𝟎𝟎𝟓| ୨ৎ

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Bill;

— A quien le importa si te llamas georg listing o no–. Dije sin tanta importancia, es que si.

— Calmado, solo me estoy presentando...nada más.

— Bueno, en mi vida te he visto–. Hable suave.– ¿Jugaras en los aros o estarás paseando?.

— Claro que jugaré, para eso vine, este juego está de muy jugable.

— A la final.

Miré a la gente divirtiéndose en la feria, era domingo y hoy sorprendentemente habían asistido más gente que el día anterior.

Había quedado en ir con amor al circo, la había invitado y había tenido el gran valor de ir a su casa y decirle eso por qué en la salida de el día viernes había salido primero.

— Toma las roscas–. Se las pase.– cuenta si están las 15.

— Lo están.

Preste atención y mirando a bastián negando con la cabeza de un lado a otro con un cigarro en boca. Ya le había contado sobre amor y le había dicho que estaba en mi misma institución y clase.

Sabía que estaba algo ido porque la estaba esperando, y tenía la esperanza de que realmente venga pero se me iba al recordar que su padre tal vez no la dejaría salir.

— Oye cantor–. Me llamo bastián.

— Si–. Respondí mientras atendía a otra persona, tenía que estar atento por ver quién se lleva cuál premio.

— ¿No tendrás hambre?.

— No, estoy bien.

— Si tú lo dices.

— ¿Porqué preguntas?–. Me reí ahora viéndolo rápido y dando el premio al que iba ganando.

— Como te veo todo flaco.

— Pues tú eres el que me da de comer.

— Haber si pongo vitamina en el jugo.

— Tendrás cuidado, te equivocas y pones veneno.

Bastián calló porque la clientela le estaba llegando, hoy era el día de suerte.

— Dos botellas de vodka y diez dólares.

— Mi apellido es listing, tan solo escúchalo–. Hizo eco gracioso.– mi apellido se escucha poderoso.

— ¡Qué poderoso se escucha!–. Exclamé sarcástico mirando detrás de el, estaba amor.– cuídame el puesto.

— Claro compañero.

— Qué tal–. Me acerque a ella emocionado, no podía controlar mi nerviosismo.

— Bill, siento la espera...tuve que arreglar la casa para poder salir, me tomo un gran tiempito por aquello, ¡Pero ya estoy aquí!.

— Es lo que importa–. Le sonreí y le agarre de la mano sin pena.– ven, te presentaré a bastián.

La lleve tan solo a lado y bastián se apartó de su puesto, llegando al frente de nosotros con sus manos metidas en los bolsillos y su inevitable pañuelo café amarrado por el hombro.

— Ella es amor–. La señale y ella le sonrió.

— Es un gusto conocerte, bill me habla mucho de ti.

— ¡No!-. Dije de inmediato y lo empuje del hombro.– digo, es mentira, solo quiere molestar.

— Si es que hablas mucho de mi no veo el problema, yo le hablo mucho de ti a mi madre–. Comentó y me miró.

Amor en la feria| Bill Kaulitz- EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora