Los motores del avión se encienden. Gavan coge mi mano sin mirarme porque quiere darme espacio. Sabe que lo necesito.
Realmente lo necesito.
Igual que necesito llorar.
Así que lo hago.
Lloro.
Lloro por la persona que perdí hace mucho tiempo, la persona que podía haber sido y que ya nunca seré.
La chica inocente que iría al instituto y su máxima preocupación sería aprobar los exámenes y tener buenas notas para ir a la universidad y dedicarse a lo que le gusta, y después saldría con Noe y con Carla de fiesta para pasarlo bien, sin más preocupaciones. Sin más problemas. Sin el dolor de tantas pérdidas.
Pero no sólo lloro por haberme perdido a mí misma. Lloro por Noe. La chica que no habría tenido que ver a su hermano en temas de política y habría estudiado Magisterio como siempre había querido.
Por Carla. La chica que no habría tenido que irse a Francia y seguiríamos quedando día tras día para hablar de tonterías junto a Noe.
Por Alex, el Alex que no habría entrado nunca en el ejército el que habría ido a la universidad probablemente para estudiar alguna ingeniería y habría salido con muchas chicas universitarias. El que no habría tenido que soportar la pérdida de su hermano mayor.
También lloro por Gavan. El Gavan que tampoco habría entrado en el ejército. Que a lo mejor hubiera seguido causando problemas a sus padres por su comportamiento y habría salido durante muchos años con Emily, o habría cambiado su comportamiento sin tener que pisar el ejército . Con el tiempo, habría sacado adelante la carrera de Medicina y estaría salvando vidas de otra forma.
Y por supuesto, mis hermanos. Que no habrían tenido que pasar hambre ni todo este dolor, que simplemente habrían disfrutado de su infancia como cualquier otro niño, y habrían sido felices.
Miro por la ventana y me despido de mi país, de mi ciudad, y de todos esos recuerdos, muchos de ellos tristes, otros alegres teñidos de tristeza, y otros, el menor grupo de ellos, simplemente alegres.
Y entonces mientras sobrevolamos el cielo empiezo a evaluar los daños de la guerra.
Mi madre.
Noe.
Matt.
Rose.
Incluso mi padre.
La lista es demasiado larga y dolorosa, así que acabo pensando que la guerra empieza con el odio, y el odio es como el aire, siempre está ahí. Sin embargo, no le prestamos atención hasta que empieza a coger más fuerza, hasta que se convierte en viento. Un viento que al principio nos gratifica, pensando que se llevará lo malo y permanecerá lo bueno, que cambiará las cosas a mejor. Como el viento fresco que mueve contenedores, produce pequeñas olas...pero el viento se empieza a descontrolar causando destrozos que no teníamos pensados, parte por la mitad árboles, tira nidos de los tejados con pequeños pájaros dentro... Y entonces nos damos cuenta de que ya no podemos controlarlo.
El viento ahora es un huracán.
Un huracán que destroza todo lo que se pone en su camino, ya no distingue entre personas y objetos; destruye casas, mata animales y también personas.
No hay nada que pueda pararlo.
Es imposible luchar contra un huracán.
*Nota de la autora: Hola a tod@s! Como os prometí, aquí está el último capítulo de está historia. La verdad es que después de tanto tiempo con esta historia es triste decirle adiós pero es el final que quería así que estoy muy satisfecha. Espero que os haya gustado el epílogo y la historia en general. Nunca me cansaré de daros las gracias por todo el apoyo, todos los comentarios y los votos que habéis dado a la historia.
Cualquier pregunta, duda o cosa que me queráis decir estaré encantada de contestaros.
Solo invitaros a leer mi nueva novela si os gustan las sagas de Los Juegos del Hambre, Los 100 o La Quinta Ola os puede gustar :) Aquí os dejo el link con el trailer y con la novela por si os animáis a leerla:
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GRACIAS DE CORAZÓN UNA VEZ MÁS!
Besos a todos!
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El Soldado Del Viento
Teen FictionFinales de la Tercera Guerra Mundial. En una España completamente desolada por la guerra, los soldados americanos invaden cada rincón de las ciudades. Y en una pequeña ciudad cerca de la capital española no es una excepción, varios soldados se encue...