Escena III: Mi Tragedia

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Escena III: Mi tragedia
Después de que mi padre regresara a mi vida, las cosas parecían estar mejorando lentamente

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Escena III: Mi tragedia
Después de que mi padre regresara a mi vida, las cosas parecían estar mejorando lentamente. Sin embargo, un día fatídico lo cambió todo.
Habían pasado varios días desde que mi padre regresó, y su presencia en mi pequeño apartamento había comenzado a pesar sobre mí. Lo veía deambular por la casa, apático y distante, como si llevara el peso del mundo sobre sus hombros. A veces, me encontraba recogiendo sus medias sucias del suelo y llevándolas al lavabo yo mismo, un gesto que me incomodaba profundamente pero que no podía evitar. Era mi padre después de todo, y estaba en una situación desesperada que me impedía apartarlo de mi vida de la forma que hubiera deseado.
Corrí hacia el apartamento de mi madre con el corazón en un puño, temiendo lo peor pero rezando para que fuera solo una falsa alarma. Pero la escena que me recibió era una pesadilla hecha realidad. La puerta estaba entreabierta, y el aire estaba cargado con un olor a metal y descomposición. Con pasos temblorosos, entré en la habitación y mi corazón se detuvo en mi pecho.
Mi madre yacía en el suelo, su cuerpo mutilado y retorcido en una grotesca caricatura de lo que solía ser. Su cabeza estaba colgada del candelabro de la sala, balanceándose de un lado a otro con cada ráfaga de viento. Distintos tipos de armas y artículos de tortura estaban esparcidos por todo el cuarto, una macabra exhibición de crueldad y violencia que hacía que mi estómago se revolviera de repulsión. Un charco de sangre se extendía a su alrededor, una cruel marca en el suelo que gritaba silenciosamente la brutalidad de su muerte. El dolor y la desesperación me golpearon con una fuerza devastadora mientras caía de rodillas junto a ella, sin poder apartar la mirada de la atrocidad que tenía delante.
El detective a cargo del caso llegó poco después, pero su presencia apenas se registró en mi mente mientras me quedaba allí, perdido en el torbellino de emociones que me envolvía. La ira, la tristeza y el horror se mezclaban dentro de mí, amenazando con consumirme por completo mientras contemplaba el cruel destino que había caído sobre mi madre.
Yo: ¿Cómo puede ser que nadie sepa quién hizo esto? Mi madre no merecía morir de esta manera. Haré lo que sea necesario para encontrar al responsable y asegurarme de que pague por sus acciones.
La determinación ardía en mi pecho mientras juraba hacer justicia por mi madre, sin importar el costo. Pero en lo más profundo de mi ser, la duda y la confusión seguían acechando, preguntándome cómo podría seguir adelante después de perder a la única persona que siempre había estado ahí para mí, llegando a una sola solución…

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