Escena VIII: La Cárcel, Cambio de planes

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ESCENA VIII: La cárcel, cambio de planes

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ESCENA VIII: La cárcel, cambio de planes.
La patrulla serpenteó por las sombrías calles de la ciudad hasta llegar a la imponente prisión de Sentís. El edificio, de aspecto amenazante y envuelto en un aura de oscuridad, parecía devorar la esperanza de aquellos que se atrevían a cruzar sus puertas. Green, aún inconsciente por la brutal paliza que había recibido, fue arrastrado hacia el interior por los guardias.
La celda de máxima seguridad se cerró con un ominoso chasquido detrás de él. Green yacía en el suelo, sangrando y sin moverse, víctima de su agotamiento adrenalínico. Horas pasaron antes de que sus ojos se abrieran lentamente, su mente embotada luchando por recuperar la lucidez.
Con un esfuerzo titánico, Green se puso de pie, su mente trabajando a toda velocidad mientras trataba de idear un plan para escapar de aquel infierno.
Mientras tanto, FireOrDark contemplaba a su prisionero con un interés mezclado con admiración. La fortaleza y el espíritu indomable de Green despertaron algo en él, un eco lejano de su propia juventud. Recordó los días en que la MegaRespiración era su aliada, antes de que la sed de poder lo consumiera y lo llevara por un camino oscuro.
"Dalko", murmuró FireOrDark, volviendo a la realidad con un sacudón. "Recuerdo a ese sujeto. Lo vi hace años, cuando aún era un niño. Y maté a su madre..."
El aire se volvió denso con la tensión mientras la mente maquinadora de FireOrDark se ponía en marcha, urdiendo un nuevo plan retorcido que involucraba al padre de Green.
Mientras tanto, en su celda, Green se consumía por la angustia y la desesperación. Necesitaba salir de allí, necesitaba encontrar a su padre, recuperar su katana y sus balas. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando un guardia lo arrastró hacia el comedor, esposado y escoltado por dos guardias armados.
El bullicioso comedor estaba lleno de presos de aspecto amenazador. Green se sentó en un banco, su mente dando vueltas mientras una comida desagradable era depositada frente a él. A su lado, un preso lo miraba con una intensidad inexplicable.
"Oye, tú", murmuró el preso, mirando fijamente a Green. "¿Qué miras?"
Green levantó la vista, sorprendido por la repentina atención. "Nada, solo estoy tratando de comer en paz", respondió con cautela.
Sin previo aviso, el preso se levantó y empujó a Green hacia otro recluso antes de salir corriendo. El caos estalló en el comedor cuando los presos se lanzaron unos contra otros en una espiral de violencia desenfrenada. Puñetazos y patadas volaban por el aire mientras los reclusos se destrozaban entre sí con una ferocidad primitiva.
"¡Maldita sea, Idiota! ¡Te voy a matar!", gritó un preso mientras se abalanzaba sobre otro con furia descontrolada.
Green se encontró en medio de la refriega, luchando por mantenerse en pie mientras los golpes llovían a su alrededor.
Un oficial lo agarró del brazo y lo arrastró fuera del comedor, pero Green pronto descubrió que no era un oficial común. El hombre se quitó el casco para revelar una sonrisa maliciosa. "Me llamo Venix", dijo. "Ponte este traje y hagamos una salida."
Green, sorprendido pero desesperado por escapar, se vistió rápidamente con el uniforme que le ofrecía Venix. Juntos, se abrieron paso a través del caos, con Venix liderando el camino con una destreza que sugería una experiencia previa en situaciones similares.
Finalmente, llegaron a la salida, donde un guardia corpulento bloqueaba su camino. El hombre sostenía la katana de Green con una mirada desafiante. "Identificación para salir", gruñó.
Venix se adelantó, respondiendo con un simple "Green", antes de que él y Green se abalanzaran sobre el guardia, desarmándolo en un frenesí de golpes y patadas.
Con la salida finalmente a la vista, Green y Venix se abrieron paso hacia la libertad, dejando atrás el caos y la violencia de la cárcel. Pero mientras corrían hacia la noche, Green se preguntaba quién era realmente Venix y qué más le deparaba el destino en su desesperada búsqueda de redención y venganza.
“Aún recuerdo esa noche como si fuera ayer. Me sacaron de la cárcel a la fuerza, bajo una lluvia torrencial que parecía reflejar el caos dentro de mí. Los gritos de los demás prisioneros resonaban en mis oídos, como un eco de la violencia que acababa de presenciar. Estaba cubierto de sangre, mi cuerpo exhausto y destrozado, mi espíritu tambaleándose al borde del abismo. ¿Quién hubiera pensado que terminaría aquí, envuelto en este ciclo interminable de muerte y destrucción?
Me subieron a su vehículo, Yenix y Venix, dos nombres que resonarían en mi mente para siempre. Comenzaron a reír y charlar como si no hubiera pasado nada, como si el sufrimiento y la desesperación que habían dejado atrás no importaran. Pero para mí, cada gota de lluvia que golpeaba la ventana era un recordatorio de lo que había hecho, de las vidas que había tomado.
Descubrí entonces que Yenix y Venix no eran simples criminales, sino guardianes de la libertad en un mundo lleno de opresión y corrupción. Ayudaban a personas como yo a escapar de las garras de la injusticia, a encontrar una segunda oportunidad en medio de la oscuridad. Pero para mí, esa oportunidad era más un peso que una bendición.
Si muero, quiero estar con mi madre. Quiero encontrar paz en sus brazos, lejos de este mundo cruel y despiadado. Pero si vivo, si encuentro una manera de seguir adelante, sé que nunca más volveré a ser el mismo. Porque, aunque amo el arte del asesinato, sé que ya no puedo seguir ese camino. Porque ahora, más que nunca, sé que mi destino está entrelazado con el suyo, con el de aquellos que luchan por la libertad, por la redención, por un futuro mejor. Y aunque el camino sea largo y lleno de peligros, estoy dispuesto a recorrerlo, si tan solo para honrar la memoria de mi madre, si tan solo para encontrar un sentido en esta vida que una vez estuvo perdida en la oscuridad.”
• "¡Hey! ¿A dónde vamos, señor? Lo hemos estado llamando mucho tiempo ya", interrumpió Venix, su tono lleno de urgencia mientras conducía a través de la tormenta.
• "Disculpe, ¿Por qué me ayudaron?", preguntó Green, su voz aún débil por el dolor y la confusión.
• "Te vimos moribundo, quisimos que lo que te restaba de vida la pasaras en el lugar que quisieras. Perdón por la brusquedad en todo momento", respondió Venix sinceramente, con un atisbo de compasión en su tono.
• "Gracias... Llévenme a VelkoCity, por favor", dijo Green, su voz apenas un susurro antes de dejarse llevar por el cansancio y cerrar los ojos, sintiendo finalmente un atisbo de paz.
Mientras tanto, en otro rincón de la ciudad, FireOrDark y Dalko avanzaban con determinación hacia su destino. Entraron con fuerza a un apartamento decadente, lleno de obras de arte cubiertas de polvo. Un anciano, visiblemente asustado, se encontraba en la sala de estar.
• "Señor FireOrDark, ¿está seguro?", preguntó Dalko, con una mezcla de anticipación y nerviosismo.
• "Sí, lo estoy", respondió FireOrDark con una frialdad que helaba la sangre, mientras avanzaba hacia el anciano.
Sin vacilar, FireOrDark agarró al anciano por el cabello y lo apuñaló en el pecho con un cuchillo afilado. La habitación se llenó de gritos y sollozos mientras el anciano luchaba por respirar entre espasmos de dolor.
Con una expresión sin emociones, FireOrDark comenzó una tortura despiadada. Utilizó pinzas eléctricas para infligir sufrimiento aún mayor al anciano indefenso. Cada descarga eléctrica hacía que el cuerpo del anciano se retorciera en agonía, sus gritos resonando en la habitación como una melodía macabra.
FireOrDark disfrutaba cada momento de la tortura. Podía ver el miedo en los ojos del anciano, podía saborear su sufrimiento como si fuera un manjar exquisito. Con cada chispa de electricidad que recorría su cuerpo, el anciano parecía acercarse más y más al borde de la locura.
Pero FireOrDark no estaba satisfecho todavía. Quería hacer sufrir al anciano aún más. Agarró un cuchillo más grande y comenzó a hacer cortes profundos en la piel del anciano, arrancando trozos de carne con cada movimiento. Los gritos del anciano se intensificaron, llenando la habitación con su desesperación y sufrimiento.
"Que lindo trofeo será, señor Green", pensó FireOrDark mientras continuaba su brutal ataque, sin una pizca de remordimiento en su alma retorcida.
La tortura continuó durante horas, hasta que un vecino del anciano irrumpió en la escena, horrorizado por lo que veía. Pero antes de que pudiera reaccionar, FireOrDark ya había acabado con él también, dejando tras de sí un rastro de muerte y destrucción.
• "Últimas palabras, viejo, habla", exigió FireOrDark, su voz fría y despiadada mientras sostenía al anciano moribundo en sus manos.
• "Nos vemos en el infierno", murmuró el anciano con valentía, antes de que una bala atravesara su cabeza, poniendo fin a su sufrimiento.
Con el anciano muerto y su cabeza colgando como un grotesco trofeo, FireOrDark se preparó para la llegada inevitable de DeathGreen, su mente retorcida ya planeando el próximo acto de violencia en su retorcida búsqueda de poder y control.
Mientras tanto Dalko salió del apartamento, y en su pensamiento tenía el plan perfecto, al ver a un vecino el cual era recurrente en la zona le disparo en la cabeza a sangre fría, y empezando a dispararle a todos los habitantes de la zona, masacrando a 4 niños que pasaban jugando con una pelota, dos ancianas que compraban un regalo para sus nietas, un hombre que iba conduciendo un automóvil, al cual este termino chocando contra una casa, haciendo explotar el auto e incendiar una de las casas con las que chocó. “No te esperaras lo que pasará” pensó Dalko, con una gran sonrisa en su boca mientras sostenía su revolver y un machete con el que acababa de asesinar a una mujer mayor.
• ¡Hemos llegado, DeathGreen! – Grito Venix después de un largo viaje.
• ¡Guau!, muchas gracias, la casa de mi padre esta a dos calles – Dijo Green
• En 20 minutos estaremos allí
Green estaba muy feliz, había conseguido un amigo, llegado a donde su padre, salido de prisión, conseguido una Katana Atsui y sus armas de nuevo, aparte de balas, lo cual lo emocionaba, estaba un poco cansado pero la puesta de sol lo llenaba de vida, ¡No podía esperar para ver a su padre y luego ir a casa!

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