Escena V: Renacer

7 5 0
                                    

Escena V: Renacer
Me encontraba sentado en el bar, mirando fijamente al fondo del vaso de whisky que sostenía en mi mano temblorosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Escena V: Renacer
Me encontraba sentado en el bar, mirando fijamente al fondo del vaso de whisky que sostenía en mi mano temblorosa. Las luces de neón parpadeaban a mi alrededor, creando sombras espectrales que danzaban en las paredes mugrientas. El olor a humo y alcohol impregnaba el aire, convirtiéndolo en un brebaje espeso y sofocante. Tomé un largo trago, dejando que el líquido ambarino quemara mi garganta. Por un breve momento, el ardor me distrajo de la agonía interminable que me consumía por dentro. Pero tan pronto como el efecto pasajero se desvaneció, la realidad volvió a aplastarme con toda su fuerza. Había tocado fondo, y lo sabía. Mi vida se había convertido en un espiral interminable de autodestrucción, y cada día me hundía más y más en la oscuridad. Las drogas y el alcohol eran mi único refugio, una vía de escape temporal de la angustia que me atormentaba sin descanso. Pero en ese momento, mientras observaba las gotas de condensación deslizarse por el vaso, algo cambió dentro de mí. Un destello de claridad brilló a través de la neblina de mi desesperación, como un rayo de luz atravesando las nubes de tormenta. Recordé a mi madre, su sonrisa cálida y su amor incondicional. Ella siempre había creído en mí, incluso cuando yo mismo había perdido la fe. Y en ese instante, supe que no podía seguir por este camino autodestructivo. Si no lo hacía por mí mismo, lo haría por ella. Fue durante uno de mis paseos matutinos cuando tuve la idea que cambiaría mi vida para siempre. Mientras caminaba por el parque, observé a unos niños jugando a los superhéroes, corriendo y saltando con capas improvisadas atadas a sus espaldas. Y en ese momento, la semilla de una idea comenzó a germinar en mi mente. En lugar de diseñar un juego de realidad virtual, me sentí inspirado por la novela gráfica "Kick-Ass" y las películas de superhéroes que tanto amaba de niño. Si no podía escapar de la cruda realidad a través de un mundo virtual, entonces crearía mi propia realidad, una en la que pudiera hacer justicia por mi propia mano. Pasé días y noches diseñando mi traje y elaborando mi alter ego. Tomé una sudadera azul y la modifiqué, añadiendo una capucha y una máscara para ocultar mi identidad. Encontré un bastón policial retráctil que serviría como mi arma principal, y complementé el atuendo con unos pantalones cafés y mis fieles Converse negras. Me bauticé a mí mismo como "The Amazing", un nombre que reflejaba mi determinación de hacer algo extraordinario y épico. Ya no sería más la víctima, el chico deprimido y sin rumbo. Ahora sería un héroe, un vengador que lucharía contra el crimen y el mal que había arrebatado a mi madre de este mundo. Con mi nueva identidad forjada, comencé a investigar la escena del crimen en el apartamento de mi madre, buscando pistas que pudieran llevarme hacia su asesino. Fue entonces cuando encontré un trozo de papel arrugado en el suelo, con un número de teléfono garabateado en él. No había nada más, ninguna otra pista o evidencia, pero eso fue suficiente para encender la llama de la esperanza en mi interior. Los días pasaban, y la oscuridad en mi alma no hacía más que profundizarse. Una noche, mientras revisaba el lugar donde encontraron a mi madre, noté algo que había pasado por alto: un número de teléfono anotado en un papel arrugado. No sabía de quién era, pero la desesperación me llevó a investigarlo. Tras varias llamadas y rastreos, descubrí que pertenecía a una chica que vivía en un callejón no muy lejos de mi apartamento.
Era una noche fría y lluviosa cuando decidí ir a buscarla. El callejón estaba oscuro, apenas iluminado por unos pocos faroles parpadeantes. Me acerqué a la puerta de una pequeña casa destartalada. No tenía otra opción, tenía que encontrar respuestas. Golpeé la puerta con fuerza. No hubo respuesta. La volví a golpear, más fuerte esta vez, hasta que finalmente escuché unos pasos arrastrándose hacia la entrada. La puerta se abrió un poco, lo suficiente para que pudiera ver un ojo mirándome con desconfianza.
—¿Qué quieres? —dijo una voz temblorosa detrás de la puerta entreabierta.
—Necesito respuestas. Ahora —respondí, empujando la puerta con todas mis fuerzas y entrando en la pequeña casa. La chica retrocedió, sorprendida y asustada.
—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Sal de aquí!
No le di tiempo para reaccionar. Me abalancé sobre ella y la inmovilicé, llevándola a una silla y atándola con las cuerdas que encontré por ahí. Ella luchaba, pero no tenía la fuerza para detenerme.
—¡Déjame ir! ¡No sé nada!
—No te creo. Sabes algo, y lo vas a decir ahora.
Tomé una navaja de la mesa y la acerqué a su rostro. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas.
—Por favor, no sé nada... no sé nada...
—Te voy a hacer hablar. ¿Ves esto? —le mostré la navaja—. Te voy a hacer tanto daño que vas a desear no haber nacido.
Comencé a hacer pequeños cortes en su brazo. Ella gritaba de dolor, pero no decía nada. La tortura continuó mientras mis manos temblaban de rabia y desesperación. Su piel se rompía bajo la presión de la navaja, dejando líneas rojas y profundas. Sus gritos resonaban en la pequeña habitación, pero seguí presionando.
—¡Está bien, está bien! ¡Te diré lo que sé!
—Habla. ¿Quiénes son? ¿Por qué hay tantos asesinatos?
—Son... son parte de una red. Una red de criminales que operan aquí. Solo soy un peón. Les paso información... no sé más. Por favor, eso es todo.
—¿Dónde están? ¡Dime sus ubicaciones!
—Hay... hay un garaje en la esquina de la 5ta con Maple. Y un almacén abandonado en la 12 con Pine. Es todo lo que sé, lo juro.
Me levanté, dejando la navaja en la mesa. La chica era ahora una sombra temblorosa de dolor y miedo. Sus sollozos llenaban la habitación mientras yo me dirigía hacia la puerta.
—Si me mentiste, volveré. Y esta vez, no seré tan amable.
La dejé atada, llorando y ensangrentada. Salí de la casa y me dirigí hacia las direcciones que me dio. No sabía qué encontraría, pero estaba decidido a descubrir la verdad. La lluvia seguía cayendo mientras caminaba hacia el garaje. El aire frío me golpeaba el rostro, pero mi mente estaba fija en una sola cosa: respuestas. Me desplomé en el sofá, exhausto. La adrenalina de la noche anterior seguía corriendo por mis venas, pero mi cuerpo pedía a gritos descansar. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño. En mis sueños, todo era una distorsión grotesca de mi realidad. Caminaba por las calles familiares, pero estaban desiertas y cubiertas de una niebla espesa. Los edificios estaban en ruinas, y sombras oscuras se movían a mi alrededor, susurrando cosas incomprensibles. De repente, me encontré frente a mi madre, pero su rostro estaba distorsionado, y su cuerpo se retorcía en una danza macabra. Intenté gritar, pero no salió sonido alguno. Me desperté sobresaltado, con el sudor cubriéndome la frente. Al día siguiente, me preparé un café fuerte para sacudirme la pesadilla. Mientras bebía, la noticia en la televisión llamó mi atención. Una joven había sido encontrada violada y torturada; sobrevivió, pero en un estado crítico. El rostro de la chica me resultó familiar, era la misma que había sometido en mi búsqueda de respuestas. Sentí un nudo en el estómago y una mezcla de culpa y rabia me invadió. Sabía que necesitaba ayuda para continuar esta misión, y fue entonces cuando pensé en Jorge y Ashley.
Recuerdos de cómo conocí a Jorge y Ashley:
Conocí a Jorge en una pelea callejera hace un par de años. Me encontraba en medio de una trifulca, defendiendo a un amigo de unos matones. Jorge apareció de la nada, un tipo musculoso con una actitud desafiante y habilidades de combate impresionantes. Después de acabar con los agresores, nos quedamos allí, respirando con dificultad.
—Buena pelea, amigo —dijo Jorge, extendiéndome la mano.
—Gracias por la ayuda —respondí, estrechando su mano firmemente.
Nos hicimos amigos rápidamente. Jorge tenía un corazón de oro y una determinación de hierro. Su experiencia en las fuerzas especiales y su conocimiento en tácticas de combate lo hacían el aliado perfecto. Ashley, en cambio, la conocí en una conferencia de tecnología. Era un hacker brillante, con una mente aguda y una personalidad encantadora. Me acerqué a ella después de una de sus presentaciones.
—Impresionante charla —le dije, tratando de no parecer un fanático.
—Gracias, siempre es bueno encontrar a alguien que aprecie mi trabajo —respondió con una sonrisa.
A medida que nuestra amistad crecía, descubrí que Ashley no solo era un genio de la tecnología, sino también una luchadora feroz cuando la situación lo requería.
Planeando la infiltración:
Nos reunimos en mi apartamento para discutir el siguiente paso. Les conté todo lo que había descubierto y la necesidad de infiltrarnos en el almacén mencionado por la chica.
—Será peligroso, pero no tengo otra opción —dije, mirando a mis amigos.
—Estamos contigo, David —respondió Ashley con determinación.
—Vamos a hacer que esos bastardos paguen —añadió Jorge, apretando los puños.
Nos preparamos meticulosamente. Ashley hackeó el sistema de seguridad del almacén, y Jorge trazó un plan de infiltración. Nos movimos a través de las calles bajo la cobertura de la noche, hasta llegar al edificio.
Infiltración en el almacén:
Nos deslizábamos por las ventilaciones del almacén, sintiendo la adrenalina en nuestras venas. Podíamos oír las voces de los matones bajo nosotros, hablando en tonos amenazantes. Finalmente, llegamos a una rejilla que daba al centro del almacén. Desde allí, observamos a un hombre musculoso, sin un ojo y con el pelo teñido de blanco. Era una figura intimidante, con cuchillos brillando bajo la tenue luz. Estaba dando órdenes a un grupo de matones.
—Recuerden, deben seguir con la ListEvil. Cada nombre debe ser tachado. No hay margen para errores —dijo con una voz fría y autoritaria.
Observamos con cautela mientras Executioner continuaba dando instrucciones. La organización parecía implacable, una máquina bien aceitada de caos y destrucción. Sabíamos que enfrentarnos a ellos no sería fácil, pero estábamos decididos. Decidimos retirarnos por ahora y planificar nuestro próximo movimiento. Salimos del almacén de la misma manera que habíamos entrado, asegurándonos de no dejar rastro. De vuelta en mi apartamento, nos sentamos a discutir lo que habíamos visto.
—Tenemos que ser estratégicos. No podemos enfrentarlos de frente —dijo Jorge, trazando un mapa del almacén.
—Estamos en esto juntos. No dejaremos que sigan destruyendo vidas —afirmé, sintiendo una renovada determinación.
Nos preparamos para lo que sería una batalla larga y difícil. Sabíamos que nuestras vidas cambiarían para siempre, pero estábamos listos para enfrentar la oscuridad. Y así, comenzamos a trazar el plan para nuestro próximo ataque, unidos por un propósito común y una sed insaciable de justicia.

Onyx TitansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora