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Bill;

— Agh bastián, no jodas–. Me queje por la gran bulla y con la cobija gruesa me tape entero, haciéndome bolita.

— ¡Feliz cumpleaños, cantor!–. Gritó.

Abrió mis ojos de par en par, a ver, yo vivo aparte y bastián no vive conmigo, ¿Entonces?.

— ¡Como mierda entraste!–. Me espante quitando la cobija de encima mío y sentandome.

— Ah sí, fíjate que salí del inodoro.

— No bromees.

— Entre por el patio, ¿Bien?, por la ventana no entraba.

— Caga todo–. Talle mis ojos y observé el pastel, estaba muy lindo y este a comparación de anteriores lucía mejor, quiero decir, ¿De dónde consiguió plata para comprar una de dos pisos?.

— ¿Y?, ¿Qué te parece?.

— Está muy bonito–. Confesé.– ¿A quién le prestaste plata?.

— ¿A quién le preste?–. Se rió.– esto es reunir.

— Di la verdad–. Me levanté, yendo dirección al baño donde cepille mis dientes y lave mi cara, saliendo nuevamente.– no te creo.

— Tampoco creo que sea tan de tu incumbencia, ¿Verdad?.

— No pero quiero saber, siempre haces postres tú y no los compras, sorprendentemente este es de dos pisos y los anteriores solo era un pequeño postre que solo con un bocado se acababa.

— Pero alégrate.

— Lo hago, ahora sí rápido o te acuchillare–. Pase por la cocina cogiendo el mencionado, un cuchillo, no hablaba enserio, solo quería molestar y saber la verdad.

— Baja eso–. Habló con miedo una vez que me acerque y lo apunte.– te lo diré.

— Rápido, o ya sabes que toca.

— Vendí droga por dos semanas–. Confesó.

— ¿Qué?–. Baje el cuchillo y trate de entender.– ¿Has vendido droga bastián?, sabes lo malo que es eso.

— No tan malo como cometer un asesinato–. Dejó el postre en la mesa y se sentó, yo lo hice igual.– gané mucha plata.

— ¿Pero por qué lo hiciste?.

— Quería que tengas un pastel muy lindo, como los que tienen las personas con plata...no es tan malo, no lo haré otra vez, ahora mira, compré tu pollo favorito.

— ¿Pollo favorito?–. Miré dónde señalaba, hacia la cocina, ¿Como no me fijé del pollo?.– no puede ser.

— El pollo del viejo, ¿Querrás comer una buena presa de KFC?.

— No–. Dije, pero realmente no podía negarme a semejante delicia.– bueno si, con arroz.

— Esa es–. Sonrió y pegó en mi hombro, yendo a la cocina a servir.– no venderé nuevamente droga, te lo prometo eh, ahora sí, cuéntame...¿Cómo te va con la chica de la feria?.

— ¿Amor?–. Sonreí como loco enamorado al mencionar la.– ya es mi novia.

— ¿Y no me has dicho?–. Viró riendo indignado.– así que si le llegas a los talones.

— Soy un galán.

— Si, como no–. Volcó los ojos burlón.– un chico te andaba buscando.

— ¿A mí?–. Pregunté curioso.

Amor en la feria| Bill Kaulitz- EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora