The Red

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AÑO 3000

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AÑO 3000. La raza Senti. En el universo número ocho, en la dimensión número cuatro, en la realidad número uno, en el planeta número tres, entre miles y millones de dimensiones, realidades, universos y planetas existe la raza Senti. Fueron creados por el Titán Bóreas, un ser misterioso y poderoso que los dotó de una peculiaridad única: la incapacidad de sentir emociones, sensaciones físicas o cualquier forma de estímulo sensorial. Para los Sentis, la vida transcurre en un estado perpetuo de apatía y desapego, donde la existencia misma carece de color, sabor o significado.
Las calles de FusRoad, la ciudad principal de este desolado planeta, son un testimonio sombrío de la monotonía y la desolación que caracterizan la vida de los Sentis. El paisaje urbano está marcado por edificios decrépitos y calles desiertas, donde los habitantes deambulan sin rumbo fijo, sin gesto alguno en sus rostros inexpresivos. El aire está impregnado de un olor nauseabundo, resultado de la negligencia y la falta de higiene que prevalece en esta sociedad sin emociones.
Desde una modesta vivienda en las afueras de la ciudad, emerge nuestro protagonista, conocido simplemente como The Red. Su figura se desliza silenciosamente por las calles, una sombra más entre la multitud anónima de los Sentis. Su rostro enmascarado no muestra ningún indicio de emoción o interés, reflejando la misma indiferencia que define a su especie. Con pasos monótonos y mecánicos, se dirige hacia su lugar de trabajo en un laboratorio de investigación, donde se espera que participe en un nuevo experimento relacionado con los seres alienígenas capturados recientemente.
El trayecto hasta el laboratorio es un desfile de desolación y desesperanza. The Red pasa junto a otros Sentis, algunos de los cuales yacen inmóviles en el suelo, sus cuerpos sin vida sirviendo como recordatorio de la fragilidad de la existencia en este mundo sin sentido. Sin embargo, un encuentro particular llama su atención. Un niño ciego, con los ojos cerrados y una expresión de confusión en su rostro, se tambalea en el borde de un precipicio que se abre a sus pies. Las cicatrices y heridas en su rostro revelan una historia de sufrimiento y abandono, marcada por la negligencia y la indiferencia de una sociedad que carece de compasión y empatía. The Red apenas registra el incidente, continuando su camino sin detenerse ni ofrecer ayuda.
La rutina diaria de The Red continúa con la misma monotonía y falta de entusiasmo que define la vida de los Sentis. Al llegar al laboratorio, se une a sus colegas en la investigación del Humablo recién capturado, un ser alienígena cuyo comportamiento y características biológicas son objeto de estudio. Sin embargo, su participación en el experimento es mecánica y desinteresada, reflejando la apatía generalizada que impregna a esta sociedad sin emociones.
La jornada laboral transcurre sin incidentes destacables, y pronto llega la hora del almuerzo, una pausa obligatoria en la monótona rutina de los Sentis. The Red saca de su bolso unas mermeladas rancias con carne de criaturas alienígenas, su único alimento en este mundo carente de placeres sensoriales. Traga sin saborear ni masticar, su gesto inexpresivo revelando la falta de satisfacción o disfrute en esta actividad básica de supervivencia.
Los Sentis, seres privados de la capacidad de sentir hambre o frío, dependen de alarmas programadas en sus relojes de pulsera para recordarles la necesidad de alimentarse y abrigarse. Esta peculiaridad de su naturaleza les permite sobrevivir en un entorno hostil y despiadado, donde la falta de estímulos sensoriales puede llevar fácilmente a la muerte por inanición o exposición.
Red empieza su trabajo con el Humablo, pero este está super aterrado, gritando como loco, llorando.
El Humablo, con su aspecto grotesco y ojos desorbitados, se retuerce en la mesa de examen, sus gritos desgarradores llenando el aire con un eco de desesperación. Sus súplicas desgarradoras caen en oídos sordos, ya que Red continúa con su tarea sin mostrar signos de compasión o empatía.
• "Por favor, no me haga nada, se lo ruego", decía entre sollozos el Humablo, con la voz entrecortada por el miedo y la angustia.
A lo que Red solamente sigue sin dar más conversación, su rostro inexpresivo y sus movimientos precisos y metódicos. Con manos expertas, toma un cuchillo afilado y realiza una incisión en el individuo, cuya sangre comienza a brotar en un chorro espeso y oscuro. El Humablo se retuerce en agonía, sus lágrimas mezclándose con la sangre que empapa su cuerpo.
• "Paciente 245 parece presentar las tales emociones, pero no las encuentro"
Dice Red en tono neutral, como si estuviera discutiendo un simple informe científico. Sin embargo, su indiferencia no puede ocultar la curiosidad que siente por esta manifestación aparentemente inusual en un ser de su especie.
Red continúa explorando el cuerpo del Humablo en busca de signos de emociones, su cuchillo cortando la carne con precisión quirúrgica. Pero después de dos horas de búsqueda infructuosa, el individuo sucumbe a la pérdida de sangre y sus llantos se desvanecen en un susurro ahogado.
• "Murió"
Declara Red con la misma frialdad impersonal, su voz carente de cualquier matiz de remordimiento o compasión. Para él, la muerte del Humablo es simplemente un hecho más en el curso monótono de la vida en un mundo donde las emociones no tienen cabida.
Luego de eso, en la oscura y fría noche, The Red toma su abrigó y va a su hogar, ya que su trabajo, aunque fallido había concluido

Onyx TitansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora