Capítulo 36.

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Frío.

Al principio es todo lo que siento.

Y de repente el dolor comienza a aparecer, por todo mi cuerpo.

Oigo ruidos a lo lejos que se convierten en murmullos hasta que consigo distinguir lo que dicen.

"No le han dejado entrar."

"¿Por qué no?"

"Es español y militar, son palabras tabú en el campamento."

Mis ojos se sienten muy pesados pero poco a poco consigo abrirlos haciendo que la luz me ciegue momentáneamente.

La primera silueta que distingo es la de Jason, y asu lado hay una mujer vestida con una bata blanca.

Tardan varios segundos en darse cuenta de que estoy despierta.

-¡Buenos días, Bella Durmiente!- exclama Jason mientras se acerca a la camilla.- No te voy a mentir, parece que acabas de salir de una película de zombis.

Intento reír pero me duele todo el cuerpo, así que me fuerzo a mostrar una tímida sonrisa.

La mujer de la bata se acerca también a la camilla mientras sacada del bolsillo una pequeña linterna.

La pasa por mis ojos sujetándome levemente la cabeza y después la vuelve a guardar.

-Parece que estás mejor. Aun así debes guardar reposo e intenta no moverte, la herida en tu estómago es todavía bastante grave.

Miro mi tripa apartando con cuidado la bata que llevo puesta dejando al descubierto una extensa venda que recorre toda mi tripa.

Tardo unos segundos en recordar qué ha pasado.

Y entonces mi estómago se contrae al recordar el cuchillo clavándose sobre mi piel.

-Annie,-dice Jason en un tono más serio y calmado.- están bajo custodia, y no creo que vuelvan a ver la luz. No tienes que preocuparte.

Sentía cierto alivio en mi interior, pero cada rasgo del rostro de aquel chico quedaría grabado para siempre en mi memoria. El pañuelo tapando su boca y su nariz, sus ojos marrones y su pelo oscuro.

También el cuchillo bailando sobre sus dedos, sus manos agarrándome mi cara, la sangre deslizándose por mis brazos y saliendo a borbotones por mi estómago.

Pero sobre todo recuerdo el dolor. El incesante y penetrante dolor.

-Tengo que irme.- dice la mujer acercándose a la salida de la tienda de campaña.- Pero si necesitas cualquier cosa, avísame.

-De acuerdo.

Intento incorporarme pero el dolor aparece en cuanto me muevo. Jason me ayuda aunque el dolor no se detiene.

-¿Cuánto llevo inconsciente?- murmuro mirando a mi alrededor.

Estoy en la enfermería del campamento militar pero algo alejada de los demás heridos. La tienda está llena de camas, y varias personas descansan sobre ellas. La mayoría con heridas muy graves.

-Casi un día.

Un día. Eso es demasiado tiempo.

-Tus hermanos han venido a verte, les ha llevado Gavan a tu casa. Y también ha venido tu amigo pero no le hemos podido dejar entrar.

Al menos Gavan se encargaría de que Matt y Rose comiesen, y ellos confiaban en Gavan así que podía estar algo más tranquila.

Con Alex ya hablaría, sabía perfectamente que estaba enfadado molesto conmigo, que no entendía mi comportamiento.

El Soldado Del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora