si, me lo diste tú así que... Debo apreciarlo más ya que se me fue dado por una protegida.
-Aww, admite que me tienes aprecio -Mencionó con una risita burlona mientras me daba palmaditas en la espalda.
-Lo admito, te tengo aprecio a tí y a Haru.
En eso pude ver a Haru salir de la habitación con una expresión somnolienta, frotando sus ojos para despertarse, emitió un leve bostezo y sintió el aroma de lo que cocinaba y se acercó a mí con una pequeña sonrisa tierna y medio dormida, se apoyó contra mí hombro a lo que respondí con leves masajes en su cabello.
-Buenos días Shiro... -Susurró abrazandose a mí.
-Bueno días Haru, al parecer dormiste bien, me alegra saberlo.
-Si, por cierto... Creo que la navidad me llegó antes de tiempo, ¡tengo peluches y una consola de videojuegos!
Akane no pudo evitar reírse silenciosamente antes de mirarme disimuladamente.
-Si, ya lo creo, la navidad llegó antes de tiempo.
Haru me abrazó con más fuerza y parecía muy feliz.
-De verdad que los angelitos son los que dejan los regalos, gracias por los peluches Shiro, te debo una.
-No me debes nada, simplemente lo hice para animarte y que duermas sin pesadillas, pero controlaré tus horas de juego, no quiero que te vuelvas adicto.
-Bueno, bueno, lo prometo -Podía ver sus ojos ámbar iluminarse, su cabello pelirrojo y desordenado cayendo por su rostro.
-Haré onigiris de desayuno, es algo sencillo, de todas formas... Si vuelven a tener hambre le haré más comida.
Ellos asistieron alegremente mientras se aferraban a mi, por un momento me sentí sofocado y asfixiado.
-Oigan, me están ahogando... Dejenme respirar al menos -Murmuré apenas respirando, estos dos estaban matandome.
Akane revolvió mi cabello antes de alejarse y Haru se apartó un poco antes de dar palmaditas en mi hombro, de verdad que esos dos iban a mandarme con mi maestro otra vez.
Finalmente termine de hacer los onigiris y las tazas de café, donde caminé en silencio y dejé cada plato y vaso sobre la mesa del comedor, donde ellos emocionadamente se sentaron en las sillas y tomaron los onigiris, devorando uno a uno, no sabía si estos dos tenían agujeros negros en sus estómagos, nunca se saciaban, tal vez en mi caso era porque no poseía hambre y no necesitaba saciarme pero aún así me encantaba comer por el sabor de cada comida.
Terminé de comer y aproveché para ir a ducharme, no tardé mucho así que salí y utilicé una blusa azabache pegada al cuerpo y unos pantalones ligeramente anchos de color beige, me sentía tranquilo y cómodo, me dejé caer en la cama, mirando el techo, donde podía sentir recuerdos llegar a mí... Donde me veía como un niño completamente solo y huérfano junto a otros niños, donde en otro recuerdo veía como los golpeaban por haber fallado un disparo, eran solo niños obligados a ser hombres, no... Máquinas de matar para eliminar al equipo rival, yo era una de esas máquinas... Me veía a mi destrozar soldados del bando opuesto, era un asesino a sangre fría.
Me recuperé de esos recuerdos y solo levanté la mirada y suspiré con pesadez, vi a los dos haciendo guerra de pulgares para ver quien se duchaba y está vez ganó Haru, donde alegremente tomó su toalla y entró al baño a ducharse mientras Akane esperaba pacientemente.
Después de un rato Haru salió de el baño con una camisa azul oscuro y una sudadera azabache, donde rápidamente corrió y se tiró a su camita abrazando sus peluches antes de tomar la consola y empezar a jugar, Akane fue a ducharse pero vi que no había agarrado una prenda así que me levanté y cree un clóset aparte donde creé ropa para ella a su gusto.
"A ella le gustan ropas casuales, elegantes y cómodas" -Pensé antes de juntar los clósets, donde cada uno era de ropa diferente, uno para Haru, para Akane y para mí.
Tomé una prenda y me levanté para dejarla en una mesita al lado de la puerta del baño.
-Shiro, tengo hambre -Comentó Haru sentándose en su cama antes de levantarse y acercarse a mí.
-Bueno, ¿qué quieres para comer? -Pregunté en una entonación grave y baja, me levanté y salí junto a él de la habitación, para darle de comer y dejar que Akane pudiera vestirse sin molestias de intermedio.
-¡Quiero ramen! -Respondió alegremente en su habitual tono cantarin y afectuoso.
-Bien, ramen será -Le di palmaditas en la cabeza a lo que el respondió inclinándose ante mi frío toque, revolví su cabello juguetonamente, pude ver sus ojitos de cachorro cada vez que me miraba, sus manchitas y pecas regadas por su rostro lo hacía ver ciertamente adorable, al padecer vitíligo no le hacía ver desagradable, más bien... Era un solecito andante, brillando en todo momento.
Llegué a la cocina y busqué ingredientes, donde empecé a cocinar en silencio, un silencio cómodo en donde Haru se sentó a mi lado, observandome cocinar con una sonrisa.
-¡Huele bien! -Respondió sintiendo el aroma, embelesado ante el olor a la comida.
-Que no se note el hambre -Respondí en un tono sarcástico a lo que él se sonrojó y se echo a reír.
-Tus comidas con las mejores. -Alegó con una pequeña sonrisa, admirandome con la mirada mientras cocinaba.
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¿Verdaderamente lograré sentirme humano?
AcakEn está historia se narra la vida de un Arcángel que según el mandato de Dios, le encargó ir a la tierra y comprender las emociones y sentimientos humanos... ¿podrá verdaderamente sentir como los demás humanos? Quien sabe. Todo lo que se escriba en...