Escena II: Construcción
El Templo de los Titanes se alzaba imponente sobre las nubes, una construcción colosal de mármol blanco y ónix negro, con columnas gigantescas que parecían tocar el cielo. Intrincados frescos dorados adornaban las paredes, representando épicas batallas y las proezas de los titanes. El techo abovedado estaba decorado con mosaicos que reflejaban la luz del sol eterno, creando un espectáculo de colores brillantes y sombras danzantes. Era un lugar de magnificencia y poder, donde las decisiones que afectaban a millones de mundos se tomaban con una simple palabra.
En una de las grandes salas del templo, Bóreas, el titán del viento, discutía acaloradamente con Afrodita, la titan de la belleza y el amor. Su conversación estaba cargada de tensión, cada palabra era una chispa en la atmósfera eléctrica.
• Afrodita, discúlpame por interrumpirte - dijo Bóreas, su voz, aunque firme, denotaba una urgencia que era rara en él.
• ¿Qué es lo que necesitas? - Respondió Afrodita, con una voz suave pero firme, mientras sus ojos centelleaban con una mezcla de curiosidad e impaciencia.
• Tengo entendido que Hefestos destruyó la galaxia creada por mí y por Ares. Quiero saber qué demonios le pasa. Todo lo que hago, él lo destruye.
Antes de que Afrodita pudiera responder, la puerta del templo se abrió de golpe. Hefestos, el titán de la forja y el fuego, entró con una mirada colérica. Su presencia llenó la sala con una sensación de peligro inminente.
• ¿Qué es lo que dices, Bóreas? - Su voz resonó como un trueno, cada palabra vibraba con poder.
• Eh… - titubeó Bóreas, sintiendo la intensidad de la ira de Hefestos.
• ¿Acaso te atreves a hablar mal de mí? Soy un titán de rango superior. ¡Cinco rangos por encima de ti!
• La verdad…
• ¡Cállate! Te asesinaré por tu insolencia.
• Espera, Hefestos - interrumpió Afrodita, intentando mediar en la situación.
Hefestos, con una fuerza descomunal, apartó a Afrodita hacia una pared con un golpe que resonó en toda la sala. Tomó a Bóreas por el cuello, comenzando a quemar su estómago con sus manos incandescentes. El dolor era intenso, pero Bóreas, en un acto reflejo, expulsó un huracán de aire por su mano, apartando a Hefestos un poco.
• Hefestos, espera, somos compañeros. Solo quiero que dejes de destruir lo mío, maldito idiota.
• Lo haré cuando quiera. Sé que has estado escondiendo un planeta durante 3000 años. Ahora que sé dónde está, te llegará el mismo destino.
Hefestos levantó su espada en llamas, preparándose para decapitar a Bóreas. Pero una flecha rosa, disparada con precisión por Afrodita, atravesó las manos de Hefestos, deteniendo su ataque.
• ¿Qué haces, Afrodita? Soy un rango más poderoso que tú.
• Relájate, idiota. Bóreas tiene razón. No tienes por qué matarnos, todos somos titanes.
Hefestos, furioso, salió rompiendo una de las paredes gigantes del templo, incendiando la cama de Bóreas en el proceso. Se dirigió a Hades, el titán del inframundo, que estaba ocupado en sus propios asuntos.
• Hades.
• ¿Qué quieres?
• ¿Dónde está Ares?
• Debe estar en el segundo piso, no lo sé, estoy ocupado.
Hefestos buscó a Ares por el templo, encontrándolo entrenando a sus nuevos soldados.
• Ares, te necesito.
• ¡Claro! ¿Qué necesitas, amigo?
• No soy tu amigo, pero necesito que comandes un ataque con mil de tus hombres.
• ¿Para qué? ¿Qué quieres?
• Necesito que vayan al mundo Senti y lo conquisten para mí.
• Bóreas se enojará…
• Te pagaré, lo juro.
• …
• En tres días. Quiero que asesinen a todos los que vean. Quiero hacer un nuevo mundo.
• ¿Solo mil?
• Sí, y que no quede ni un solo Senti vivo.
Hefestos salió de la sala, su mente llena de planes oscuros y destructivos. Se dirigió hacia su Pegaso, un magnífico caballo alado de pelaje negro y crines de fuego, y se preparó para un paseo que despejara su mente y lo ayudara a planificar su próxima jugada.
El Templo de los Titanes quedó en silencio tras su partida, pero el aire estaba cargado de tensión. Bóreas, con su estómago aún humeante, se acercó a Afrodita.
• Gracias, Afrodita. No sé qué habría hecho sin tu ayuda.
• Debemos estar unidos, Bóreas. Los tiempos están cambiando y necesitamos estar preparados.
Mientras tanto, en el planeta Senti, los habitantes seguían con su vida monótona, sin saber que una amenaza titánica se cernía sobre ellos.
Red despertó, tumbado en el suelo de su casa después de haberse desmayado. Sentía una molestia punzante en su cabeza, una sensación extraña y abrumadora que le hacía lagrimear. "Qué horrible son las sensaciones", pensó Red con frustración. La alarma de su reloj de pulsera sonó, recordándole que era hora de desayunar. Se levantó con dificultad y fue a donde tenía almacenada su carne. Al tocarla, sintió una textura incómoda y babosa que le hizo estremecerse. El olor pútrido era tan penetrante que le revolvió el estómago, y cuando acercó la carne a su boca, el sabor repugnante lo hizo retroceder. Red dejó de lado la carne, incapaz de comer.
Al salir de su casa, el sol le molestaba a la vista y el calor lo hacía sentirse aún más incómodo. A unos pasos de su hogar, el olor de un cuerpo en descomposición lo golpeó de lleno, haciéndolo correr para alejarse de allí. "Qué asco", pensó, lamentando la primera vez que podía experimentar estas sensaciones.
En el camino hacia su trabajo, observaba a las mismas personas de siempre, pero esta vez sentía una extraña urgencia por saludarlas, una sensación desconocida que lo inquietaba. Entre la multitud, vio a Jez, una chica de su especie. Su piel blanca, cabello negro, ojos azules y su vestido blanco y negro largo la hacían destacar. Llevaba una tiara que enmarcaba su rostro delicado. Red sintió su corazón acelerarse a más no poder, una sensación de atracción y nerviosismo que jamás había experimentado.
Encuentro con Jez:
Después de su trabajo, Red decidió buscar a Jez. Sentía una necesidad inexplicable de hablar con ella. La encontró en el mercado, observando las mercancías sin ningún interés. Red se acercó tímidamente, sintiendo un nudo en el estómago.
—Hola, Jez —dijo, su voz temblando ligeramente.
Jez lo miró, sus ojos azules tan fríos como siempre.
—Hola, Red —respondió sin emoción.
Red intentó sonreír, pero la sensación era tan nueva y extraña que no sabía cómo hacerlo. Quería decir algo, cualquier cosa que pudiera hacer que Jez sintiera lo que él estaba experimentando, pero las palabras no llegaban.
Mientras caminaban juntos, Red trataba de explicarle a Jez lo que estaba sintiendo.
—Es difícil de explicar, Jez. Es como si todo estuviera vivo de repente. Los colores, los olores, las texturas... Todo es tan intenso —dijo Red, tratando de poner en palabras su experiencia.
Jez lo observaba con curiosidad, aunque sin entender completamente. Sus propios sentidos permanecían apagados, y no podía concebir lo que Red describía.
—¿Es doloroso? —preguntó Jez, intentando comprender.
—A veces, sí. Pero otras veces es... interesante —respondió Red, mirando a Jez con una intensidad que ella no podía percibir—. Nunca había sentido nada antes. Ni siquiera sabía que me faltaba algo.
Mientras seguían caminando, Red se daba cuenta de lo diferente que era el mundo ahora. El murmullo de la gente, el canto distante de un ave, el viento acariciando su piel... Todo era nuevo y asombroso. A pesar del miedo y la incomodidad, había una chispa de curiosidad en medio del caos sensorial.
Pasaron por una panadería donde el aroma del pan recién horneado hizo que el estómago de Red rugiera. Era una sensación incómoda pero también fascinante. Entró y compró un trozo de pan, notando la suavidad en sus manos y el calor que emanaba. Al darle un mordisco, el sabor fue una explosión en su boca, una mezcla de dulzura y suavidad que casi lo abrumó.
—Jez, tienes que probar esto —dijo, ofreciéndole un trozo.
Jez lo miró con escepticismo, pero aceptó el pan. Mientras lo masticaba, no mostró ninguna reacción, y Red se dio cuenta de que ella no podía experimentar lo mismo que él.
Un Cambio Profundo:
Red empezó a notar pequeños detalles que antes pasaban desapercibidos: el sonido de sus propios pasos sobre el pavimento, el zumbido distante de la maquinaria en las fábricas, el susurro del viento entre los árboles. Todo tenía una nueva dimensión.
Esa noche, cuando se acostó, el mundo seguía vibrando con sensaciones. La suavidad de las sábanas, el fresco de la noche, el cansancio que se apoderaba de su cuerpo. Cerró los ojos y dejó que las sensaciones lo inundaran, tratando de aceptar este nuevo mundo que se abría ante él.
A la mañana siguiente, Red se despertó con la luz del sol filtrándose por la ventana, el calor en su piel, y una sensación de emoción desconocida. Había descubierto un mundo lleno de colores, olores y texturas, y aunque algunas sensaciones eran abrumadoras, otras le traían una alegría inesperada. Estaba empezando a entender que sentir, aunque aterrador, también podía ser una forma de estar verdaderamente vivo.
Mientras caminaba hacia su trabajo, decidió que debía encontrar la fuente de este cambio. ¿Por qué había comenzado a sentir? ¿Era algo que podría compartir con otros Sentis? La perspectiva de descubrir estas respuestas le dio un propósito nuevo, una chispa de esperanza en un mundo que hasta entonces había sido gris y vacío.
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Onyx Titans
Acción3 historias diferentes, de como serian los heroes vistos desde universos totalmente distintos