Escena II: Regreso de mi Padre

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Escena II: El regreso Mi padre
Me desperté sintiéndome más cansado de lo habitual, como si el peso del mundo descansara sobre mis hombros

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Escena II: El regreso Mi padre
Me desperté sintiéndome más cansado de lo habitual, como si el peso del mundo descansara sobre mis hombros. Un sueño intranquilo me había perseguido durante la noche, dejándome aún más agotado de lo normal. Traté de sacudirme la sensación de malestar mientras me levantaba de la cama y me dirigía hacia la puerta principal.
Un golpeteo insistente en la puerta interrumpió mis pensamientos, irritándome aún más. No estaba acostumbrado a recibir visitas, y la interrupción en mi rutina matutina me molestaba profundamente. Con un suspiro de frustración, me acerqué a la puerta y la abrí, esperando encontrar a un vendedor molesto o un vecino con problemas. Mi sorpresa fue palpable cuando vi a mi padre parado en el umbral, una expresión de necesidad en su rostro cansado. No lo había visto en años, y su repentina aparición me dejó sin palabras.
Yo: Papá, ¿qué estás haciendo aquí?
Padre: Hijo, necesito tu ayuda. No tengo a dónde ir.
Sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago, dejándome sin aliento. Mi padre había estado ausente durante tanto tiempo que su presencia ahora era abrumadora.
Yo: Claro, pasa.
Mi padre entró en el apartamento con la bolsa en la mano, su postura encorvada y su aspecto cansado. Me sentí abrumado por una mezcla de emociones mientras cerraba la puerta detrás de él.
Padre: Lo siento por aparecer así, hijo. Las cosas no han ido bien para mí últimamente.
Sus palabras resonaron en mi mente mientras luchaba por procesar la situación. Mi padre había vuelto después de todos estos años, y no sabía qué hacer al respecto.
Yo: ¿Qué ha pasado? ¿Dónde has estado todo este tiempo?
Padre: Es una larga historia, hijo. Pero ahora mismo, solo necesito un lugar donde quedarme. Prometo no causar problemas.
Mi corazón se hundió ante la tristeza en su voz, y supe que no podía darle la espalda en su momento de necesidad.
Yo: Está bien, papá. Puedes quedarte por un tiempo.
Una sensación de alivio se extendió por la habitación cuando mi padre me agradeció con una sonrisa débil. A pesar de nuestras diferencias pasadas, todavía éramos familia, y haría lo que fuera necesario para ayudarlo a volver a encarrilar su vida.

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