𝟎𝟎𝟗| ୨ৎ

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Narrador;

— Bien señor cantor–. Mencionó amor mirando al apuesto joven frente a ella.– ¿Qué te toca ahora?.

Espero respuesta, estaban en el instituto y por los pasillos muchos adolecentes caminaban riendo, tan solo los dos estaban conectados mirándose.

— Literatura, mi amor–. Sonrió mordiendo su labio, el se sentía más que feliz de saber que amor y el, oficialmente eran pareja después de haberse confesado.

Solo paso un día, y hasta hoy, lunes, morían por verse.

— ¿Casualidad?, a mí también.

— ¿Verdad que sí?–. Pasó su brazo por detrás de su cuello, la acercó a su cuerpo y por primera vez amor se había percatado de lo tan alto que era bill.

— Vamos por un café, ¿Qué dices?.

— Acepto, pero yo pago.

— No, pagaré yo–. Comentó amor mientras caminaban dirección a la cafetería.

— He dicho que yo, carajo.

— Ya hable yo, pagaré tu café y el mío.

— Mujer, no nos atrevamos a discutir–. La miró de reojo con una sonrisa, amor golpeó por la costilla de el y este reía quejándose.– dios santo, que fuerza tienes, a ver cargame.

— Es como no cargar nada, ¿No crees?–. Bromeó.

— Que graciosita–. Volcó los ojos.– a qué te pones a trabajar en el circo.

— Está bien–. Se acercó a una chica atendiendo y pidió café, luego tomaron asiento en una mesa muy alejada.– lo siento por lo que he dicho.

— No importa, así me amas–. Alzó los hombros sonriendo de oreja a oreja.

— ¡Oh sí, antes de que me olvide!–. Colocó su bolso de un brazo en la mesa de madera y la abrió, sacando consigo una pequeña bandeja transparente con tapa, principalmente está tenía su nombre con marcador negro.– preparé tostadas para ti.

— Oh por díos–. Expresó este, pues en su vida alguien le había preparado unas tostadas especialmente para el, ni su madre, cuando su padre aún vivía pasaban comiendo avena, y bastián solo se encargaba de calentar comida.– muchísimas gracias, amor.

— De nada, mi hombre–. Sonrió tiernamente.– ahora pruébalas, las prepare con todo el amor que aún me falta por darte.

Bill miro la bandeja, saco la tapa y se fijó en esas tres tostadas que en la primera se hacía ver un gato, y las demás tenían frutas, no pudo evitar sonreír tímidamente y que sus mejillas estén rojizas, el hecho de que una chica le hable así y lo trate de esa manera era nuevo para bill.

Bueno, cuando pasaba coqueteando por la feria recibía halagos, pero esas chicas no eran del total agradó de bill, el lo hacia por molestar y por no sentirse aburrido dentro de su puesto, esas chicas solo querían una noche loca y chao, y eso no quería bill.

Pero entonces cuando llegó amor a la feria, no puedo evitar mirar le y hacer que ella se acercarse a su puesto, lo recuerda tan claro.

— ¿Están buenas?–. Preguntó esta un poco preocupada de que no le gusta se.

— Buenísimas–. Respondió con la boca llena.

— ¡Qué bien!, si gustas puedo preparar más comida para ti, lo puedo hacer, para mí no sería molestia.

— No–. Habló de inmediato, el no quería que ella fuese tan así.– yo puedo preparar comida para ti, no te molestes en verme sonreír por tus comidas.

Amor en la feria| Bill Kaulitz- EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora