𝟎𝟏𝟖| ୨ৎ

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Bill;


— No, esto es demasiado para mí, guardalo...para algo que necesites después, no puedo aceptarlo.

— ¿Qué?, ¿Cómo que no?...aceptalos por favor.

— Amor, es mucho, ¡Son tres mil millones!.

— Bill–. Se cruzó de brazos.– quiero que los agarres y los guardes en tu bolso, es como...¿Un regalo?, y quiero que no digas mas que las gracias, los necesitarás incluso más para tu pasaje.

— Bien...de acuerdo, de acuerdo–. Asentí levemente.– los aceptaré por ti.

— A qué, si es mío, aceptalos por la señora Simone–. Colocó la plata en mi dirección.

— Ok, por mi madre...y, muchísimas gracias de veras, sinceramente eres la mejor de todas las chicas en el mundo mundial.

— ¿De verdad soy la mejor?–. Entrecerró sus ojos mientras seguía columpiando se.– que gusto escucharlo venir de tu parte, te quiero ¿Vale?.

—Te quiero igual, ¡Y muchísimo más!.

Le sonreí, progresivamente guardando la gran cantidad de dinero en mi bolso y sentando me junto a ella en otro columpio, quedándome quieto.

No era más que las dos y algo, no habíamos entrado a clase porque tocaba exposición, y claramente no quería exponer con otra persona que no sea amor, me había caído de sorpresa después de su viaje.

Observándola se me dió por mirarle muy bien la ropa que llevaba, sin duda tenía un buen gusto y muy a la moda siempre estaba, estando ella sentada el short que cargaba se le subía más, aunque ella lo bajaba, pero de un momento a otro más abajo de su short habia una...casi grande marca roja.

— ¿Qué te sucedió ahi?–. Pregunté señalando.

— ¿En...donde?–. Respondió mirando y tapándose nerviosa, lo podía notar.– ah...eso, emm, bueno fue allá en Italia que me caí y...sin querer tropecé con un fierro.

— ¿El fierro te hizo eso?, dime la verdad carolina...dejame ver.

— Es la verdad, me pasó eso y la marca se ha quedado ahí, tal vez...en unos cuantos días desaparece.

— ¿En serio?, unos cuantos días suena demasiado, ¿Acaso no te has puesto alguna crema?, amor, se te puede hacer morado el muslo.

— Si yo sé, pero los días pasan rápidos y además me he colocado crema, si ha pasado un...poco de dolor por el golpe.

— ¿Segura que fue así?–. Hice otra pregunta preocupado.– amor, ¿No te ha pegado nadie, verdad?

— ¡No, no, no!–. Negó de un lado a otro.– por supuesto que no...lo permitiría, nadie me ha alzado la mano, absolutamente nadie, ¿Por qué dices eso?

— ¿Te estás mirando?–. Volví a señalar.– eso no parece ser por un fierro, y mírate nomás, más abajo tienes otras marcas, ¡Carolina!.

— Calma bill...anduve en patín con mis padres y, ya sabes, no preguntes.

— ¿Qué no pregunte me estás diciendo?, ¿De verdad?, ¡Cómo quieres que no te pregunte si no te he visto por varias semanas!.

— Está bien, lo lamento...pero, me frustra.

— ¿Qué te frustra?, ¿Qué yo te haga muchas preguntas?, ¿¡Eh!?.

— Si, eso mismo me frustra–. Me hecho una mirada rápida.– vale que, créeme, ¿Ya?, ha pasado eso.

— Hmm–. Pase la lengua por mis labios algo dudoso, o demasiado.– okay, si tú lo dices entonces fue así.

— Sí, eso paso, no te preocupes cariño.

— Y, ¿Tu padre te dijo algo sobre la foto del periódico?, porque la vi también, ¡Sales preciosita peleando por mi!.

— Ay bill...–. Votó aire y la ví colocarse un mechón de pelo por detrás de la oreja.– quizá, ¿Hubo una retada?, pero no pasó nada más, no se enojo conmigo y fue...¡Sorprendente!.

— Vaya, pues, me esperaba un castigo más de el.

— Oh no, claro que no ha sido así, y te digo que mi padre se disculpará contigo.

— ¿Conmigo?, ¿Cómo así?, que le hiciste eh.

— Nada, me dijo eso...que se había dado cuenta que había sido malo contigo y sus palabras eras muy directas.

— ¡Entonces eso quiere decir que me aceptó!–. Aplaudí emocionado.

— Si, así es...pero no lo hará ahora–. Ladeó la cabeza.– necesitaba un tiempo, para hacerlo y disculparse.

— Ow, por mi no hay problema, yo espero el tiempo necesario...es como si el lago estuviera poniéndose a mi favor.

— ¿Pediste aquello?.

— Mmh–. Fruncí mis labios al notar que había soltado sobre mi deseo.– algo parecido.

— ¿De veras?, caminemos un rato...el sol sorprendentemente comenzará a salir, no quiero hacerme cenizas–. Se pone de pies mientras estira su mano.

— Ni yo, en serio que no–. Me  levanto y sigo su paso, llegando a su lado.– esas semanas realmente fueron tan aburridas.

— ¿No faltaste ni siquiera un día?–. Me miró de reojo.

— Ninguno, bastián me ha mandado a la fuerza, o si no me ha dicho que le informará a mi madre, ugh.

— Pobrecito.

— No, y tú tan campante de vacaciones por allá, ¿Por qué no me llevaste?, ¡Cuentame como es amor!, ojalá y algún día conocer.

— Es demasiado lindo, si, lindo...y podremos conocer un día, los dos solos y quizás, ¡Vivir allá!, ¿Qué te parece?.

— Genial, genialisimo...vivir contigo sería lo mejor del mundo, claramente un sueño para mí, además, firmar una familia contigo.

— ¿Quieres formar una familia conmigo?.

— Si, ¿Acaso tú no?...¿O que pasa?.

— No, nada, claro que quiero formar una familia contigo, si que estaría encantada que un hombre tan apuesto como tú sea el padre de mis hijos.

— ¡Si!, incluso yo estaría más que contento de que tú seas su madre, serás tan lindo con nuestros hijos.

— Seremos–. Entrelazó su mano con la mía.– por el momento solo pasemos la bien, luego iremos a conocer Italia, Francia, cualquier otra ciudadanía y países más.

— ¡De acuerdo!, ¿Y si nos vamos del colegio?.

— ¿A dónde iremos?–. Preguntó elevando una ceja.

— A comer hamburguesas, con un refresco y nos sentamos a ver el atardecer...¿Qué dices?.

— Sin pensarlo, vamos corazón.

— Por eso me gustas mucho.

Amor en la feria| Bill Kaulitz- EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora