Escena IV: Entrenamiento

7 4 0
                                    

Escena IV: Entrenamiento
Red despertó en el suelo frío de una sala del templo de los Titanes, sintiendo un peso extraño en su pecho y una sensación desconocida de inquietud en su mente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Escena IV: Entrenamiento
Red despertó en el suelo frío de una sala del templo de los Titanes, sintiendo un peso extraño en su pecho y una sensación desconocida de inquietud en su mente. A su alrededor, las paredes del cuarto de entrenamiento estaban adornadas con inscripciones antiguas y armas de todo tipo colgadas ordenadamente. La luz del sol se filtraba por pequeñas ventanas en la parte superior, creando un ambiente austero y solemne. Bóreas, el titán del viento, estaba de pie observándolo con una mezcla de curiosidad y desconfianza.
—Levántate —ordenó Bóreas, su voz resonando en la sala como un eco imponente.
Red se levantó lentamente, sintiendo el peso de su cuerpo y el mareo de haber sido desmayado varias veces. Frente a él, Bóreas le entregó un nuevo traje diseñado para el combate y una espada que era más grande que su propio cuerpo. Red la sostuvo con ambas manos, sintiendo su peso y el frío del metal contra su piel.
—Te entrenaré —dijo Bóreas con voz firme—. Pero primero necesito entender cómo has recuperado tus sentidos.
Antes de que Red pudiera responder, Bóreas le dio un golpe con una tabla en la cara. Red no reaccionó, su expresión seguía siendo la misma. Bóreas frunció el ceño y comenzó a golpearlo repetidamente. Red sangraba, pero no mostraba signos de dolor ni entendía lo que estaba pasando. Bóreas, cada vez más frustrado, tomó un cuchillo y lo enterró en el costado de Red.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Bóreas, esperando una reacción.
—No entiendo —respondió Red, su voz plana.
—¿Te duele o no?
—¿Qué es dolor?
Bóreas quedó atónito. La indiferencia de Red ante el dolor era algo que nunca había visto. Decidido a entrenarlo, Bóreas le ordenó:
—Te enseñaré a usar esa espada. Podrás comer cuando logres cortarme el cuello.
Red, confundido pero determinado, lanzó un espadazo al cuello de Bóreas. Sin embargo, cuando parpadeó, Bóreas había desaparecido y estaba detrás de él. Con un simple golpe en el cuello, Bóreas lo desmayó rápidamente. Una hora después, Red se despertó sintiéndose aturdido. Bóreas estaba de pie junto a él, observándolo con una mezcla de curiosidad y dureza.
—El entrenamiento acaba de empezar —dijo Bóreas—. Aquí tienes un muñeco de pelea. Aprende a posicionar tu espada y maniobrar con tus brazos y piernas.
El muñeco estaba hecho de un material resistente, con varias marcas de combates anteriores. Red comenzó a golpear el muñeco con sus puños, apuntando a la cabeza y el torso. Sus movimientos eran torpes al principio, pero con cada golpe, mejoraba su precisión. Bóreas lo observaba de cerca, corrigiendo su postura y técnica.
—Asegúrate de golpear los puntos vitales —le instruyó Bóreas—. Si no lo haces, te desmayaré otra vez.
Red ya había sido desmayado dos veces y no quería que volviera a suceder. Sus patadas debían dirigirse al cuello del oponente, inclinándose a un ángulo de 50 grados para golpear los puntos vitales. Sus espadazos debían ser precisos, dirigidos al cuello y al corazón.
—Ahora sí, activaré el muñeco —anunció Bóreas.
El muñeco comenzó a moverse, lanzando puñetazos y patadas hacia Red. Este, aunque no sentía dolor, aún tenía que reaccionar a los impactos. Un golpe dirigido a su cabeza lo hizo tambalearse, pero Red agarró el antebrazo del muñeco y lo golpeó en la cara. Posicionó su espada y lanzó un corte al cuello del muñeco, pero este respondió con un golpe en su estómago, seguido de una patada en el cuello que lo desmayó nuevamente.
Más tarde, Red despertó y encontró a Bóreas esperándolo con su báculo en mano.
—Ven —dijo Bóreas.
Red se acercó, pero Bóreas lo atacó tan rápido que lo derribó al suelo. Red se levantó y lanzó un espadazo, pero Bóreas desapareció y apareció detrás de él. Lanzó su báculo contra Red, quien logró bloquear con su espada, aunque el báculo la partió en varias partes y lo golpeó en la frente, haciéndolo sangrar.
Red, pensando rápido, se agachó, tomó una parte de la espada rota y, con gran rapidez, la acercó al cuello de Bóreas. Este se desvaneció en un instante, pero Red ya sabía lo que venía. Saltó con todas sus fuerzas y, justo en el momento adecuado, evitó una patada de Bóreas que pasó por debajo de él.
Bóreas quedó impresionado por la determinación e inteligencia en combate de Red. Este, lleno de rabia y fuerza, acercó el trozo de espada al cuello de Bóreas y logró cortarlo ligeramente. Aunque fue un roce mínimo, Bóreas comenzó a sangrar.
—Vamos a comer, The Red —dijo Bóreas, impresionado y satisfecho con el progreso de su alumno.
Red, hambriento y exhausto, siguió a Bóreas, sabiendo que su entrenamiento apenas había comenzado. La promesa de un futuro mejor y la posibilidad de cambiar el destino de su raza lo impulsaban a seguir adelante, a pesar de los desafíos y peligros que se avecinaban.

Onyx TitansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora