𝟎𝟏𝟓| ୨ৎ

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Bill;

— U-hum, de acuerdo ya comprendí.

— Eso es, comes tranquilo y por supuesto...al terminar limpias tus labios con este trapo–. Enseñó.– sabes acerca.

— Claro amor, lo sé...pero sabes, veo mucha gente.

— Es un evento–. Elevó la mirada mientras comía.– se supone que debe haber gente, ¿Eh?, además...gracias por venir conmigo.

— De nada, no quería estar todo el día acostado sin nada que hacer...bueno, deberes no tengo que hacer.

— Yo tampoco, estoy salvada por aquello, y enserio gracias...si no hubieses venido mi madre me mandaría como sea y yo realmente no quería estar sola en esta mesa redonda.

— ¿Y la señora Analía no vendría contigo?.

— No, dice que por qué solo me invitaron a mí...ella quería pasar tiempo con mi padre, que va, no es la primera vez, no importa.

— Mmh, y...¿Toda la noche es así?, digo, ¿En todo momento entran damas con vestidos largos hechos de diamantes y...caballeros con trajes de marca?.

— Toda la noche–. Asintió.– luego se presentan algunos artistas, lo bueno es que hay demasiada comida ¡Y todo es gratis!, ¿Acaso no es buena oferta para ti?.

— ¡Ofertón!, para quien no...la comida debería ser así, gratis, y buen pago para los que preparan chatarra–. Dije mientras me apoyaba en el respaldo de la silla, con las manos en mi regazo y jugando con el trapo que antes amor tenía.

— Totalmente de acuerdo, debería existir un grandísimo tarro de café, y que también sea gratis y a toda hora.

— Tú y tu café–. Pongo los ojos en blanco con una sonrisa, disimulando las ganas que realmente tenía sobre sentarme más cómodo en la silla de oro, y si le digo así, es porque mínimo y así suena la cantidad.

— ¿Qué hay de malo?, ¡El café es lo mejor que puedes probar en tu vida!, lo mejor–. Frunció el ceño.

— Bueno...para mí no–. Alzo mis hombros con una sonrisa a media.– hay muchas más bebidas que el café, un energizante o algo parecido.

— ¿Energizante?–. Me miró incrédula dejando su plato de un lado.– de verdad tu estás diciendo eso, ¿Un energizante lo tomarás como bebida mañanera?...no todas las mañanas lo tomarás, los jugos son pasables.

— Meh–. Vuelvo a alzar mis hombros.– incluso la coca cola es mejor que el café.

— ¿Y entre el vino y el champagne?–. Preguntó elevando una ceja.

— Champagne, por supuesto–. Respondo repitiendo su gesto.

— ¿En serio?...¿Yo o bastián?–.  Me quedé helado y la mire, haciendo sonido con sus uñas en la mesa.– no tienes que responder, claramente no estoy preguntando con seriedad, se que elegirías a bastián, y eso esta bien.

— ¿Por qué lo crees?, qué piensas.

— Por qué, bastián ha estado contigo desde que eras pequeño, y sigue estando, incluso en tus peores momentos y yo apenas vengo a conocerte y...apenas te hago reír, no he hecho mucho por ti.

— Pero si el hacerme reír para mí eso es un gran logro, además, me encantas.

— Basta–. Niega con una risa.

— En serio, Carolina...incluso eres muy amable y tan hermosa.

— Gracias, pero tú eres mejor.

— ¡Claro que no!–. Exclame fuerte haciendo que algunas personas se viren a nuestra dirección.– o sea, tú eres como un sol que alumbra...el dia, si, asi.

— ¿El día?.

— Bueno, eres como una linterna que alumbra la oscuridad, escuchame caro, yo te amo, y demasiado, te lo diré siempre y hasta cuando viva.

— Nos quedaremos hasta viejitos, y seremos la envidia del futuro, ya sabes, yo siento que los adolescentes cambiarán.

— Y mucho, por eso nosotros tenemos que vivirla.

— Cuanta razón, iré al baño, vuelvo enseguida ¿Si?, no te me vayas para mí ningún lado.

— Como tú digas–. Asiento mientras veo como se levanta, por jesús, que mujer la que tengo.– amor, acomódate la manga, se te verá lo indebido.

— De acuerdo, señorito.

Mire como caminaba y saludaba a algunas personas, supongo que compañeros de su padre...¿Qué estará haciendo bastián?, ¿Qué estará haciendo mi madre?, siento que los días pasan tan rápido, que me aterra tener que despedirme de amor.

Pero ella entendió que muero por ver a mi madre, es una buena chica, y por eso la amo cada día más, y la amare hasta el resto de mis días.

Tantas ganas de acostarme a dormir tenia, y si hacia el ridulo no me importa, así que ladeé mi cabeza y me recosté en la mesa, poniendo mi plato vacío encima del de amor.

A sí, cerrando mis ojos, pero luego los abro de golpe y pego un grito, al sentir como me tironean del pelo, es que no entendía.

— ¡Erick no!, ¡Erick déjalo!, no es tu papá.

— Que sí mamá, ¡Este es mi padre Víctor!.

— ¡Amor!, ay mi pelo, ¡Amor ven aquí!...carajo me quedaré calvo.

— Lo siento, lo siento–. Se disculpo tal chica, haciendo mucho esfuerzo en que su hijo me dejara el pelo, hasta que lo consiguió pero lo peor me pasó, el feto ese me dejó chicle.

— ¡Noooo!–. Exageré.– mi pelo no, mierda.

— Permíteme lograr quitarlo, aún no está pegado del todo...no te muevas.

— Vale, ¡Pero rápido por favor!–. Lloriquie mientras me quedaba quieto en mi asiento, delante mío estaba Erick, ese que me pegó chicle, que vergüenza más grande la que estoy sintiendo.

— Listo, ya está, vamos Erick, ¡Castigado!.

— ¡Pero por qué!, ¡Agh!–. Renegó quieto en su lugar, cruzándose de brazos.

— ¡Ven aquí!–. Pegué un salto en mi asiento al oír la exclamación de amor.– ¡Por qué carajo le tocaste el pelo!.

— Amor, amor–. Me levanté de mi asiento al ver las intenciones que tenía, pero se me fue del otro lado y como lo logro jaloneo a la otra tipa de los pelos.– me estaba quitando un chicle, amor ven acá.

— Así, un cichle–. Se volteó a verme enojada y yo de por si mi intenté separarla.– ¡Y tú crees que te voy a creer eh!, que ahorita la dejo con un hueco.

— ¿¡Eh!?, no, no, no...amor, te están tomando fotos, carajo, ¡Saldrás en los periódicos!, déjala.

— ¡Qué no!, maldita sea, por qué lo tocaste.

— Ay dios santo, que ya pare todo.

— ¡Agarrala del pelo mamá!.

Amor en la feria| Bill Kaulitz- EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora