Escena III: Día 1

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Escena III: Día 1
Mientras Red trabaja en describir lo que siente, nos adentramos en el mundo de los Titanes

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Escena III: Día 1
Mientras Red trabaja en describir lo que siente, nos adentramos en el mundo de los Titanes.
Hace millones de años, ocho seres de todo lo existente fueron escogidos por un superior para ser los controladores de la dimensión. Estos ocho fueron seleccionados para tener un papel y crear razas, y en caso de ser necesario, controlar, formar civilizaciones y llevar a cabo diversas tareas. Se les otorgó el título de Titanes, convirtiéndose en una familia con responsabilidades inmensas. Los Titanes se encargaban de diferentes aspectos fundamentales de la existencia: Fuego, Mar, Viento, Amor, Música, Guerra, Muerte y Rayo. Se les asignó un orden jerárquico basado en su poder:
I. Hefestos – Titán del Fuego
II. Afrodita – Titán del Amor
III. Hades – Titán de la Muerte
IV. Ares – Titán de la Guerra
V. Zeus – Titán del Rayo
VI. Bóreas – Titán del Viento
VII. Apolo – Titán de la Música
VIII. Poseidón – Titán del Mar
Estos Titanes ejercían su poder en diversos mundos y dimensiones, y todos compartían una naturaleza perversa y destructiva.
El Conflicto en Puxitanos
En la tierra de los Puxitanos, Hefestos había iniciado una guerra por pura diversión. Observaba con satisfacción cómo los Zenofragmaticos, una raza guerrera, diezmaban a la población local. Hefestos quería el control de este mundo para poder pedir su deseo al planeta 47, un lugar de poder inconmensurable.
Mientras tanto, Ares estaba en su fortaleza, preparando estrategias para sus tropas. Tenía la mira puesta en el mundo Senti, una sociedad que no se distinguía por sus habilidades en combate. Para Ares, la conquista de Senti sería una tarea fácil, un simple ejercicio militar. Sus generales recibieron instrucciones precisas, y las armas estaban listas.
Los Otros Titanes
Afrodita, la Titán del Amor, observaba desde su palacio de cristal teñido de un tono oscuro y siniestro. Sus deberes la llevaban a infundir obsesión y deseo en las civilizaciones, corrompiendo las mentes y corazones de los seres. Sus flechas de amor eran un arma peligrosa, causando conflictos y traiciones por donde pasaban.
Hades, el Titán de la Muerte, estaba en su reino sombrío, deleitándose con las almas que caían en sus dominios debido a las guerras provocadas por Hefestos y Ares. Aunque tenía un entendimiento frío y distante de la vida y la muerte, disfrutaba viendo el sufrimiento y la desesperación de las almas perdidas.
Zeus, el Titán del Rayo, se encontraba en su trono de nubes tormentosas. Él siempre estaba listo para intervenir si el equilibrio del cosmos se veía amenazado, pero no por justicia, sino por su propia sed de poder. Observaba con un ojo crítico, preparado para lanzar su furia eléctrica y disfrutar del caos que causaba.
Apolo, el Titán de la Música, estaba en su santuario de melodías siniestras. Creaba sinfonías que perturbaban las mentes y llevaban a la locura a quienes las escuchaban. Sabía que su poder podía desestabilizar reinos enteros, y usaba esta habilidad con deleite.
Poseidón, el Titán del Mar, vigilaba sus vastos océanos y los seres que habitaban en ellos. Las acciones de sus hermanos lo perturbaban, no por compasión, sino porque deseaba que el caos y la destrucción también abarcaran sus dominios acuáticos. Mantenía sus tridentes listos, controlando las mareas y desatando tempestades cuando lo consideraba necesario.
Bóreas, el Titán del Viento, estaba en su refugio helado. Tras el conflicto reciente con Hefestos, sabía que la situación solo empeoraría. Sus pensamientos volaban tan rápido como las corrientes de aire que dominaba, buscando una manera de mantener a salvo su creación, el mundo Senti.
La Estrategia de Ares
Ares, en su sala de guerra, continuaba perfeccionando sus planes. Sabía que la falta de habilidades combativas de los Sentis les hacía vulnerables. Sin embargo, la reciente aparición de emociones en uno de ellos, Red, había llegado a sus oídos. Esto intrigaba a Ares, quien consideraba que podría ser una anomalía interesante para estudiar o quizás una amenaza a su plan de conquista.
—Soldados, nuestra misión es simple. El mundo Senti será nuestro. No esperen resistencia significativa, pero estén preparados para cualquier sorpresa. Quiero que cada esquina de ese mundo sepa lo que es la verdadera guerra —declaró Ares, su voz resonando con autoridad.
Los generales asintieron, sus armaduras resonando con el movimiento. La invasión estaba programada, y Ares no tenía intenciones de fallar.
Mientras tanto, en el mundo Senti, Red continuaba lidiando con sus nuevas sensaciones, ajeno a los planes de guerra que se cernían sobre su mundo.
Red despertó sobresaltado, la oscuridad de su habitación se sentía más opresiva que nunca. Las sensaciones, aún nuevas y abrumadoras, lo mantenían al borde del pánico. Cada ruido, cada sombra, parecía amplificado en su mente. El chirrido de la madera bajo sus pies mientras caminaba hacia la cocina le hizo saltar, su corazón latiendo descontrolado en su pecho.
Aún sin poder comer la carne putrefacta que había rechazado el día anterior, Red decidió salir a buscar algo que pudiera tolerar. Caminó por las calles de FusRoad, donde la decadencia y la miseria eran la norma. El olor a muerte y descomposición lo golpeaba constantemente, pero ahora, con sus sentidos en pleno funcionamiento, el impacto era casi insoportable.
A medida que avanzaba, las emociones empezaron a fluir más libremente. Sentía una extraña mezcla de miedo y curiosidad, una combinación que lo impulsaba a seguir adelante a pesar del caos sensorial. Cada persona que veía, cada edificio en ruinas, se grababa en su memoria con una claridad dolorosa.
Red se detuvo en una plaza donde había una fuente en desuso. El agua estancada era un reflejo de la sociedad Senti: inmóvil y putrefacta. Sin embargo, al mirar más de cerca, notó algo diferente. Una pequeña flor, una anomalía en su mundo gris, crecía al borde de la fuente. Era un destello de color en medio de la monotonía.
Lentamente, Red se acercó y tocó la flor. Al hacerlo, una sensación de calma y calidez se extendió desde su mano por todo su cuerpo. Fue un momento de claridad en el mar de confusión que había estado experimentando. La flor parecía brillar con una luz suave y reconfortante, y por primera vez, Red sintió algo parecido a la esperanza.
Justo entonces, Jez apareció en la plaza, caminando hacia él con la misma expresión indiferente de siempre, pero Red sintió un impulso de hablar con ella.
—Jez, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó, su voz temblorosa por la mezcla de emociones.
Ella lo miró sin comprender, su rostro carente de cualquier emoción o señal de interés.
—Nada en particular, Red —respondió ella de manera monótona—. ¿Por qué lo preguntas?
Red la observó por un momento, intentando encontrar las palabras adecuadas. Era la primera vez que sentía la necesidad de compartir sus pensamientos con alguien.
—Estoy... experimentando algo diferente, Jez. Estoy sintiendo cosas que nunca antes había sentido. No sé cómo explicarlo, pero es como si un nuevo mundo se hubiera abierto ante mí.
Jez lo miró con sus ojos vacíos, sin mostrar ninguna señal de entender lo que él estaba diciendo. Para ella, las palabras de Red no tenían significado. Sin embargo, la presencia de Jez, incluso en su indiferencia, le dio a Red un sentido de conexión que no había sentido antes.
Decidido a encontrar respuestas, Red decidió aventurarse más allá de los límites de FusRoad. Quería entender qué le estaba pasando y por qué era el único que parecía estar experimentando estos cambios. Mientras caminaba, sus nuevos sentidos le mostraban un mundo lleno de maravillas y horrores en igual medida.
El aire fresco le acariciaba la piel, el sonido de los pájaros en la distancia era un concierto nunca antes escuchado, y cada paso le traía nuevas sensaciones que lo mantenían al borde del asombro y el miedo.
Después de un día largo y agotador, Red encontró un pequeño claro en el bosque donde decidió descansar. Se recostó en la hierba, sintiendo la suavidad bajo su cuerpo y escuchando el murmullo del viento entre las hojas. Cerró los ojos y dejó que las sensaciones lo envolvieran, tratando de encontrar un momento de paz en el caos que ahora era su vida.
Mientras estaba tumbado, recordó la flor que había visto en la plaza. "Quizás," pensó, "esa flor es una señal de que no todo está perdido. Tal vez hay más en este mundo de lo que hemos visto hasta ahora."
Cuando se dio cuenta, un hombre musculoso y de unos 4 metros estaba frente a él, era Bóreas, de manera intimidante lo estaba viendo, y cuando se lo esperó, Bóreas le dijo “Acompáñame”, luego tomo la mano de Red y con su mano provoco un tornado el cual arraso con los arboles que se encontraban cerca, luego se introdujo en el tornado, Red vio como en menos de un segundo atravesaban el bastó universo, rodeado de estrellas y varios planetas, para luego ver frente a él, el olimpo de los titanes, Red estaba sorprendido, confundido y abrumado, “Sígueme” dijo Bóreas, mientras caminaban por todo este gran palacio, lleno de arte, y grandes estandartes, a lo lejos vio un gran agujero en una pared, y una habitación prendida en llamas, a lo que sin pensarlo mucho siguieron caminando.
Llegaron a una sala la cual había bastante luz y kits médicos, Bóreas puso un banquete frente a Red, “Come” le dijo Bóreas, a lo que The Red sin decir nada empezó a comer ese festín el cual yacía en la mesa, langosta cocida, sopas, fideos, carnes, muchas comidas más deliciosas en la mesa.
• ¿Qué tal? – Dijo Bóreas
• Está… Diferente, se siente…
• Delicioso, la comida está deliciosa.
• Delicioso… Sí, está deliciosa
• Red, debemos hablar de algo, urgentemente
• ¿Qué quiere?
• En 2 días llegará a su planeta una invasión llena de muerte y sangre
• Que…
• Necesito que defiendas tu mundo, ya que… Tú por alguna razón eres diferente…
• Pero… Tu eres más fuerte, hazlo tú
• Si lo hago yo me asesinará
• ¿Quién?
• Red, The Red, el destino de tu mundo depende de ti


•	Delicioso… Sí, está deliciosa
•	Red, debemos hablar de algo, urgentemente
•	¿Qué quiere?
•	En 2 días llegará a su planeta una invasión llena de muerte y sangre
•	Que…
•	Necesito que defiendas tu mundo, ya que… Tú por alguna razón eres diferente...

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(Pequeño arte de Los Titanes)

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