Capítulo 22.

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Nunca pensé que no pudiera ser capaz de controlar mis miedos.

Pero desde hacía varias semanas ese pensamiento había cambiado. Casi no salía de casa, solo al instituto, a trabajar y algunas veces cuando Alex me venía a buscar y dábamos un paseo.

Él se había vuelto demasiado protector, quizás eso aumentaba mi miedo pero, a decir verdad, esa protección me hacía sentir, en cierto modo, algo más segura.

Durante todos esos días, Rose no paraba de preguntarme qué me pasaba y quería que saliéramos continuamente al parque.

Sabía que necesitaba combatir mis miedos pero no era algo fácil y más sabiendo que los chicos que intentaron abusar de mí estaban por ahí sin ningún temor.

Ese día por la tarde, Alex me recogió para dar un paseo. Últimamente, no me dejaba salir sin que alguien me acompañara, y si no era él no se quedaba tranquilo.

Solía aprovechar para salir con mis hermanos cuando Alex venía pero hoy tenían colegio por la tarde.

Estuvimos dando un paseo por el parque silenciosamente pues además de sobreprotector, Alex se había vuelto terco y casi no hablaba conmigo.

Nos íbamos a sentar en un banco cuando mi mirada se encontró con la de Gavan, no le había vuelto a ver desde hacía casi un mes. Me quedé parada mientras mi pulso se aceleraba. Él también me había visto pero estando Alex cerca, recé silenciosamente para que no se acercara.

Pero mis súplicas no sirvieron de nada.

Gavan se acercó a nosotros a paso decidido, y consecuentemente sentía como los músculos de Alex se tensaban a medida que veía a Gavan cada vez más cerca.

-Annie,- dijo Gavan dirigiendo una mirada confusa a Alex.- ¿Por qué no has pasado por el campamento? Han pasado ya casi tres semanas.

Alex se puso delante de mí con el ceño fruncido y yo le agarre el brazo intentando calmarle.

-No he podido...- respondí tartamudeando sin encontrar una excusa creíble.

-Porque hace dos semanas tus queridos amigos la hirieron. Y casi la... no me atrevo a decirlo.- Alex escupió las palabras haciendo que Gavan se quedara pálido. Inmediatamente, su mirada se posó sobre mí.

-¿Es eso cierto?- me preguntó calmadamente.

-¡¿Qué si es cierto?! Míralo con tus propios ojos.

-Alex para por favor.- le susurré sabiendo de sus intenciones, pero no me escuchó. Su mano voló a mi camisa y la levantó dejando ver el todavía persistente moratón. Este tenía un tono más claro pero seguía ahí.

Gavan frunció el ceño dolido mostrando odio y sorpresa. Supongo que no se había enterado.

-Lo siento.- me susurró sin apartar la vista del moratón.- No sabía nada.

-¡¿Lo sientes?! –gritó Alex incrédulo.-¡Ya es demasiado tarde! ¡Me dais asco! ¡Asco!

Yo solo quería irme de ahí pues no sabía si podría aguantar por más tiempo la mirada de culpabilidad y tristeza de Gavan.

-No quiero que te vuelvas a acercar a ella, ¿me entiendes? Porque como te vea cerca de ella tú vas a pagar por lo que hicieron tus amigos.

Al ver que Gavan no contestaba Alex me agarró de la mano y tiró de mí alejándonos de él.

Antes de que me diera cuenta estábamos en el portal de mi casa.

-Tengo que ir a recoger a Matt y a Rose al colegio.

El Soldado Del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora