Escena VII: El Amanecer de un Nuevo Destino

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Escena VIII: El Amanecer de un Nuevo Destino
El amanecer se desplegaba sobre el planeta de los Sentis, un sol débil pero persistente iluminaba el campo de batalla, ahora una extensión de muerte y destrucción

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Escena VIII: El Amanecer de un Nuevo Destino
El amanecer se desplegaba sobre el planeta de los Sentis, un sol débil pero persistente iluminaba el campo de batalla, ahora una extensión de muerte y destrucción. Los cuerpos de los caídos yacían esparcidos, mezclados en una grotesca alfombra de sangre y escombros. En medio de esta desolación, The Red permanecía de pie, con su armadura manchada de rojo y su cuerpo exhausto, mirando hacia el horizonte. El Pegaso rojo que Bóreas le había dado resplandecía a su lado, listo para llevarlo lejos de este lugar de dolor y muerte. The Red acarició suavemente la crin del Pegaso, sintiendo la calidez y la fuerza de la criatura. A su alrededor, el silencio era ensordecedor, un testamento a la brutalidad de la batalla que había acabado. The Red miró el horizonte, donde el sol naciente prometía un nuevo comienzo. Aunque su cuerpo estaba magullado y sus heridas eran profundas, su espíritu se sentía renovado. La muerte de Jez había sido un golpe devastador, pero también había encendido una llama dentro de él, una determinación para seguir adelante y encontrar un nuevo propósito. Subió al Pegaso con movimientos lentos y doloridos, pero llenos de resolución. Alzando la vista al cielo, habló en un susurro apenas audible, pero cargado de promesas y esperanza.
— Jez, no te olvidaré. Te llevaré conmigo en cada paso de mi viaje. Prometo luchar por un mundo mejor, uno donde nadie tenga que sufrir como tú lo hiciste.
El Pegaso se elevó en el aire, sus alas poderosas batían contra el viento, llevando a The Red lejos del campo de batalla. Mientras ascendía, echó una última mirada a las ruinas del planeta Senti, un lugar que había sido testigo de tanto sufrimiento y valentía. En las alturas, el universo se desplegaba ante él como un vasto lienzo de posibilidades. Cada estrella, cada planeta, representaba una oportunidad de redención y descubrimiento. El dolor de la batalla comenzaba a desvanecerse, reemplazado por una esperanza silenciosa.
Mientras volaba a través del espacio, The Red pensaba en Bóreas y en el sacrificio que había hecho para salvarlo. Sabía que su mentor se enfrentaría a las consecuencias de sus acciones, pero también sabía que Bóreas había confiado en él para continuar la lucha por un futuro mejor.
El Pegaso voló hacia un nuevo mundo, uno lleno de desafíos y misterios. The Red estaba listo para enfrentarlos, armado no solo con su espada y su fuerza, sino también con la sabiduría y el valor que había ganado en su viaje.
El universo se extendía infinito ante él, un recordatorio de que, aunque la guerra había dejado cicatrices profundas, también había abierto un camino hacia la redención. The Red, el guerrero forjado en la batalla y la pérdida, ahora se convertía en un símbolo de esperanza y resistencia.
Y así, en el vasto silencio del cosmos, The Red cabalgó hacia su destino, sabiendo que cada batalla, cada sacrificio, le había preparado para este momento. Un nuevo capítulo comenzaba, uno en el que él no solo lucharía por sobrevivir, sino también por encontrar la paz y construir un legado que perduraría más allá de las estrellas. Fin.

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